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Protesta en DC: dolor y clamor tras pérdida de seres queridos a manos de la policía

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DOLOR. Oscar Urbina y su esposa Rosaura, perdieron a su hijo Rubén, de 15 años, a manos de la Policía de Prince William en 2017/Cortesía

Por Milagros Meléndez-Vela | “Cuando llegue al cielo lo primero que haré es buscarte. Y cuando te encuentre nunca más te dejaré partir”, escribió Rosaura Urbina sobre la fotografía de su hijo, Rubén, un adolescente de 15 años, muerto frente a su casa en Haymarket, al recibir un disparo de la Policía de Prince William.

Han pasado cuatro años desde que la tragedia enluta a esta familia mexicana, cuya sed de justicia los motiva a vivir.

Rubén Urbina, falleció el 15 de septiembre de 2017, después de que las autoridades dijeron que llamó al 911 y afirmó que tenía a su familia como rehén con una bomba atada a su cuerpo.

Los padres del adolescente y el hermano mayor —quien vio caer a Rubén al suelo y agonizar en el pavimento— insisten en que no era necesario el disparo. “Mataron a mi hijo y se limpiaron las manos”, expresó a El Tiempo Latino, Oscar Urbina.

Cuatro días después de la muerte de Rubén, la Fiscalía de Prince William concluyó la investigación, al señalar que la acción del oficial fue justificada, un hecho que indignó a la familia, que interpuso una demanda civil, estancada en la corte por la pandemia.

Este sábado 28 de agosto, los Urbina se unieron en Washington, DC a unas 300 familias de varios estados para contar las historias de sus seres queridos asesinados por la policía y pedir la reapertura de los casos contra los agentes. Los familiares se unieron a la segunda marcha anual de Familias Impactadas, organizada  por Mass Action Against Police Brutality, un grupo activista con sede en Boston.

Al pie del Obelisco de Washington se colocaron las sillas negras vacías, con las fotografías y de cada una de las 300 víctimas que murieron a manos de las autoridades.
Un estrado en medio del césped sirvió de plataforma para que cada miembro de las víctimas alzaran su voz por sus seres queridos.

Con la foto de Rubén en la mano, Oscar Urbina se subió al estrado y pidió para que se reabran las investigaciones y se eliminen los beneficios de inmunidad que protegen a los policías de ser procesados.

“Cada vez que un policía mata a una persona dice que está cumpliendo protocolos y se cubren así bajo la inmunidad. Pero cada día que pasa siento que mi hijo me dice, hazlo papá, hazlo”, expresó al señalar que seguirán abogando por el cambio de leyes.

Hechos y muerte justificada

La mañana del 15 de septiembre, la policía respondió a un llamado realizado desde la casa, ubicada en la cuadra 6800 de la Hartzell Hill Lane, en Haymarket.

El cuerpo de seguridad dijo que Rubén había llamado diciendo que tenía una bomba y había tomado de rehén a su madre.

Mientras tanto, Rosaura Urbina cuenta que ese día su hijo —quien estaba medicado por un problema de ansiedad— no se sentía bien por lo que hizo una cita para llevarlo a su doctor por la mañana.
“Íbamos a ir al médico y yo subí a mi cuarto para cambiarme. En eso Rubén me dice que quería salir al frente de la casa para despejarse”, contó la madre.

Al parecer hizo la llamada desde fuera. Minutos después, a alrededor de las 10:45 am, llegaron los policías a la casa, entre ellos el oficial, Robert Choyce, de 35 años, perteneciente al equipo de tácticas para atender la supuesta situación de rehenes y bomba.

El reporte policial dijo que el agente se encontró afuera “con el individuo armado con una palanca de metal y que no acató a las órdenes del oficial”.

Los agentes le pedían a Rubén que soltara la palanca, pero el joven se les acercó y según la policía les dijo “que lo maten”.
Cuando estaba a 10 pies de distancia, Choyce disparó dos veces en la parte superior del adolescente, quien fue pronunciado muerto en la escena.

Oscar Urbina Jr., el hermano mayor de Rubén presenció todo. “Él había salido cuando escuchó las voces de los policías y les dijo a los oficiales que Rubén era su hermano y que todo estaba bien”, contó el padre.

La palanca que Rubén tenía en la mano era un seguro de auto que se coloca en el timón para evitar el robo del vehículo.
No pasó ni una semana de la muerte de Rubén cuando el fiscal estatal del condado, Paul Ebert, señaló que la acción del agente Choyce fue justificada.

“La muerte de un joven siempre es una tragedia. Pero hay momentos en los que la Policía tiene que hacer lo que tiene que hacer, y ésta fue una de esas ocasiones”, dijo en ese entonces Ebert.
La fiscalía expresó que el agente se sintió amenazado, por lo que disparó.

“Cómo un policía armado, preparado para estas situaciones se podría haber sentido amenazado por un niño delgado, de 5 pies de altura, por favor”, lamentó Urbina.

VOZ. Oscar y Rosaura Urbina participaron en la manifestación contra la brutalidad policial en Washington, DC, el 28 de agosto/Cortesía

“Escuché los disparos, salí corriendo y vi a mi hijo tirado”

Rosaura Urbina estaba alistándose para llevar a su hijo al médico. Estaba en su cuarto, en el segundo piso de la casa. “Habría pasado apenas unos minutos cuando escuché un disparo y luego otro. Entonces salí corriendo y vi a mi hijo tirado en el suelo. Miraba con sus ojitos al cielo. Gritando le pregunté al policía por qué hizo eso y me contestó ‘él lo pidió’”, contó entre lágrimas. “Mataron a mi niño delante de mi otro hijo”, dijo la madre.

