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Veterano de guerra latino de Virginia cuenta su trayectoria en los Marines

VETERANO. Julio, cuya identidad se protege por trabajar en una agencia de inteligencia, sirvió en los Marines y es veterano de dos guerras, la de Irak y Afganistán. | FOTO: MILAGROS MELÉNDEZ PARA ETL

Por Milagros Meléndez | Especial para El Tiempo Latino

A los 18 años se enlistó en la Marina de Guerra de los Estados Unidos con el propósito de obtener la ayuda financiera de las Fuerzas Armadas para ir a la universidad y servir por un corto tiempo. Sin embargo, el nicaragüense —quien emigró a los 6 años al huir con sus padres del conflicto en su país— encontró su destino en los Marines.

Sirvió en dos guerras y se convirtió en un asesor de equipos especiales contra el narcotráfico y terrorismo. Hoy a sus 39 años trabaja para una agencia de inteligencia en Washington y aceptó hablar con El Tiempo Latino de manera encubierta.

“Pensé que iba a servir cuatro años e iba a ir a la universidad y tener una vida normal. Pero no fue así”, expresó el militar, quien pidió usar el nombre Julio para encubrir su identidad.

Julio sirvió en la guerra contra Irak, cuando recién estalló el conflicto; y más tarde, en Afganistán. “Vi de todo”, dijo.
Este jueves 11 de noviembre el país rinde honor a Julio y centenares de miles de combatientes en Estados Unidos al recordar el Día de los Veteranos, un feriado federal desde 1938 que reconoce a aquellos que sirven en las Fuerzas Armadas, entre ellos más de 200 mil hispanos.

Hispanos crecen en las Fuerzas Armadas de los EE.UU.
Los latinos han sido parte del crecimiento histórico de las fuerzas armadas en el país y su presencia se está expandiendo continuamente.

El Pew Research Center mostró que el número de hispanos en servicio activo aumentó del 4 por ciento en la década de 1980 al 12 por ciento en 2015.
Hasta 2019, representaban el 16 por ciento. En números, se estima que los hispanos sean unos 224 mil de los 1 millón 400 mil miembros de las Fuerzas Armadas.

Una de las razones por las que se enlistan en los cuerpos militares son los beneficios educativos que proporcionan las Fuerzas Armadas, como el financiamiento de los estudios universitarios. Tal como lo hizo Julio. “Mi primo me incentivó a ingresar a los Marines. Pensé quedarme solo cuatro años mientras estudiaba en la universidad. Nunca imaginé que iba a estar involucrado en tanto”, dijo. “Hay un paseo de la vida y una obra de Dios con todo ello”, agregó.

Veterano de dos guerras
Los planes de una estadía corta en los Marines se aplacaron al poco tiempo que Julio se enlistó. Los ataques terroristas del 11 de septiembre dieron un giro a sus objetivos y el nicaragüense terminó sirviendo en dos guerras.
“Me enlisté el 14 de diciembre de 2000. Después de terminar mi primer entrenamiento llegué a mi base militar y dos meses más tarde ocurrieron los ataques que lo cambiaron todo”, dijo.

El 11 de septiembre de 2001, un grupo de 19 extremistas secuestraron cuatro aviones comerciales en la costa este del país y los estrellaron contra las Torres gemelas en Nueva York, el Pentágono en Washington y uno más que cayó en un campo abierto en Pensilvania. Casi 3 mil personas murieron. El grupo terrorista Al Qaeda se atribuyó las acciones.

Tras los ataques, el entonces presidente, George W. Bush, ordenó la invasión de Afganistán a fines de 2001. Había exigido que los talibanes, entonces gobernantes de facto en ese país, extraditaran a Osama Bin Laden, el autor intelectual de los actos terroristas. La negativa de los talibanes a hacerlo provocó la invasión. El conflicto duró 20 años hasta el pasado agosto cuando el presidente Joe Biden dirigió la retirada de las últimas tropas y el exilio afgano.

Paralelo a Afganistán, Estados Unidos encabezó otra invasión. Esta vez, contra Irak, en marzo de 2003. Bush señaló que el objetivo era “desarmar a Irak de armas de destrucción masiva”. Aunque no se encontraron. Funcionarios de los Estados Unidos alegaron que el presidente de Irak Sadam Husein y Al Qaeda habían estado cooperando, un hecho que tampoco se pudo verificar.

La guerra culminó en diciembre de 2011 con la retirada de las tropas aliadas.

