Lauren Fedor en Washington y Derek Brower en Calgary
La Casa Blanca ha hecho un llamado para que la OPEP incremente la producción petrolera con el fin de reducir los precios del combustible ya que según funcionarios de la administración Biden, “estos podrían dañar la recuperación global en desarrollo”.
Jake Sullivan, el asesor de seguridad nacional, emitió un comunicado ayer miércoles indicando que si bien la OPEP y sus aliados “habían acordado recientemente un incremento de la producción”, la oferta adicional “no compensaría los recortes de producción impuestos por la OPEP+ durante la pandemia hasta bien entrado el 2022”.
“En un momento crítico de la recuperación económica, esto simplemente no es suficiente”, añadió Sullivan, diciendo que EEUU estaba “interactuando con miembros relevantes del OPEP+ sobre la importancia de dejar que la competitividad de los mercados fije los precios”.
Los precios de la gasolina en EEUU han aumentado debido a un despunte de la demanda del combustible de motor a medida que la economía ha reabierto después de los cierres por coronavirus. La gasolina se cotiza a un promedio de $3,19 por galón, un cincuenta por ciento más que al mismo momento el año pasado, según la asociación automovilística AAA.
El máximo histórico del precio promedio a nivel nacional fue de $4,10 por galón en el 2008.
Los precios del petróleo a nivel internacional bajaron casi uno por ciento luego del anuncio pero rebotaron y se mantenían estables en el mercado asiático hoy jueves. El crudo Brent se cotizaba un poco por debajo de $71,50 por barril y el crudo marcador estadounidense West Texas Intermediate cerca de $69,30.
La intervención de la Casa Blanca significó un viraje abrupto respecto a la política de Donald Trump durante el derrumbe del mercado petrolero el año pasado, cuando el expresidente le solicitó a la OPEP que aumentara los precios como forma de ayudar a las empresas estadounidenses de esquisto a capear una de las peores caídas del mercado en varias décadas.
Pero este último golpe de timón es una reversión a la media para las administraciones estadounidenses – incluyendo la de Trump – las cuales frecuentemente han pedido a la OPEP que aumente la producción para bajar los precios.
George HW Bush, Bill Clinton y George W. Bush todos presionaron al grupo de productores para que aumentaran la oferta durante épocas de precios al alza o durante intervenciones militares de EEUU en el Medio Oriente.
Trump, quien acusó a la OPEP de “manipular” los precios del petróleo y estafar a los estadounidenses, logró un acuerdo con Arabia Saudita en 2018 para incrementar la producción justo antes de retirar a EEUU del acuerdo nuclear con Irán e imponer sanciones sobre su industria petrolera. Posteriormente presionó a la OPEP para que llevaran a cabo la mayor reducción de su historia en 2020.
Las disminuciones de suministro de la OPEP y la aprobación de las vacunas a finales de año ayudaron a aumentar los precios a más de $70 por barril, aun cuando los analistas estaban preocupados de que un rebrote del coronavirus podría obstaculizar la demanda global.
El mes pasado, el grupo OPEP+ que incluye a los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Rusia, Irak y Kuwait, acordó aumentar la producción en cerca de 2 millones de barriles al día, equivalente a más del 2 por ciento del apetito global, hasta finales de 2021, y restaurar toda la oferta reducida el año pasado para finales de 2022.
La OPEP no hizo comentario respecto a las declaraciones de Sullivan ayer miércoles. Al preguntársele si Riyadh había respondido a la solicitud, la vocera de la Casa Blanca Jen Psaki respondió: “No se supone que esto sea para obtener una respuesta inmediata, es un proceso de interlocución a largo plazo”.
La Casa Blanca también publicó una carta el miércoles de Brian Deese, director del Consejo Económico Nacional, a Lina Khan, directora ejecutiva de la Comisión Federal de Comercio (FTC por sus siglas en inglés), solicitando que la FTC tome medidas ante cualquier colusión en el mercado de combustible.
Deese urgió a la agencia a “considerar el uso de todas sus herramientas para evaluar el mercado de gasolina de EEUU y responder a cualquier conducta ilegal que pueda estar contribuyendo al incremento de los precios que pagan los consumidores en las bombas de gasolina”.
Joe Biden comentó a la prensa que estaba preocupado que los precios más bajos del petróleo no estaban beneficiando a los consumidores. “Recientemente hemos visto que ha comenzado a bajar el precio que las empresas petroleras pagan por un barril de petróleo, pero el costo de la gasolina en las bombas para un número mayor de estadounidenses no ha bajado”, indicó. “Eso no es lo que se esperaría de un mercado competitivo”.
La inflación se ha convertido en un tema político importante ya que los Republicanos acusan a los Demócratas de causar un aumento de los precios al consumo, incluyendo los del combustible, a través de un gasto federal irresponsable. Esta semana, los Demócratas del Senado aprobaron un plan de infraestructura de $1tn (millón de millones) y una resolución presupuestaria de $3,5tn.
Los datos más recientes del Buró de Estadísticas Laborales, publicados ayer miércoles, muestran un incremento rápido de los precios al consumo que se mantuvo a su nivel máximo de los últimos trece años durante julio, al subir el IPC un 5,4 por ciento interanual el mes pasado.
La industria petrolera y sus aliados criticaron la solicitud de Biden como algo inconsistente con sus medidas para restringir la producción doméstica de combustibles fósiles, como el intento de eliminar los arrendamientos energéticos en tierras federales.
“Rogarles a los sauditas que incrementen su producción a la vez que la Casa Blanca le ata un brazo tras la espalda a las empresas estadounidenses de energía es patético y vergonzoso”, dijo John Cornyn, un Senador Republicano de Texas.
Reportaje adicional de Hudson Lockett en Hong Kong
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