Por Carmen Rodríguez | @LaRodriguezCJ
Un grupo de vendedores informales de Washington DC, quiene se han autodenominado como “Vendedores Unidos”, están preocupados porque creen que podrían ser desalojados por las autoridades debido a que no cuentan con permisos para comercializar sus productos. Los vendedores, latinos, colocaron sus puestos de ventas frente a la estación del metro de Columbia Heights hace más de ocho años.
Según los comerciantes, la amenaza del desalojo es algo con lo que han aprendido a convivir mientras se desempeñan en un día “normal” de trabajo.
Después de incidentes, en los que, aseguran, hubo violencia y acoso policial hace casi diez años cuando las autoridades intentaron impedir que montaran sus puestos de venta en la zona, el temor les invade cada vez que observan llegar a un carro de la policía.
“Cuando veo que viene un carro de la policía, yo soy de las que no levanta la cara, como que si hubiera hecho algo malo y no queremos que esto vuelva a ocurrir, no queremos ser acosados por la policía. Estamos traumados por eso y solo pedimos que nos permitan hacer nuestro trabajo, ganarnos el pan para nuestras familias”, dijo Magnolia Álvarez, una de las vendedoras afectadas.
Una de la solución que plantea el grupo de vendedores, es que se despenalicen los negocios y a los vendedores informales, para que su trabajo no se vea con una actividad criminal. La concejal Brianne Nadeau ha presentado dos propuestas en el Concejo municipal buscando una solución favorable para los vendedores a este problema.
“Nosotros ya tenemos cerca de ocho años en esta esquina. Estamos pidiendo que sea descriminalizado que estemos vendiendo en la calle, porque no es un crimen estar vendiendo en esta esquina, simplemente vendemos mangos, sandías, taquitos. Solo estamos pidiendo que pasen una ley para que no nos traten como que fuéramos criminales”, dijo Reina Sosa, una de las vendedoras de la zona.
Sosa es del grupo de los más afectados, cerca de 12 vendedores. Ella vende frutas, refrescos y antojitos tostados. Entre las ventas, hay algunos puestos de ropa, lociones, artesanías centroamericanas, elotes y hasta velas aromáticas. Todos, señalan que sus negocios informales son el sustento de la economía de sus familias.
Además, los negocios también son una fuente de trabajo para otros miembros de las familias. Reina vende en el puesto con sus dos hijos mayores, que crecieron en el negocio. Tanto Reina como Magnolia, señalan que sienten temor de que la policía un día arreste a sus hijos por realizar una actividad que genera el sustento, pero que está catalogada por la ley como algo ilegal.
“Somos gente que quiere sobre vivir. La economía del país en este momento, después de la pandemia está difícil y para nosotros, con nuestras ventas, esto nos sostiene y vamos pasando el día a día, no es que nosotros seamos ricos. Simplemente somos gente que vamos pasando día a día”, dijo Sosa.
La mujer explicó que antes de la pandemia habían establecido una dinámica junto a otros vendedores cuando veían llegar a la policía. Todos guardaban sus ventas y se retiraban de la zona para evitar tener algún problema con las autoridades y así había transcurrido el tiempo, escondiendo sus negocios cuando era necesario.
Durante la pandemia, los vendedores dicen que no hubo problemas, ni altercados y que pudieron trabajar tranquilamente. Sin embargo, las cosas cambiaron hace unas semanas cuando la policía empezó a llegar nuevamente para impedir que coloquen sus puestos en el lugar.
No hay permisos para Columbia Heights

La Alcaldía de Washington DC requiere que todos los vendedores informales o “vendedores de la calle” que ofrecen algún servicio o que venden alimentos y otros objetos de consumo, que tengan un permiso de ventas, que se tramitan en el Departamento de Asuntos Regulatorios del Consumidor (DACRA por su sigla en inglés) y es otorgado para que una persona pueda comercializar sus productos exclusivamente en los espacios públicos de DC.
Hay de cuatro tipos y para poder iniciar el proceso, los vendedores tienen que leer todo el reglamento sobre ventas de la oficina municipal. Los precios de cada licencia varían entre los $337.8 y los $1 mil 200. Sin embargo, en este momento DACRA ha suspendido su emisión para vendedores informales o de la calle en la zona de Columbia Heights.
Además de leer el reglamento, los vendedores de alimentos y bebidas necesitan obtener un permiso de salubridad. Para algunos, el hecho de tener que reunir muchos documentos, que a veces no tienen, resulta un obstáculo y un proceso tedioso.
La concejal Nadeau dijo a El Tiempo Latino que el año pasado presentó dos propuestas para buscar una solución al problema de las licencias y de las ventas callejeras. “Una fue para descriminalizar las ventas callejeras y hacer más fácil para ellos el obtener sus licencias y la otra ayudará a crear una zona de ventas callejeras en Columbia Heights”, dijo la funcionaria.
Según la concejal, el tema principal para la solución de este problema es descriminalizar las ventas callejeras y permitir que estos vendedores puedan obtener un permiso para operar. “No hay razón para que la policía se involucre en este problema porque este es un tema regulatorio, no de acción criminal”, dijo Nadeau.
Ambas propuestas están en pausa, porque necesitan pasar a una audiencia, en donde el Concejo deberá escuchar a los afectados y a las otras partes involucradas. Pero, por el momento ninguna de las propuestas ha encontrado el apoyo necesario para avanzar.
Otros problemas y otros vendedores

Una de las vendedoras, quien prefirió no ser identificada afirmó que el problema y el temor ha aumentado porque otros vendedores callejeros que habían estado en otras zonas llegaron Columbia Heights buscando espacios para colocar sus puestos. Estos nuevos vendedores han llamado a la policía cuando no logran encontrar un espacio o porque no están de acuerdo con los comerciantes latinos sean mayoría.
“No es que no querramos que ellos estén aquí, todos tenemos derecho a buscar el pan de cada día y a trabajar. El problema es que ellos quieren que nos quitemos y ahí empiezan problemas y discusiones. Llega la policía y nos termina quitando a todos”, dijo la mujer.
La vendedora señaló durante la protesta que no solo la policía representa temor para ella y su familia. Pues, ya ha sido víctima de violencia por parte de sujetos que también llegan a comercializar sus productos. Esta vendedora dice que en una ocasión fue golpeada por unos hombres que no hablaban español.
Mientras los Vendedores Unidos se pronunciaban en la esquina de Columbia Heights e Irving St., otro grupo de comerciantes señalaron que las “cosas eran diferentes”. Según uno de los vendedores, que tampoco quiso ser identificado, sí ha habido intentos de desalojo; sin embargo, este hombre señala que no ha existido acoso policial en ningún momento.
De acuerdo con este vendedor, desde la pandemia no ha habido incidentes, ni intentos de desalojos. El hombre dice que ayuda a una familias con su venta y confirma que el pequeño negocio informal les ayuda a mantener la economía del lugar.
El Tiempo Latino intentó obtener un comentario de la Oficina de la Alcaldesa Muriel Bowser y de la Oficina de Asuntos Latinos MOLA, al respecto. Al cierre de esta nota, no hubo ninguna declaración.