(c) 2021, The Washington Post – Faiz Siddiqui
El presidente Joe Biden sostuvo un pomposo evento en el jardín sur de la Casa Blanca el mes pasado para anunciar una meta ambiciosa: hacer que la mitad de las ventas de nuevos vehículos de pasajeros sean de autos eléctricos, híbridos enchufables o vehículos con pila de combustible para el año 2030.
Pero una persona clave de la industria no estaba presente. Elon Musk y la compañía líder en la fabricación de autos eléctricos, Tesla, no habían sido invitados a las festividades.
Para Tesla, esto puede significar el final de una larga luna de miel con el gobierno, durante la cual la compañía fue impulsada por incentivos fiscales federales que llevaron al incremento de sus ventas, junto con créditos por cumplimiento de las políticas de emisión que redundaron en ganancias y relativamente poca supervisión, todo lo cual le permitió desarrollar nueva tecnología y ponerla en las manos de los consumidores sin preocuparle mayormente que los reguladores se entrometieran.
El golpe más reciente llegó este mes. Los Demócratas de la Cámara presentaron una propuesta para permitir unos $4.500 en incentivos adicionales a los consumidores para la compra de nuevos autos eléctricos– con la condición de que sean hechos por fábricas sindicalizadas en Estados Unidos. Tesla es el único de los grandes fabricantes de autos en EEUU cuya producción no está sindicalizada.
Se espera que este miércoles el Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara discuta la porción del proyecto de ley concerniente a los vehículos eléctricos y a las propuestas de energía ecológica.
La propuesta llevó a Musk, jefe ejecutivo de Tesla, a expresarse por su medio preferido, Twitter, sobre el aparente desaire de los días recientes.
“Esto está escrito por los lobistas de Ford y UAW, a la vez que producen su auto eléctrico en México”, escribió en respuesta a un tweet acusando a los legisladores de “tener a una sola empresa como objetivo”. “No veo claro cómo esto ayda a los estadounidenses que pagan impuestos”, dijo Musk.
La compañía está ahora en un campo de juego diferente, habiendo tenido relaciones cercanas con las últimas dos administraciones. Pero lo que ocurre también es parte de un giro general en torno a cómo se lidia con las grandes empresas de tecnología y con Silicon Valley, quienes han visto un incremento en las regulaciones, críticas del público y escrutinio general bajo la administración Biden.
Tesla, en particular, está acostumbrada a ser promocionada e incluso mimada por un gobierno ansioso de alardear del ingenio de Silicon Valley y del espíritu de innovación que surge de un ambiente amistoso con poca regulación. El presidente Barack Obama visitó la empresa constructora de cohetes espaciales propiedad de Musk, SpaceX, en 2010. Musk habló con el presidente Donald Trump, según ha reportado el Washington Post, e incluso recibió con beneplácito de su apoyo cuando decidió reabrir la fábrica de Tesla en Fremont, California, en el medio de los confinamientos por el coronavirus el año pasado.
El mismo mes en el cual Musk fue ignorado en el evento de Biden, la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (National Highway Traffic Safety Administration, NHTSA por sus siglas en inglés), abrió una investigación sobre el programa de asistencia al conductor de Tesla, conocida como Piloto Automático, en relación con cerca de una docena de choques que involucraban a vehículos detenidos por emergencias. Tesla ha enfrentado escrutinio en relación a una tecnología que ha sido poco regulada hasta-ahora y su conexión con la muerte de conductores debido al funcionamiento del sistema y las advertencias de que provoca falta de atención por parte de quien está conduciendo.
El Comité de Medios y Arbitrios está a punto de avanzar un proyecto de ley que aumentaría a $7.500 el incentivo fiscal para quienes compren vehículos eléctricos nuevos– más $4.500 si están ensamblados en fábricas sindicalizadas en Estados Unidos. (Unos $500 adicionales estarían disponibles si las celdas de las baterías, y al menos la mitad de los componentes del vehículo, se fabrican domésticamente).
Erin Hatch Thomas, directora de comunicaciones del Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara, dijo que la propuesta simplemente refleja las opiniones del comité.
“El Caucus Demócrata valora fuertemente tanto los derechos de los trabajadores como la industria manufacturera estadounidense, y ambas cosas se benefician con esta propuesta”, dijo ella.
Aún así, el proyecto de ley de la Cámara, según los analistas y oficiales, pone presión sobre los fabricantes de autos a los que Musk atacó en su tweet. Ford, por ejemplo, ensambla sus camionetas eléctricas Mach-E SUV en México, así que el vehículo no calificaría para los $4.500 adicionales en incentivos, a menos que Ford traiga la producción a una de sus fábricas en EEUU, dijeron los funcionarios.
General Motors no suministró inmediatamente un comentario, y Tesla no respondió a una solicitud de comentario.
Tesla se ha beneficiado previamente de los programas del gobierno diseñados para estimular la demanda de autos eléctricos y ayudar a las compañías a adoptar tecnologías verdes. Por ejemplo, los consumidores recibieron un crédito de impuestos federales de $7.500 por los primeros 200.000 vehículos que Tesla vendió en el país, una opción que rápidamente se agotó mientras los consumidores recibían hasta $10.000 con la combinación de todos los incentivos en California, la cual otorgaba sus propios beneficios.
