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Una "codicia grotesca" se impone en medio crisis mundiales

En medio de una espiral inflacionaria que ha causado un rápido aumento en los precios de la gasolina y golpeado a los hogares de clase media, las grandes empresas petroleras han generado ganancias sin precedentes para sus accionistas y ejecutivos – una afrenta sin precedentes a la justicia social. FOTO: Bloomberg por Gabby Jones.

A la vez que cientos de millones de personas en todo el mundo sufren las consecuencias del aumento de los precios en las gasolineras, en el último trimestre las cinco gigantes del petróleo -BP, ExxonMobil, Chevron, Shell y TotalEnergies- ganaron $55 mil millones.

Desde hace meses, el aumento de la inflación ha provocado confusión tanto en los países pobres como en los ricos. El aumento de los costos, que ha alcanzado su nivel máximo en 40 años, se debe en gran medida a los efectos globales de la pandemia, combinados con las repentinas interrupciones de la cadena de suministro y los problemas del mercado energético derivados de la invasión de Rusia en Ucrania. Sus efectos han sido profundos y de gran alcance.

Algunos países ya están inmersos en dolorosas contracciones económicas; para otros, incluido Estados Unidos, la perspectiva de una recesión parece estar a la vuelta de la esquina. Europa, atrapada por su dependencia del gas ruso, se prepara para lo que se anuncia como un "invierno de la desesperación". Las agencias de ayuda y los funcionarios de la ONU advierten de que el hambre acecha al planeta, ya que el aumento de los precios pone los productos básicos fuera del alcance de decenas de millones de personas. La vorágine macroeconómica mundial ya ha hecho colapsar una economía en desarrollo, plagada de deudas (Sri Lanka), mientras que otras naciones (Zambia, Laos y Pakistán, por nombrar algunas) se encuentran al borde del precipicio.

Pero para las grandes multinacionales de los combustibles fósiles, es su mejor momento.

Los recientes informes de resultados del segundo trimestre ofrecieron cifras sorprendentes: BP obtuvo beneficios en el segundo trimestre por valor de $8,5 mil millones, su mayor excedente de beneficios en 14 años. ExxonMobil fue más allá: sus $7,9 mil millones de ganancia neta fueron el mayor beneficio trimestral de su historia. La estadounidense Chevron, la londinense Shell y la francesa TotalEnergies también registraron resultados muy positivos. En conjunto, estas cinco grandes empresas ganaron $55 mil millones el trimestre pasado, mientras cientos de millones de personas en todo el mundo sufrian el peso del aumento de los precios en los surtidores.

Y no es sólo el petróleo y el gas: el carbón, que los defensores del clima buscan desesperadamente eliminar, también está aumentando. Glencore, el mayor transportista de carbón del mundo, obtuvo beneficios récord en el primer semestre de 2022 y tiene previsto repartir $4,5 millardos más en dividendos y recompras acciones.

El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, considera que esta situación es aberrante. En sus declaraciones de la semana pasada, arremetió contra las empresas energéticas por sus precios abusivos en un momento de crisis mundial e instó a los gobiernos a gravar con impuestos las ganancias de estas compañías.

"Es inmoral que las empresas petroleras y de gas obtengan beneficios récord de esta crisis energética a costa de las personas y comunidades más pobres, con un costo enorme para el clima", dijo Guterres, asumiendo una vez más su eterno papel de pregonero de la amenaza del cambio climático y de la necesidad de que los gobiernos reduzcan drásticamente las emisiones.

"Esta codicia grotesca... está castigando a los más pobres y vulnerables, mientras destruye nuestro único hogar", añadió.