Julio había cumplido 20 años cuando fue destacado a Irak ni bien empezó la guerra. “Estuve desde 2003 al 2005”, dijo sin dar detalles de lo experimentado, ni la misión que realizaba.

En 2011 después de ser entrenado para ser parte de equipos especiales, fue enviado a Afganistán.

Afganistán: “vivir el día sin pensar en el mañana”.
Julio describe parte de sus experiencias en Afganistán, sin dar detalles de su misión.
“Usualmente la gente, los soldados, los marinos se quedaban en una zona de protección, pero cualquier día que tenías que salir, debías ir preparado para recibir un disparo”, contó.

Las Fuerzas Armadas estadounidenses y aliadas dependían de los traductores afganos. “Ellos actuaban en forma anónima. Porque si los talibanes se daban cuenta de que estaban con nosotros tomaban acción”, dijo.

La geografía tan accidentada con montañas extensas, la falta de manejo del idioma eran factores que hacían a los militares estadounidenses más vulnerables.

Teniendo en cuenta esto, en ocasiones Julio tenía que salir de la zona de seguridad hacia un área remota. “Allí no hay calles, ni direcciones, ni puntos de referencia, todo es montaña alrededor”, expresó.
Julio estaba en el auto con un líder y un mentor de su equipo. “De pronto nuestro vehículo se malogró en medio de la nada”, contó.

Necesitaban ayuda, por lo que se contactaron con un traductor. La forma de hacerlo era a través de un software.

El afgano llegó con una camioneta, sin espacio interior por lo que los tres militares se sentaron en la parte posterior abierta del vehículo.

“Esa era una situación peligrosa. Teníamos que confiar en una persona que no sabíamos si nos podía traicionar. Estábamos totalmente expuestos y vulnerables. Cualquiera podría dispararnos”, recordó.

“Ahora puedo sonreír al contar la anécdota con humor negro; pero en ese momento hay una tensión única de no saber si vas a regresar vivo”, agregó.

Después de derrotar a los talibanes, Estados Unidos y la OTAN cambiaron sus operaciones militares para dedicarse a reconstruir un Estado y establecer una democracia en Afganistán, de una manera fallida. Si bien no había un enfrentamiento bélico abiertamente, los ataques de extremistas eran una amenaza latente.

“Había que aprender a vivir el día. Sin pensar en el mañana. “Tal vez ese día iba a explotar una bomba”.

Dejar ir
El Síndrome del Estrés Post Traumático (PSTD, en inglés) es una secuela que persigue a quienes han estado en una guerra. Según el Departamento de Asuntos de Veteranos Estados Unidos, 11 de cada 100 veteranos experimentan PSTD.

Julio lo ha superado y dice. “Hay cosas que no se pueden cambiar. Momentos poderosos que duelen pero tienes que dejarlos ir. Es algo que no se puede pensar si quieres seguir. Una parte de la mente lo bloquea”, expresó.

“Quería ser el mejor de los mejores”
Julio creció en los Marines superando metas. “Yo quería hacer algo diferente en la familia. Hacer cosas distintas”, dijo. “Me enlisté como un soldado normal y luego entré a formar parte de grupos especiales”, expresó.

Para ello, el marine recibió un entrenamiento especial entre 2005 y 2006.

“Fui destacado al Departamento de Estado y la DEA [Agencia Anti Drogas]. Por hablar español y tener otras habilidades me enviaron a otros departamentos”, contó.

Sirvió como asesor especial en grupos especiales de Latinoamérica para combatir al narcotráfico. “Estuve en El Salvador, México, Guatemala y el Caribe”, dijo.

Julio dice que se rodeó de gente más experimentada en el campo.

“Siempre estuve con gente más inteligente que yo y más fuerte que yo”.

También expresó que si bien aprendió todo en base a entrenamientos sabía que un título universitario lo respaldaría más.
Su primera casa de estudio fue el Northern Virginia Community College (NOVA) donde obtuvo un diploma asociado; luego obtuvo un bachiller en Terrorismo y Contraterrorismo de la Universidad Henley-Putman. Más tarde obtuvo un certificado en Administración de Negocios de la Universidad Villanova y después una maestría en terrorismo y contraterrorismo de la Henley-Putman.

Actualmente Julio trabaja para una agencia de inteligencia con operaciones secretas.

El amor a los Estados Unidos y el orgullo de haber pertenecido a los Marines los lleva muy dentro, sin olvidarse de sus raíces latinas.

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