Aplaca dolor con activismo

En el momento de la tragedia, el padre de Rubén estaba de viaje en México. “Regresé de inmediato, destrozado, sin asimilar que nuestras vidas nunca más serían igual. Aquí hubo un caso de abuso policial y nosotros confiamos en la justicia de Dios”, dijo el padre, consternado, quien acaba de reincorporarse al trabajo, después de cuatro meses de recibir un tratamiento de Desorden Post Traumático.
Oscar Urbina halla cierta paz cuando lucha por la memoria de su hijo para evitar que ocurran otras muertes similares. Se ha convertido en un activista, conectándose con diferentes organizaciones y redes a nivel nacional. “He conocido familias que han pasado por lo mismo y están clamando justicia”, expresó.

Ayudó a crear ley

Urbina y otros familiares de víctimas con problemas de salud mental ayudaron a crear una legislación en Virginia.

En noviembre de 2020 el gobernador Ralph Northam firmó la Ley Marcus-David Peters, una legislación que tiene como objetivo cambiar la forma en que las fuerzas del orden de Virginia y los socorristas reaccionan ante las personas que experimentan crisis de salud mental de emergencia.

La ley requerirá la creación de un sistema de respuesta a crisis en todo el estado, denominado servicios de respuesta de conciencia de salud mental y comprensión comunitaria, o Alerta MARCUS, que cuenta con médicos de salud mental para trabajar junto con las fuerzas del orden locales al responder llamadas de emergencia relacionadas a problemas de salud mental y abuso de sustancias.
La ley lleva el nombre de Marcus-David Peters, un profesor de secundaria afroamericano de 24 años que fue asesinado a tiros por un oficial de Policía de Richmond en 2017 mientras sufría una grave crisis de salud mental.

Al firmar la ley, el gobernador Northam estuvo acompañado de la familia Urbina.

“Se espera que el nuevo sistema tarde varios años en implementarse, pero que en Prince William entró en vigor en diciembre a través de un nuevo programa financiado localmente “, dijo Urbina.

Piden más cambios legislativos

El grupo Mass Action Against Police Brutality, con sede en Boston, convocó el sábado 28 de agosto a las familias que han perdido a un ser querido a manos de la policía. Frente al Monumento de Washington,  padres, hijos y hermanos pidieron cambios, entre ellos:

– Reabrir los casos en contra de los agentes involucrados en la muerte de sus seres queridos.

“Sabemos que eso será difícil pero tenemos fe que los legisladores nos puedan escuchar”, dijo Urbina.

– Crear leyes de supervisión ciudadana, “formando grupos que puedan ser vigilantes para que la policía rinda cuentas”, afirmó.

-Acabar con la ley de inmunidad calificada, que protege a los funcionarios del gobierno de ser considerados personalmente responsables por violaciones constitucionales, como el derecho a estar libre de una fuerza policial excesiva. “Por esta ley muchos policías evitan ser procesados”, expresó Urbina.

– Investigaciones independientes. “No puede haber imparcialidad cuando los que investigan a los policías son los mismos policías”, añadió.

ESTUDIANTE. Rubén Urbina tenía 15 años y cursaba el noveno grado/Cortesía

Caso Chauvin es la excepción

La lucha para que se reabraran esos casos fatales de tiroteos policiales ha durado meses y años para algunas familias y décadas o incluso vidas para otras.

El veredicto de culpabilidad de Chauvin sigue siendo una excepción a la norma, según datos de Bowling Green State University.

Cada año se reportan alrededor de mil tiroteos fatales de la policía en los EEUU, pero menos del 2% de los oficiales son arrestados por asesinato u homicidio involuntario.

Cuando los casos se cierran y los agentes quedan libres de cargos, muchas familias emprenden un largo viaje para contraatacar.

“Ves la misma historia aquí, de hace dos, tres meses”, dijo Urbina.

En mayo pasado, el ex oficial de policía de Minneapolis Derek Chauvin fue condenado por el asesinato de George Floyd durante un arresto el año anterior.

Más muertes entre afroamericanos e hispanos

En 2015, The Washington Post comenzó a registrar cada tiroteo fatal de un oficial de policía en servicio en los Estados Unidos. A la fecha el diario ha registrado más de 5 mil de este tipo.

En solo 2020, se reportaron 941 muertes a manos de la policía. Las tasas son más del doble entre las personas de raza negra en comparación a los anglosajones.

Por cada millón de afroamericanos, 37 mueren en manos de la policía. Entre los hispanos son 28 por cada millón y entre los blancos 15.

Para Rosaura y Oscar Urbina, su hijo no es solo una estadística. Es el adolescente que no pudo culminar la escuela, ni alcanzar sus sueños. Su vida fue muy corta. “No tenía que ser así. La policía podría haber respondido de otra manera”, lamentó Oscar Urbina, que hace unos años le escribió una carta al oficial que mató a su hijo.

La familia interpuso una demanda civil, pero ésta se paralizó debido al cierre de las cortes por la pandemia del Covid-19.

Rosaura Urbina se refugia en el trabajo y cada día de su vida recuerda a quien fue su bebé. En el brazo lleva tatuado su nombre y en la espalda un corazón con la frase que dice “Hasta que te vuelva a ver”.

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