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La deuda, y no sólo la inflación, también debería ser motivo de alarma

El presidente del banco central australiano, Phillip Lowe (C), conversa con el tesorero de Australia, Jim Chalmers (I) y el gobernador del banco de reserva de la India, Shaktikanta Das (D), durante la reunión de autoridades financieras del G20. Lowe es actualmente el director ejecutivo del Comité para el Sistema Financiero Global, el cual da seguimiento a los mercados por mandato de los las principales autoridades monetarias del mundo. FOTO: EFE/EPA/MADE NAGI / POOL.

Los expertos han ignorado durante mucho tiempo el problema porque el descenso de las tasas de interés mantuvo bajos los costos del servicio de la deuda para los prestatarios.

Esta semana han surgido más datos económicos desconcertantes. Por ejemplo, el miércoles se supo que la inflación anual de Estados Unidos alcanzó el 9,1 por ciento en junio, el nivel más alto desde 1981.

Por tanto, esto refuerza las expectativas de fuertes subidas de tasas de interés en el futuro.  Esto, a su vez, está llevando a organismos como el FMI a recortar las previsiones de crecimiento, tanto en Estados Unidos como en otros países.

Pero mientras los inversionistas y los economistas se preocupan por la recesión, hay otra cuestión relacionada que hay que considerar: ¿cómo afectarán la alta inflación y el aumento de las tasas a la creciente montaña de deuda mundial?

Durante la mayor parte de los últimos diez años, el tema de la deuda ha sido a menudo ignorado por los expertos, ya que durante varias décadas un descenso de las tasas y de la inflación mantuvo bajos o a la baja los costos del servicio de la deuda para los prestatarios. Pero la cifra del miércoles subraya que el clima ha cambiado. Los datos de la deuda son tan llamativos como la inflación.

Un reciente informe de JPMorgan, que se basa en las estadísticas del Instituto de Finanzas Internacionales detalla el problema claramente. Señala que el total de la deuda mundial alcanzó el 352 por ciento del producto interno bruto en el primer trimestre de este año.  Dos tercios de esta corresponden a deuda del sector privado, y un tercio a deuda del sector público.

La buena noticia es que esta proporción ha disminuido ligeramente desde el máximo de 366 por ciento alcanzado a principios de 2021, debido al fuerte crecimiento mundial.  La mala noticia, sin embargo, es que la proporción actual sigue estando 28 puntos porcentuales por encima de los niveles de 2019, antes de que los cierres por Covid-19 provocaran un frenético endeudamiento del gobierno y del sector privado.

Además, el aumento de la época de la pandemia fue generalizado y se produjo después de un gran salto de la deuda durante la crisis financiera mundial de 2008, y el primero fue considerablemente mayor que el segundo.  Por lo tanto, la deuda total mundial actual, en relación con el PIB, es más del doble de los niveles de 2006, y es el triple de la proporción en el 2000 (cuando estaba por debajo del 100 por ciento).

Sí, es así: el apalancamiento del sistema económico mundial se ha multiplicado por más de tres en lo que va del siglo; y la principal razón por la cual esto pasó (mayormente) desapercibido fue el descenso de las tasas de interés.

¿Y qué pasa ahora si las tasas suben? Nadie lo sabe.  Si se quiere ser optimista, se podría argumentar que no hay necesidad de entrar en pánico, ya que la espiral de la deuda es una característica de un mundo globalmente integrado cada vez más sofisticado, no un error. Al igual que los consumidores del siglo XXI suelen utilizar tarjetas de crédito en lugar de dinero en efectivo para hacer sus compras, lo que hace que la deuda de los consumidores parezca mayor que antes, aunque el gasto minorista no cambie, la actividad corporativa de hoy en día está impulsada por flujos de crédito cada vez más complejos.

Dentro de las cifras finales de la deuda bruta también hay flujos de crédito que a veces se anulan entre sí, y el aumento del valor de los pasivos a veces se corresponde con el aumento del valor de los activos.  Así, si bien Japón tiene la relación deuda-PIB más alta del mundo, eso es en parte porque los diferentes organismos públicos se endeudan entre sí.

Y aunque la deuda del sector privado de China es casi tres veces el PIB, el gobierno, que tiene mucho dinero, está respaldando implícitamente algunos préstamos. Del mismo modo, aunque Estados Unidos también tiene una deuda tres veces superior al PIB, este endeudamiento se ve compensado en parte por el aumento del valor de los activos privados y públicos.

"El aumento total de la deuda bruta podría exagerar el aumento de la vulnerabilidad de la deuda", señala un reciente informe del Comité sobre el Sistema Financiero Mundial (CGFS por sus siglas en inglés).  Añade que cualquier "análisis de las distribuciones [de las vulnerabilidades] requiere microdatos, que a menudo no están disponibles en fuentes públicas". La naturaleza de los acreedores, del valor de los activos de compensación y del vencimiento promedio de la deuda son importantes.

Sin embargo, incluso con estas advertencias, la tendencia es claramente preocupante a criterio de CGFS, hasta el punto de que su informe utiliza los datos internos de los bancos centrales para intentar modelar algunas de las "vulnerabilidades" del sector privado.  Esto produce una serie de microdatos sorprendentes.  Por citar un ejemplo: mientras que el 50 por ciento de la deuda que asumieron las empresas en Italia y España durante la época de la pandemia vence en los próximos dos años (lo cual las hace vulnerables a las alzas de tasas), en Alemania y Estados Unidos la proporción es solo del 25 por ciento.

O, por citar otro ejemplo: el CGFS calcula que el 17 por ciento de las empresas de economías industrializadas son "zombis", o entidades que solo pueden mantenerse vivas gracias a las bajas tasas de interés; en 2006 esta proporción era del 10 por ciento.  Un tercer dato: alrededor del 90 por ciento de los hogares alemanes espera que los precios de la vivienda sigan subiendo, frente al 40 por ciento de principios de 2020, un patrón que puede "amplificar el actual repunte del crédito familiar, según el CGFS.

Estos detalles sugieren que el aumento de las tasas de interés creará muchas minicrisis de deuda en los próximos años. De hecho, ya están apareciendo: en el sector soberano (un ejemplo es Sri Lanka); en el mundo empresarial occidental (con Aerolíneas Escandinavas o Revlon); y en el ámbito corporativo de los mercados emergentes (en casos como el de Evergrande de China).

Pero la pregunta realmente fascinante es la de mayor importancia: ¿puede un sistema apalancado tres veces reducir realmente su endeudamiento, sin sufrir una crisis en todos sus ámbitos (es decir, un incumplimiento masivo)?  Después de todo, es poco probable que el crecimiento proporcione una vía de salida.  Y aunque la inflación es "una vía posible para reducir la deuda en relación con el PIB", como señala el informe de JPMorgan, eso solo funciona si la inflación "es imprevista y no hace subir las tasas de interés". Ahí está el reto para los banqueros centrales y la enorme cuestión filosófica que se cierne sobre el sistema económico mundial del siglo XXI.

Gillian Tett

Derechos de Autor - The Financial Times Limited 2021.

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