Algunos cuestionan si la política restrictiva de la Fed irá demasiado lejos y llevará a una recesión.
El presidente Joe Biden y sus principales asesores insisten en que la economía estadounidense sigue siendo fuerte, incluso cuando muestra nuevos signos de debilitamiento y los propios aliados de la Casa Blanca expresan su inquietud por la respuesta del gobierno al aumento de los precios.
Cuando la inflación se disparó el año pasado, Biden y sus principales colaboradores dejaron claro en repetidas ocasiones que confiaban en que la Reserva Federal podría controlar la subida de los precios con tasas de interés más altas y otras herramientas de política monetaria.
Pero con el presidente de la Fed, Jerome Powell, actuando de manera agresiva, la Casa Blanca se enfrenta ahora a la posibilidad de que estos esfuerzos sean excesivos y lleven a la economía hacia una recesión. El jueves, la Oficina de Análisis Económico informó de que el crecimiento se había contraído por segundo trimestre consecutivo, mientras que la inversión empresarial y el gasto de los consumidores cayeron de forma significativa. Las solicitudes de seguro de desempleo han aumentado en las últimas semanas, lo que sugiere que están surgiendo nuevas grietas en el mercado laboral, y el último informe sobre la inflación de este mes mostró que los precios subieron en junio un 9,1 por ciento con respecto al año pasado.
La doble amenaza que supone una economía que se ralentiza notablemente y que además se enfrenta a precios por las nubes ha fracturado a los aliados de la administración, con Demócratas liberales y centristas cada vez más enfrentados sobre si la Casa Blanca debería alarmarse por las acciones de la Reserva Federal. La senadora Elizabeth Warren, Demócrata de Massachusetts, y varios economistas de izquierda temen que los aumentos de las tasas de la Reserva Federal puedan provocar pérdidas de empleo que reviertan los avances conseguidos bajo el gobierno de Biden, mientras que otros dicen que la Casa Blanca tiene que mantenerse al margen mientras la Reserva Federal toma medidas drásticas para reducir una inflación que está al rojo vivo.
Los impulsos contradictorios reflejan un problema político que amenaza con socavar la presidencia de Biden de cara a las próximas elecciones de mitad de mandato, a la vez que crece el enorme descontento de los votantes sobre la economía.
"Los datos económicos son alarmantes. No necesitamos que la Reserva Federal lleve la economía a una recesión, y las cifras muestran que es un riesgo real", declaró Warren en una entrevista. "Jamás se ha construido una economía fuerte tratando de dejar a más gente sin trabajo, y eso es exactamente lo que Jerome Powell está tratando de hacer".
Larry Summers, el Demócrata ex secretario del Tesoro que ha criticado duramente la ley de incentivos que la Casa Blanca impulsó el año pasado, contraatacó: "Nuestro problema no es que la Reserva Federal actúe tan agresivamente; nuestro problema es que la Reserva Federal fue demasiado lenta para responder a una amenaza de inflación creciente. . . Muchos de la extrema izquierda fueron los principales defensores del equipo ‘transitoria’ el año pasado, y se demostró que sus opiniones son totalmente equivocadas, tal como han reconocido los honestos."
A medida que el debate se intensifica, la Casa Blanca se encuentra en la incómoda posición de tratar de apaciguar los temores de ambas partes diciendo que Powell todavía puede lograr un "aterrizaje suave" que evite una recesión al mismo tiempo que el banco central también reduce la inflación.
El jueves, Biden elogió repetidamente el alcance de los avances en el nivel de empleo y del crecimiento económico que se han producido durante su gobierno. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, también subrayó ante los periodistas que el descenso del producto interno bruto de este trimestre se debió a factores técnicos, como la disminución de los inventarios de las empresas, y que la demanda de los consumidores sigue siendo fuerte.
"Si observamos la economía, la creación de empleos continúa, las finanzas de los hogares siguen siendo sólidas, los consumidores siguen gastando y las empresas están creciendo", mencionó Yellen. Normalmente, comentó, las recesiones se caracterizan por el cierre generalizado de empresas y los despidos masivos. "No estamos viendo nada de eso en este momento", explicó a los periodistas.
Citando los sólidos datos económicos, Biden también afirmó: "No me parece que esto sea una recesión".
