ir al contenido

Dany Arcely Montaño, enfermera en primera línea contra la pandemia

Para esta trabajadora de la salud fue gratificante poder hablarles en español a quienes tenían más dificultad para comunicarse en inglés

CREDENCIALES. Con la ayuda de Welcome Back Center, Montaño avanza en el proceso para obtener sus credenciales de enfermería. Foto: Cortesía Dany Arcely Montaño.

Dany Arcely Montaño, enfermera boliviana, ha destacado en la primera línea de acción contra la pandemia del COVID-19, que ha vivido en primera persona. Esta mujer latina se desempeña en el hospital Holy Cross, en Germantown, Maryland. Pero no siempre fue así, llegó a Estados Unidos como la mayoría de los migrantes: a comenzar desde cero.

En Estados Unidos, Montaño trabajó en limpieza, de mesera y de niñera, tras acumular 10 años de experiencia como enfermera en Cochabamba, una ciudad en Bolivia. En el Mes de la Herencia Hispana resaltan las historias como las de esta trabajadora, que con su empatía y cercanía con los pacientes marca la diferencia en el día a día.

“Comencé a trabajar en el hospital en febrero del año pasado como asistente de enfermería y cuando llegó la pandemia era como estar dentro de una película de terror”, contó Montaño en una entrevista para El Tiempo Latino en mayo de este año.

EXPERIENCIA. Montaño llegó a Estados Unidos en 2017 con 10 años de experiencia como enfermera desde Bolivia. Foto: Cortesía Dany Arcely Montaño.

Recuerda que al entrar a las habitaciones de los pacientes con coronavirus le recorría un escalofrío de la cabeza a los pies. En esos momentos afloró lo mejor de trabajar en equipo en las unidades hospitalarias. Hubo tiempo para llorar y para sonreír y los colegas nunca faltaron con un gesto o unas palabras de aliento.

“Es algo inexplicable lo que el cariño y la preocupación de un compañero consigue justo en momentos en los que el mundo parece hundirse a nuestros pies”. En mayo del año pasado se enfermó de COVID-19. Presentó fiebre y dolores en músculos y huesos. Después de recuperarse, pese a la interminable fatiga, volvió y continuó su trabajo sin descanso.

Experiencia en el hospital

“Imagínese lo traumático de ver a tantos pacientes lamentarse que les faltaba aire, el temor de abrir la puerta y no saber si aún estaban con vida o los habíamos perdido. Al principio de la pandemia, esa fue la parte más terrible a enfrentar día tras día. La tristeza de ver a las familias perder a sus seres queridos, de llevárselos en fundas post mortem, el agotamiento emocional y físico y el pavor de contagiarnos. No era una película de terror, era la realidad. Había que verla para entenderla”, contó Montaño.

Entre los casos recordó el de un hombre hispano, joven y fuerte. Estaba muy agitado y ella le sonrió, pero el cubrebocas y el cobertor de plástico sobre su rostro impidieron que ese gesto le diera algún consuelo al enfermo. Pese a tener respirador artificial notó que su nivel de oxígeno era muy bajo. “¿Qué puedo hacer para hacerlo sentir mejor?”, le preguntó: “Solo ayúdeme a sentarme”, le pidió el paciente.

LABOR. “Yo solo sigo a mi pasión”, expresó Dany Arcely Montaño, segunda en la foto izquierda a derecha, junto con sus compañeras. Foto: Cortesía Dany Arcely Montaño.

Cuando lo llevaban a terapia intensiva, el hombre le preguntó: “¿Me voy a morir?”. Un “no” y una sonrisa que volvió a colisionar contra la mascarilla obtuvo por respuesta. “Días después quise saber de él. Había muerto dejando dos niños muy pequeños y una esposa. Ese día me desarmé. Como esas vi muchas historias de mi gente hispana”, narró.

En medio de la desolación, ver a un paciente que entró ahogado y que se fue a casa respirando por su cuenta representó una esperanza y un trofeo al esfuerzo y dedicación. “No imagina lo gratificante que era para mí hablarles en español a quienes tenían más dificultad de comunicarse. Devolverlos a las familias fuera de peligro es la mejor recompensa”.

APOYO. Los momentos más difíciles durante la pandemia, se aliviaron con una palabra o un gesto de aliento. Foto: Cortesía Dany Arcely Montaño.

En un inicio, la mayoría de enfermos eran hispanos, una de las comunidades más golpeadas por la pandemia.

En tiempos de emergencias, los doctores, enfermeras o auxiliares tienen que doblar su esfuerzo. Cuando faltaban camilleros, allí estaban trabajadoras como Montaño para empujar una camilla o la silla de ruedas, y llevar al paciente en franca recuperación hasta la salida a reunirse con un familiar.

“Solo sigo a mi pasión”

Montaño está en el proceso de obtener sus credenciales de enfermera, de la mano de Welcome Back Center, en el condado de Montgomery. Esta es una organización que ayuda a los profesionales a convalidar sus estudios en el exterior, aprender inglés y obtener sus licencias laborales.

Sí le han comentado que tal vez en tiempos de pandemia no vale la pena ser enfermera, pero Montaño tiene una respuesta: “Yo solo sigo a mi pasión. Cuidar a un paciente es un arte, no hay nada que dé más alegría que darle aliento a un enfermo en el lugar en el que menos quiere estar y verlo irse a su casa tan agradecido. Eso quiero hacer el resto de mi vida. Estoy cada vez más cerca de alcanzarlo, porque no sé darme por vencida (...) En mi caso, mi esposo Michael y mi pequeño Andrés son mi mejor estímulo”.

Mientras llega ese día, sigue haciendo el mismo ritual lento pero seguro: ponerse el uniforme, los guantes, el cubrebocas, el gorro quirúrgico, el protector plástico en todo el rostro, el batón, las zapatillas quirúrgicas y una sonrisa que ahora nadie la puede ver. Así está lista para cambiar las sábanas, tomar los signos vitales, la presión y el oxígeno y hacer de traductora cuando, dice, “mi gente me necesita”.

Información de Olga Imbaquingo.

Últimas Noticias