
En las entrañas del Real Madrid no hay listones bajos. Para el cuadro merengue todo es ganar o ganar. Pero no todo es lineal, especialmente en un presente marcado, quieran o no, por la reconstrucción de su plantilla. Si la salida de Cristiano Ronaldo en 2018 suponía un paso ineludible, las renuncias de Zinedine Zidane al cargo de entrenador -la última de ellas al finalizar la temporada 20/21- confirmaban que una era había terminado.
Pero una entidad con semejante historia debe asumir sus procesos con una velocidad incalculable. Para este conjunto no hay pausa para recalcular y tomar un rumbo diferente; todo lo contrario, en el Santiago Bernabéu es el dirigente quien debe adaptarse al equipo, no el equipo a su mandamás, por eso la prisa por ganar es tan agresiva.
El pasado fin de semana se sintió el primer golpe con un revés de pretemporada frente al Rangers escocés. Las costuras del Real Madrid se notaron, y mucho. La ausencia de una generación de relevo exitosa se siente a kilómetros de distancia, tanto como el cansancio de quienes lo dieron todo -y también lo ganaron todo-, pero encaminados a la puerta de salida.
El combinado blanco necesitaba a un nuevo Mesías tras la salida de CR7 y en su lugar apareció Eden Hazard con una versión deslucida y destinada a sufrir lesiones que lo condenaron a ser una pieza que encara su tercera campaña en el club como si fuera su última oportunidad.
Mientras espera despegar, la zaga tiene más preguntas que respuestas. Sergio Ramos ahora defiende los colores del PSG y a la hora de la publicación de esta nota el Manchester United será la nueva casa de Raphael Varane.
Desarmar a un campeón nunca lució tan sencillo, especialmente en un mercado tan golpeado como el actual por la pandemia del COVID-19.
La época de vacas flacas en Madrid luce agotadora, pero nada que un titán no logre superar. Nadie es eterno en el club y eso lo entienden sus figuras, pero eso no frena las aspiraciones de una de las organizaciones deportivas más poderosas del mundo.
Nadie olvidó al equipo cuando sus principales baluartes debieron decir adiós a la disciplina, o simplemente buscar nuevos retos en otros combinados. Eso sí, cada quién decide sus formas de despedirse.
Mientras tanto, la ansiedad del fanático se siente bajo la presión de saber que solo la contratación multimillonaria de Kylian Mbappé será capaz de poner freno momentáneo a una hemorragia palpable pero natural. Las pretensiones del Real Madrid por hacerse con una estrella de esa talla son imposibles de esconder, pero con el reloj avanzando el de 2021 marcha como un verano deslucido en la capital de España.
Perder con una plantilla cargada de talentosos futbolistas es casi tan doloroso como hacerlo en fase de reconstrucción. Si bien la primera roza la humillación por el innegable y eterno favoritismo del club, la segunda por ese sentido de mostrar esporádicamente esa faceta humana de una franquicia exitosa pero obligada a adaptarse al cambio para volver a apuntar a la excelencia.