Hace algunas semanas la abogada Karla García invitó a familiares, clientes y amigos para la gran apertura de la oficina de Servicios Múltiples Internacionales (SMI), en el corazón de Wheaton, en el condado de Montgomery.
Antes de ampliar sus servicios con esa oficina en Maryland, esta joven abogada salvadoreña comenta a El Tiempo Latino que retomó la práctica de su madre, a la que recuerda cuando ella solo tenía 10 años que la acompañó a buscar un local comercial.
La mujer de negocios, que sufragó con su trabajo las carreras universitarias de sus cuatro hijos, antes de elegir el local para su comercio lo veía por dentro, pero también por fuera, contaba cuánta gente pasaba por ahí en un determinado lapso de tiempo y de ahí tomaba la decisión.
“Ahora en pleno siglo XXI yo retomé ese proceso que seguía mi mamá porque sigue siendo válido para un negocio. Ese ejemplo y experiencia de mi madre ha sido clave para salir adelante”, dijo la abogada en una conversación con El Tiempo Latino para nuestro especial de Herencia Hispana.
Esta salvadoreña llegó al área de Washington como parte del cuerpo consular de El Salvador en Estados Unidos en el año 2012.
Atrás del cargo de vicecónsul que García tenía en Woodbridge, Virginia, había una abogada graduada de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, UCA, con pista corrida desde los 20 años en el ámbito legal en el país centroamericano, laborando con diferentes organismos en temas diversos como trata de personas y derechos de las mujeres.
Incluso dice que entre sus aportes está haber formado parte de grupos técnicos consultivos para la elaboración de legislaciones en materia de género para el país centroamericano.
Pero comenta que estar en el Consulado de El Salvador, le abrió la perspectiva de las necesidades de su comunidad aquí en Estados Unidos y las urgencias que pasan sus compatriotas para resolver asuntos legales en El Salvador.
Así comenzó a germinar en ella la idea de independizarse y crear un centro de servicios legales para contribuir con su profesión en ese ámbito.
Al haber aprobado el examen de notariado tenía ya buena parte del andamiaje para comenzar.
Esta es una especialidad en la carrera de abogacía en El Salador, que permite a los letrados laborar en el área de derecho civil con un protocolo de práctica profesional que solo autoriza la Corte Suprema de Justicia, bajo estricta vigilancia cada año.
En 2018 tomó la decisión, renunció a su cargo del aparato burocrático del estado y empezó el camino por cuenta propia.
“No fue fácil, hubo gente que me decía ‘¿Y de eso quiere vivir?’, me recomendaban que buscara un ‘part-time’, e incluso algún par de empresarios conocidos me dijeron ‘que lo pensara bien’”, recuerda entre risas.
Otros inmigrantes en plan solidario le recomendaban volver a estudiar en la universidad aquí en Estados Unidos, enfermería u otra profesión para abrirse espacio. “Yo dije: esto es lo que sé hacer, esto es lo que me gusta y me apasiona hacer así que me armé de valor y seguí adelante”, agrega.
Y como los inicios siempre tienen dificultades, García dice que mientras empezaba a armar el plan se inscribió en un curso sabatino de la Escuela Internacional Carlos Rosario en DC para estudiar gestión de pequeños negocios.
Ahí le mostraron en teoría y ejercicios prácticos cuáles son los pasos para estructurar un negocio, cómo funciona el sistema, cómo administrar las cuentas, los canales de crédito, tipos de impuestos para negocios y toda esa parte de gestión indispensable para empezar a volar.
Comenzó a trabajar en Manassas y Woodbridge, porque eran los terrenos conocidos por sus años de experiencia en el Consulado de El Salvador en Virginia, pero con las recomendaciones que daban sus clientes a amigos y familiares, la cartera de clientes fue aumentado y también las sugerencias y pedidos desde Maryland.
Nuevos servicios
Con las inquietudes de clientes que buscan solucionar a problemas en Centroamérica, se han ido diversificando también los servicios. Al principio solo trabajaba con los poderes para hacer efecto legal en El Salvador, compraventas, divorcios, testamentos, herencias, donaciones y tramitaciones de documentos en el país, entre otros.
Pero algunos de esos trámites necesitan también apoyo logístico en El Salvador cuando los clientes en el área de Washington no tienen familiares o amigos allá que los ayuden; ahí comenzó a gestar un grupo de trabajo en San Miguel, y abrió una oficina donde ahora laboran nueve empleados entre abogados y profesionales de otras disciplinas que dan cobertura en todo El Salvador.
Y con las necesidades de las crecientes comunidades de hondureños y guatemaltecos los vientos apuntan en esa dirección.
Con contactos con abogados en Honduras o el mismo personal de San Miguel, puede hacer varias gestiones de buscar al acervo de documentación de algún migrante en Honduras si fuera necesario.
“Estoy muy orgullosa y muy agradecida con Dios, como cristiana que soy, y con tanta gente maravillosa que me ha puesto en el camino para trabajar, pero también para dar un servicio porque hay muchas necesidades”, cuenta García.
Desde las dos oficinas en Maryland y Virginia la abogada Karla García dice que ha tomado fuerza un nuevo proyecto llamado “Mi casa”, dirigido a personas que quieren comprar o vender una casa en El Salvador. Con el equipo multidisciplinario en El Salvador hacen avalúos más acordes al mercado que los que podría hacer un familiar y pueden ayudar así al comprador que desde aquí trata de adquirir una propiedad.
Ahí también aplican los mismos estándares de información confiable e investigación de campo para que sus compatriotas en el DMV sepan al detalle sobre la inversión y sobre todo que tengan los documentos en orden y a su nombre para reclamar los bienes.
Durante el largo proceso de la pandemia esta abogada comenta que el trabajo no ha parado e incluso notó que se dispararon los trámites de los clientes para agilizar traspasos de bienes en El Salvador, quizá por la incertidumbre que genera un proceso como el vivido.
Karla García dice que como inmigrante e hispana aquí en Estados Unidos vive el orgullo y siente el compromiso de trabajar incansablemente para demostrar cada día el valor de nuestra comunidad. Sus dos hijos que están concluyendo su formación escolar son su mejor herencia y “ellos ya están enrolados en la parte tecnológica del negocio”, concluye García.