Los incumplimientos rusos – ya sea de su gobierno, de sus empresas o de ambos – podrían tener repercusiones importantes.
Los mercados financieros subieron el viernes después de que los funcionarios rusos hicieran transferencias vitales a los inversionistas extranjeros, eludiendo lo que habría sido la primera cesación de pagos de la deuda soberana de Moscú en más de dos décadas. Pero, a pesar del suspiro colectivo de alivio en los recintos de las bolsas mundiales, el riesgo de una nueva crisis de la deuda rusa sigue acechando.
El problema actual es muy diferente al de 1998, cuando las turbulencias financieras y la falta de liquidez obligaron a Moscú a incumplir los pagos a los tenedores de bonos nacionales en un acontecimiento financiero que repercutió en el mundo entero. Esta vez, Rusia tiene mucho dinero en efectivo, pero una gran parte de sus reservas ha sido congelada por funcionarios estadounidenses, europeos y japoneses como castigo por su invasión a Ucrania.
Para amortiguar el impacto negativo en el sistema financiero mundial, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha dicho que permitirá a Moscú transferir fondos congelados para cubrir sus pagos de bonos extranjeros hasta el 25 de mayo. Pero es sólo una póliza de seguro limitada, que puede agotarse en cualquier momento.
Esto se debe, en parte, a que el presidente ruso Vladimir Putin ha sugerido que los acreedores extranjeros de las naciones “hostiles” pueden recibir sus pagos en los indeseables rublos en lugar de dólares o euros.
Lo importante es que los rusos no hicieron eso la semana pasada. Pero Moscú tiene casi $2,86 mil millones en intereses y pagos de bonos que vencen el 4 de abril, según el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF por sus siglas en inglés), una asociación del sector. Si Moscú intenta pagar en rublos, esa medida equivaldría a un incumplimiento soberano, según las agencias de calificación. Sería el primero de Rusia en cuanto a deuda externa desde que los bolcheviques interrumpieron los pagos en 1918.
En el pasado, este tipo de acontecimientos han infectado el sistema mundial a través del “contagio”, es decir, un efecto dominó financiero que se extiende a medida que los inversionistas, presas del pánico, retiran el dinero de los países extranjeros, impactando sus costos de endeudamiento, sus mercados bursátiles y sus tipos de cambio.
Ahora hay algunas buenas noticias. La economía mundial es hoy mucho más estable que en 1998, una época tumultuosa en la cual el default de Rusia tuvo lugar entre la crisis financiera asiática de 1997 y una cesación de pagos mucho más devastadora en Argentina en 2001. En aquel entonces, muchos mercados emergentes estaban plagados de sistemas cambiarios frágiles y elevadas cargas de deuda externa en dólares, riesgos financieros que muchas naciones han reducido en años recientes.
Los grandes gestores de dinero occidentales, los fondos de pensiones y otras instituciones que poseen cantidades significativas de deuda rusa sentirán el golpe. Pero Rusia no es ni siquiera una de las 10 primeras economías mundiales en términos de producto interno bruto, y se prevé que el dolor quede relativamente contenido. Rusia debe a sus acreedores extranjeros $62,5 mil millones, de los cuales $21,5 mil millones deben ser devueltos en dólares y euros. Eso es proporcionalmente menor en esquema global del mercado.
“Lo más probable es que haya que pasar a pérdida una gran parte”, me dijo Elina Ribakova, economista en jefe adjunta del IIF, una asociación del sector. “Será desagradable. Y hay fondos de pensiones globales, en el Reino Unido, Europa y Estados Unidos, que están implicados en esto. Pero estamos atentos a las señales del mercado y no vemos grandes dislocaciones”.
Pero también hay que tener en cuenta algunas grandes incógnitas.
Vivimos ahora en una era de instrumentos financieros exóticos, como las permutas de incumplimiento crediticio (CDS) – contratos que permiten a los inversionistas cubrir sus apuestas financieras -, que pueden volverse tóxicos rápidamente y provocar una crisis financiera a gran escala, como aprendió el mundo durante el colapso de las hipotecas subprime en Estados Unidos en 2008. Pocos predicen que se repita ahora. Pero el alcance total de la exposición global a estos CDS y otros pasivos ligados a la deuda rusa es todavía difícil de evaluar.
Carmen Reinhart, economista jefe del Banco Mundial, recordó la situación de Long-Term Capital Management (LTCM), un fondo de cobertura que requirió un rescate masivo debido a la quiebra rusa de 1998.
“¿Se acuerdan de LTCM? Nadie lo tenía en su radar al principio del default ruso en agosto de 1998”, dijo Reinhart a Bloomberg News. “Esas cosas empiezan a aflorar. Los riesgos de las carteras son opacos”.
Además, el dolor financiero de la guerra afectará especialmente a los países estrechamente vinculados a Rusia y a Ucrania por sus lazos comerciales, como Turquía, la República Checa, Hungría y Polonia.
La mayor repercusión de la guerra en la economía mundial sigue siendo el impacto de Rusia en los precios de las materias primas. Moscú es uno de los principales exportadores de petróleo, gas, metales y cereales, y las interrupciones del comercio debido a la guerra y a las sanciones occidentales ya han disparado los precios de las materias primas, agravando un brote de inflación mundial que ya era grave. En el ámbito nacional, es probable que Rusia se enfrente ahora a años de aislamiento financiero, ya que los inversionistas extranjeros no querrán invertir allí. Sus empresas, fuertemente endeudadas, también se enfrentan a nuevas barreras crediticias, y aumentan los temores sobre el creciente riesgo de default de las empresas rusas.
La cesación de pagos de Rusia -ya sea por parte de su gobierno, de sus empresas o de ambos – podría tener otros efectos en cadena al acelerar los flujos de divisas y las tasas de interés de los préstamos que ya están subiendo en una serie de países, lo cual pone presión sobre la capacidad de las naciones para financiar programas sociales, mejorar infraestructuras y pagar sus propias deudas. En 1998, la crisis de la deuda rusa provocó una corrida del real brasileño y la subida de las tasas de interés. Incluso el dólar estadounidense se desplomó tremendamente frente al yen japonés tras las pérdidas de LTCM relacionadas con Rusia.
La política monetaria mundial es en gran medida más estable ahora que entonces, pero los costos de los préstamos a nivel mundial ya están subiendo debido a que la Reserva Federal está aumentando las tasas de interés y poniendo fin a lo que ha sido un flujo mundial de dinero barato. Llega en un momento en el cual la era de la pandemia supuso un aumento histórico de la carga de endeudamiento nacional, especialmente para los mercados emergentes, ya que los países buscaron hacer frente a las recesiones económicas y a la explosión de los costos sanitarios y sociales. Sri Lanka, por ejemplo, está ahora sumida en la peor crisis económica desde su independencia en 1948, y necesita un salvavidas financiero de parte de India y potencialmente del Fondo Monetario Internacional.
Los costos de endeudamiento para los mercados emergentes han aumentado desde la invasión rusa, especialmente para los países de mayor riesgo y exposición a la guerra. La vecina Georgia es la que más ha sufrido. Pero también ha empeorado Egipto, el cual depende en gran medida de las exportaciones de grano ucraniano y ruso.
No serán los únicos que sientan el dolor, especialmente en caso de un incumplimiento total por parte de Rusia.
“Existen riesgos… para los países con grandes necesidades de financiamiento externo, especialmente en moneda extranjera”, dijo Ribakova. “Pienso en Turquía. Cualquiera con grandes necesidades de fondos externos. Allí es donde es probable que se sienta más el contagio”.
Washington Post – Anthony Faiola
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