Los comentarios de Biden y Yellen fueron parte de un gran esfuerzo que han hecho los funcionarios de la administración esta semana para refutar las afirmaciones del GOP de que la economía ya está en recesión. Insistieron en que ese pronunciamiento históricamente lo hacen los economistas no partidistas de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas. Muchos Republicanos argumentaron, incluso antes de que se dieran a conocer los nuevos datos, que dos trimestres consecutivos de contracción económica casi siempre apuntan a una recesión.
La estrategia de la Casa Blanca podría ser contraproducente. Los intentos de los asesores de Biden por describir la inflación como "transitoria" el año pasado resultaron un fracaso, ya que la administración se vio obligada a dejar de dar ese mensaje cuando los precios siguieron subiendo. Sus intentos de negar una recesión podrían resultar igualmente contraproducentes si más adelante ésta se materializa, eclipsando el aspecto positivo que podría tener políticamente un acuerdo climático y energético de gran alcance en el Senado.
"Deberían haber aprendido de su experiencia con la palabra 'transitoria' que obsesionarse demasiado con las etiquetas puede conducir a malos resultados. El hecho de que no estemos hoy en una recesión no significa que eso no vaya a suceder en un futuro cercano: todos los indicios apuntan a una desaceleración significativa de la economía estadounidense", destacó Stephen Miran, que fue un alto funcionario del Departamento del Tesoro durante el gobierno de Donald Trump y es el cofundador de Amberwave Partners, un fondo de inversión. “Es solo cuestión de tiempo”.
Yellen declaró que la administración está enfocada en abordar las formas en que los estadounidenses están sintiendo los efectos de la inflación, no en etiquetar la economía. "Debemos evitar una batalla semántica", expuso a los periodistas.
Sin embargo, los intentos de la Reserva Federal para resolver un problema económico podrían conducir a otro. Powell ha declarado que el mercado laboral es insostenible y que la única manera de volver a estabilizarlo es enfriar la demanda de nuevas contrataciones. Las previsiones económicas de la Fed también muestran que la tasa de desempleo aumenta un poco a medida que las tasas de interés suben. Summers ha llegado a decir que Estados Unidos necesita una tasa de desempleo del 5 por ciento en cinco años para reducir la inflación, un análisis que Yellen rechazó.
Gran parte del reto de la Fed reside en el hecho de que su principal herramienta es subir las tasas de interés, que son masivas y contundentes. Hasta ahora, la Reserva Federal ha vuelto a subir las tasas hasta lo que se considera "neutral", es decir, sin intención de frenar ni de impulsar la economía.
"Restaurar la estabilidad de los precios es algo que tenemos que hacer", afirmó Powell recientemente. "No hay opción de no hacerlo, porque eso es lo que permite tener un mercado laboral fuerte a lo largo del tiempo".
Algunos economistas liberales y legisladores Demócratas cuestionan el enfoque de la Fed. Yellen mencionó el jueves que más de la mitad de la inflación se debe a las crisis de suministro vinculadas a la guerra en Ucrania, que hizo subir el precio de los alimentos y el combustible. Los legisladores liberales afirman que la reducción de la demanda (el objetivo que tiene el aumento de las tasas de interés) no servirá para aliviar la inflación causada por la escasez de oferta.
"El presidente debería aprobar la Ley de Reducción de la Inflación y ponerse delante de Powell antes de que conduzca la recuperación hacia un precipicio", espetó Lindsay Owens, directora ejecutiva de Groundwork Collaborative, un grupo de expertos de izquierda.
Otros economistas no están de acuerdo y afirman que la inflación sigue siendo demasiado alta, incluso excluyendo las materias primas volátiles.
Dentro de la Casa Blanca, muchos funcionarios se resignan a la realidad de que tal vez no haya mucho que puedan hacer al respecto. Biden prometió proteger la independencia de la Fed, a diferencia de Trump, que constantemente intentó sermonear al banco para que bajara las tasas. Hay pocas razones para creer que Biden criticaría a Powell por subir las tasas, aunque aumenten los despidos.
"Ciertamente, hay gente en la Casa Blanca que está preocupada por que la Fed no dé en el blanco, pero en general hay un estado de Oración de la Serenidad", donde los ayudantes de Biden aseguran que hay poco que puedan hacer para alterar la trayectoria de la Fed, dijo un asesor externo de la Casa Blanca, hablando bajo la condición de anonimato para reflejar las conversaciones privadas con funcionarios de la administración.
Washington Post - Jeff Stein y Tony Romm
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