Líderes financieros mundiales se reúnen en Alemania bajo crecientes temores de recesión que plantean nuevos obstáculos a los ataques económicos contra el Kremlin.
El creciente temor a una desaceleración económica global está complicando la campaña de los aliados de Occidente contra la economía de Rusia, en momentos en los cuales los líderes mundiales se esfuerzan por elaborar nuevos castigos para Moscú sin agravar la inflación y otros problemas financieros internos.
Cuando Rusia invadió Ucrania a finales de febrero, los líderes económicos estadounidenses y europeos creían que sus países estaban en vías de recuperarse de la pandemia del coronavirus y esperaban que la inflación se redujera. Sin embargo, tres meses después los ministros de finanzas reunidos esta semana en el oeste de Alemania se enfrentan a un panorama económico internacional más preocupante ante el temor de que los aumentos de tasas de interés que fijen los bancos centrales puedan contribuir a empujar partes de la economía mundial hacia la recesión. Estos vientos en contra ejercen sobre Estados Unidos y Europa la presión adicional de asegurarse que las sanciones a Rusia no inclinen aún más el mundo hacia una nueva crisis económica.
Según los expertos, las consecuencias económicas de la guerra ya han disparado el costo de los alimentos, lo cual puede provocar hambruna en algunas partes del mundo en desarrollo. Los precios de la energía también han subido en Europa y en Estados Unidos -a pesar de la medida del presidente Joe Biden de liberar una enorme cantidad de las reservas de petróleo del país-, lo cual suma presión a los consumidores que ya enfrentan las mayores tasas de inflación en cuatro décadas. Algunos líderes occidentales quieren ir mucho más allá para excluir a Rusia de la economía mundial privándola de sus importantes volúmenes de ventas internacionales de petróleo y gas. Pero puede haber límites al nivel de sufrimiento económico que los votantes están dispuestos a tolerar.
La Unión Europea recortó el lunes sus previsiones económicas a causa de la guerra en Ucrania y advirtió que las consecuencias de los combates podrían empeorar considerablemente la situación. “Una escalada de la guerra, una interrupción repentina de los suministros de energía o una mayor desaceleración de la actividad económica en Estados Unidos y China podrían dar lugar a un panorama mucho más sombrío”, advirtió la Comisión Europea.
“La situación económica mundial, en particular la elevada inflación, hace aún más difícil que los países occidentales impongan sanciones completas, especialmente a la energía rusa”, dijo Gerard DiPippo, miembro del programa de economía del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un grupo de expertos con sede en Washington D.C. Hasta la fecha, dijo DiPippo, las sanciones impuestas a Rusia “son las más completas impuestas a una economía importante desde la Segunda Guerra Mundial”. Pero, en última instancia, son un acto político que requiere el consentimiento del país que lo impone y que pueda aguantar el costo de cualquier repercusión o efecto en su propia economía”.
El alcance de las sanciones estadounidenses y europeas impuestas a Rusia por la guerra sigue siendo extraordinario, ya que las potencias occidentales tienen como objetivo las reservas del banco central del Kremlin, las élites financieras vinculadas al presidente ruso Vladimir Putin y sectores clave de la economía del país, como su base de defensa y su industria bancaria, entre otras medidas que pocos preveían al inicio de la guerra. El Instituto de Finanzas Internacionales ha calculado que la economía rusa podría contraerse hasta un 15 por ciento sólo este año.
Pero incluso cuando la UE ha trabajado con Estados Unidos y otros aliados para atacar a Moscú, ha seguido comprando combustibles fósiles rusos, manteniendo el flujo de dinero hacia Moscú. Algunos, entre ellos los países bálticos y algunos otros de Europa del Este, han presionado mucho para que el embargo sea total e inmediato. Otros se resisten, preocupados por las consecuencias económicas.