Un gran número de países, especialmente en Europa, han intentado recaudar fondos de las empresas que obtuvieron enormes beneficios tras la invasión rusa de Ucrania. Los resultados han sido dispares. El Gobierno italiano, actualmente en un momento de transición, ha informado recientemente que el impuesto del 25 por ciento sobre las empresas energéticas italianas no ha dado hasta ahora los frutos esperados por las autoridades, ya que algunas compañías parecen rechazar el pago. Se espera que los fondos se redistribuyan para ayudar a los hogares y las empresas en dificultades.

El mes pasado, el gobierno conservador británico impulsó su propio impuesto del 25 por ciento sobre las empresas que operan en el Mar del Norte, iniciativa que los funcionarios creen que ayudará a recaudar 5 mil millones de libras ($6 mil millones) adicionales durante el próximo año para ayudar a la población británica con sus costos energéticos. Los políticos laboristas de la oposición, que quieren que se supriman las exenciones fiscales y las subvenciones a las empresas petroleras, calificaron la medida de insuficiente.

Los homólogos tories del otro lado del Atlántico son aún más protectores de los combustibles fósiles. La legislación Demócrata que frenaría el alza de precios e impondría una forma de impuesto sobre las ganancias inesperadas a las empresas estadounidenses se enfrenta a un obstáculo fundamental en el Congreso, ya que los Republicanos del Senado se oponen firmemente a imponer tales medidas a la industria petrolera.

Los ejecutivos de la industria petrolera han insistido en que están reinvirtiendo parte de sus beneficios en proyectos que forman parte de una transición energética verde más amplia. Algunos expertos en petróleo indican también que la rentabilidad del sector energético es cíclica y está sujeta a la volatilidad del mercado.  "El sector disfruta actualmente de unos niveles de rentabilidad récord, pero hace dos años el desplome de las materias primas relacionadas con el Covid fue una debacle épica", dijo a mis colegas Pavel Molchanov, del banco de inversión Raymond James.

Los activistas ecológicos sostienen que el aumento de los beneficios en el último semestre y el ritmo lento de la transición energética forman parte del plan de las empresas de combustibles fósiles, muchas de las cuales han destinado grandes sumas en presionar a las principales economías del Grupo de los 20 para que frenen la escala y la velocidad de sus políticas de reducción de carbono.

"Durante décadas, la política climática se ha diseñado sobre la base de la teoría de que podemos reducir la demanda de combustibles fósiles y aumentar el precio del carbono y que el mercado – fuertemente impulsado por alternativas como la eólica y la solar que ahora son más baratas que los combustibles fósiles - responderá limitando la oferta", escribió Tzeporah Berman en The Guardian. "Pero eso no está ocurriendo lo suficientemente rápido porque actualmente no hay ningún mecanismo para contrarrestar las exenciones fiscales, las subvenciones a los combustibles fósiles y las tácticas de retraso que están distorsionando los mercados".

Más allá de la bonanza de los accionistas de las empresas petroleras se encuentran las crecientes dificultades que enfrentan cientos de millones de personas de a pie en todo el mundo. Según los datos de la ONU, los precios mundiales de los alimentos han subido alrededor de un 50 por ciento desde diciembre de 2019, es decir, antes del inicio de la pandemia. Y desde principios de este año, el precio del crudo subió un 26 por ciento y, en consecuencia, los precios del transporte marítimo mundial se dispararon un 22 por ciento.

Incluso antes de la invasión rusa de Ucrania, las agencias de la ONU estimaban que unos 828 millones de personas (una décima parte de la población mundial), estaban desnutridas en 2021. Ahora, unos 50 millones de personas en 45 países están al borde de la hambruna, según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, y se espera que las condiciones empeoren al final del verano del hemisferio norte.

"Los presupuestos de los hogares de todo el mundo se están viendo afectados por los altos precios de los alimentos, el transporte y la energía, alimentados por el colapso climático y la guerra", dijo Guterres la semana pasada. "Esto amenaza con una crisis de hambre para los hogares más pobres, y con graves reducciones de gastos para los que tienen ingresos cercanos a la media".

Washington Post -  Ishaan Tharoor

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