Los incentivos iniciales eran parte de un programa de la Gran Recesión diseñado para estimular el desarrollo de vehículos eléctricos e híbridos enchufables.
Tesla también vende los créditos regulatorios a otros fabricantes de autos, como a la compañía matriz de Chrysler, Stellantis, y eso le permite incrementar sus ganancias cuatrimestrales. El sistema de crédito es el resultado de un trabajo combinado del estado, el gobierno federal e incluso medidas internacionales diseñadas para reducir las emisiones generadas por los vehículos.
Funciona de la siguiente manera: los fabricantes de autos deben cumplir con ciertos límites de emisiones y son penalizados si no lo hacen. Porque Tesla vende exclusivamente autos eléctricos, fácilmente puede cumplir con esos límites de emisiones y puede acumular sus logros mediante un sistema de créditos. Luego puede vender su exceso de crédito a otros fabricantes de autos que no están cumpliendo con sus límites por sí solos. Un ejemplo dramático de cómo Tesla usa este sistema para su beneficio es el siguiente: Tesla reportó una ganancia total de $331 millones en el tercer trimestre de 2020. Sin los $397 millones que recaudó por medio de la venta de sus créditos regulatorios ese mismo trimestre, la compañía habría reportado pérdidas.
Tesla se ha beneficiado dramáticamente del panorama regulatorio que ha resultado a su favor, dicen los analistas, pero ahora enfrenta un escenario distinto.
Dan Ives, un analista con Wedbush Securities, dijo que la compañía se está dirigiendo hacia aguas nuevas e inciertas.
“Tesla está defendiendo su terreno pero al mismo tiempo tiene un fuerte y creciente viento en contra a medida que los incentivos de impuestos benefician cada vez más a compañías como GM, Ford u otras que están altamente sindicalizadas”, dijo él. “Y Tesla está remando a contracorriente, a juzgar por la manera como está redactado el proyecto de ley actualmente”.
Musk se ha opuesto por mucho tiempo a la sindicalización de Tesla y la empresa ha sido acusada de prácticas laborales injustas por las condiciones de su planta de ensamblaje en Fremont. Se determinó que Tesla había amenazado injustamente a los trabajadores con perder sus opciones accionarias si organizaban un sindicato y que también había despedido a un empleado por realizar actividades sindicales legalmente permitidas.
La respuesta de Musk al coronavirus generó nuevas críticas. Tesla encontró oposición cuando inicialmente dejó abierta su planta a comienzos de las órdenes de confinamiento, y reabrió antes de que las órdenes expiraran. Tesla incluso emitió notas de despido para los trabajadores que optaron por permanecer en casa en vez de regresar al trabajo, según reportó el Post, a pesar de las promesas de la compañía de que no serían castigados.
Mientras tanto, Tesla ha retado recientemente aun más a los reguladores al lanzar el programa denominado “Piloto Automático Integral”, permitiendo que algunos conductores de prueba utilicen la tecnología en un período de beta, creyéndola capaz de cosas que no provee.
El propio Musk admitió que el programa no está listo totalmente, describiendo la versión actual como “no muy buena”, a la vez que indica que Tesla debe hacer que “el Piloto Automático Integral funcione”. La investigación del gobierno sobre el Piloto Automático hace prever más regulaciones sobre esta tecnología, la cual es una extensión de las herramientas y aplicaciones que le permite navegar por las calles de las ciudades y otras locaciones previamente limitadas sólo al programa. El Departamento de Vehículos de Motor de California, el cual regula los vehículos automotores en el estado, ha puesto a Tesla “en revisión” en cuanto a la nomenclatura de “Piloto Automático Integral”, según informó el L.A. Times en mayo.
Ives describió las preocupaciones sobre el Piloto Automático Integral como “un ojo morado” para la empresa.
“Yo creo que por primera vez en unos cuantos años Tesla está teniendo, a la misma vez, competencia en la cadena de suministros y problemas de seguridad vial que han salido a la luz pública; y por tanto Musk y compañía deben navegar aguas turbias: es un tiempo crítico”, dijo él.
Ross Gerber, un inversionista de Tesla cercano a la compañía y que ha hablado con Musk, cree que el fracaso en establecer relaciones con la administración Biden fue un error estratégico de parte del CEO. La administración estaba lista para proveer millones en inventivos para vehículos eléctricos y energía verde, ambas áreas esenciales para Musk, pero el jefe de Tesla asumió una postura defensiva.
“Si Tesla apoya a Biden, si [Musk] hubiera apoyado a Biden, hubiera sido un gran apoyo para la administración y Biden hubiera hecho lo que fuera por ayudar a Tesla”, dijo Gerber.
Este fracaso cae sobre Musk, añadió.
“Yo creo que simplemente él jugó mal sus cartas y ahora le está doliendo”, dijo Gerber. “Éste es el costo”.
Información del Autor:
Faiz Siddiqui es reportero del equipo de tecnología del Washington Post. Su cobertura incluye a los gigantes de Silicon Valley, nuevos negocios de movilidad y compañías que fabrican vehículos eléctricos y pilotos automáticos.
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