En abril, el bloque acordó eliminar gradualmente el carbón, pero sigue atascado en cuanto a petróleo y el gas. El 4 de mayo, tras semanas de deliberaciones, la Comisión Europea propuso un plan para eliminar progresivamente las importaciones de petróleo proveniente de Rusia. Incluyó prórrogas para dos países -Hungría y Eslovaquia- que siguen siendo muy dependientes de las importaciones, según los diplomáticos de la UE. Pero en las dos semanas transcurridas desde entonces, los países de la UE no han aprobado el acuerdo, ya que otros países han presionado para que se prorrogue y Hungría ha pedido más dinero para mejorar su infraestructura petrolera.
Se espera que los funcionarios y diplomáticos de la UE vuelvan a debatir este asunto el miércoles en Bruselas, aunque la atención se centrará en “REPowerEU”, el plan a más largo plazo del bloque para que Europa sea independiente de los combustibles fósiles rusos “mucho antes de 2030”. Los diplomáticos estarán atentos para ver si el plan incluye un financiamiento que pueda ayudar a convencer a Hungría de que se adhiera a la eliminación gradual del petróleo.
Funcionarios de EE.UU. y de la UE dijeron que todavía hay cierto optimismo de que habrá un acuerdo, eventualmente. Otros expertos señalan que los estadounidenses y los europeos se han movido con rapidez para castigar a Rusia incluso poniendo en riesgo sus propias economías, además de movilizar decenas de miles de millones en ayuda económica internacional para Ucrania.
“Creo que Europa, en general, se mantendrá firme junto al gobierno de Biden en el desarrollo y la aplicación de sanciones contra Rusia por su bárbara guerra contra Ucrania”, dijo Mark Sobel, que anteriormente fue subsecretario de política monetaria y financiera internacional en el Departamento del Tesoro.
Josep Borrell, responsable de la política exterior de la UE, reconoció el martes a los periodistas que la guerra podría provocar un aumento de los precios de los productos básicos en muchos países, pero dijo que Europa tendrá que adaptarse a las nuevas circunstancias.
“Todos nuestros socios consideran y sienten el impacto directo que la guerra de Rusia está causando en todo el mundo. Lo he dicho antes: en los precios de la energía, en la escasez de alimentos y en la inflación”, dijo Borrell. “Desgraciadamente, todas estas cosas juntas llevarán al mundo al borde de otra recesión hagan lo que hagan. Tendremos que adaptar nuestro apoyo financiero en función de estas nuevas necesidades”.
La propuesta sobre el petróleo que tienen ahora sobre la mesa los países de la UE no incluye ninguna medida sobre el gas ruso, donde el desacuerdo entre los Estados miembros es aún mayor.
En los últimos días, el bloque también pareció suavizar su tono sobre si los países de la UE pueden seguir comprando gas ruso sin violar las sanciones, allanando el camino para que los países europeos sigan comprando a pesar de la retórica belicosa del bloque sobre la guerra.
Encontrar una manera de que las empresas mantengan el flujo de gas podría ayudar a evitar un enfrentamiento con Rusia cuando llegue la próxima ronda de facturas. En abril, Gazprom, la compañía de gas controlada por el Estado ruso, cortó el suministro de gas natural a Polonia y Bulgaria cuando éstas se negaron a pagar en rublos, y amenazó con más cortes.
También se ha desvanecido el intento de limitar el costo de la energía rusa, aunque se esperaba que los líderes financieros mundiales debatieran la idea en la conferencia del G-7 celebrada en Alemania. Funcionarios del Tesoro plantearon recientemente a los europeos ideas para imponer mecanismos de precios que podrían combinarse con su compromiso de prohibir la energía rusa tras un periodo inicial, según una persona familiarizada con el asunto, que habló bajo condición de anonimato para describir conversaciones privadas. Pero ese plan se lleva discutiendo desde hace semanas y hasta ahora ha tenido poco éxito. La secretaria del Tesoro, Janet L. Yellen, dijo el martes a la prensa que Estados Unidos y los europeos han discutido una amplia gama de opciones, pero señaló: “Ellos deben decidir lo que les conviene”.
Washington Post – Jeff Stein y Emily Rauhala
Lea el artículo original aquí.