Que ruede el balón y comience la fiesta. Hiperbólicamente y en lenguaje futbolístico, el mundo detendrá la respiración ante un penalti y hará que su grito de gol se escuche hasta en las estrellas. Los hermanos, primos, sobrinos Gámez y sus esposas también vivirán esta copa mundial de fútbol como manda la tradición: con un asado familiar los fines de semana o una reunión de amigos para gozar de una pasión que desde que tienen uso de razón corre por sus venas, el fútbol.
Es que Elmer Gámez fue futbolista profesional. Jugó en la selección de su país, El Salvador. Durante varios años fue parte del club C.D. Águila, uno de los de mayor hinchada en esa nación centroamericana. “Llegamos a ser subcampeones”, dice con cierta añoranza y aún más se apodera de él la nostalgia de la última vez que El Salvador estuvo en el campeonato mundial de fútbol. “Fue en 1982, yo aún no había nacido, pero me dicen que fue alucinante”.
Su ir y venir en una cancha no se acabó cuando dijo adiós al club C.D. Águila ni cuando vino a Estados Unidos. Sigue jugando como aficionado e inyectando su amor por el rey de los deportes en sus dos hijos pequeños.
A modo poeta. “El ballet de las masas”, como diría del fútbol Dmitri Shostakovich, uno de los más apreciados compositores rusos del siglo pasado, es la alegría de los domingos de los hermanos Gámez, al igual que de millones de familias en un mundo que se extiende desde el Río Grande hasta la Patagonia.

Tiempo de acalorados debates
Aunque el invierno empieza a dar sus primeras señales, para los Gámez este mes de fútbol, que comienza el 20 de noviembre, será como un verano. Cuatro semanas de acalorados debates sobre oportunidades perdidas, balones que se estamparon contra el poste del arco, árbitros “vendidos”, penaltis injustos, goles bien logrados y mucha cerveza.
“Desde chiquito siempre le he ido al Real Madrid. Es el que más ligas ha ganado y juega un fútbol limpio y profesional”, así explica Gámez el por qué el balompié europeo levanta tanto entusiasmo entre los latinoamericanos. El abanico de sus jugadores favoritos tiene varios pliegues, entre ellos se destacan Cristiano Ronaldo, Lionel Messi, Ángel Di María y Neymar Jr. Por supuesto, no puede faltar en la lista de un futbolista y e hincha salvadoreño, el nombre de Mágico González. “En mi país ha sido el mejor de todos los tiempos y hace poco le hicieron un homenaje”.
Que por preferencias no falten: si a España no le va bien, tiene a Brasil y Portugal en el as de su manga. “Sobre todo me gustan los brasileños, son unos genios del juego bonito y los que más han ganado mundiales”.

Los partidos por diferido
Al comienzo del campeonato mundial serán tres o cuatro partidos al día, los horarios para este lado del hemisferio serán complicados para ver en directo. Hay que compatibilizar con las horas de trabajo, pero la familia Gámez hará lo posible para verlos en diferido. Los días libres se citarán en un restaurante o en casa con los hermanos y sobrinos. “La verdad es que como somos muy futboleros, el mundial para nosotros es como una fiesta”, dice el ex delantero de C.D. Águila.
“Tengo tres hermanos más y a todos les encanta el fútbol, uno es reserva del equipo Dragón y el otro también es reserva del C.D. Águila. Mi niña Ariana (6 años) y mi niño Emilio (7 años) también son como yo. Ya les he comprado una pelota y les armé su propia portería”.
Nada de esto es posible sin el apoyo de su esposa, Lisseth Iglesias Gámez, quien tampoco se limita a ser una observadora y tiene voz y gustos propios. A ella también le encanta el fútbol, después de todo a Gámez lo conoció a los 15 años cuando ya era un prometedor adolescente de los semilleros del C.D. Águila.

Carne asada y madrugón por el fútbol
“Yo soy del Barça, me gusta la técnica de ese equipo y esta vez disfrutaré tanto del juego como de las reuniones de familia. Le apoyo a mi esposo en todo lo que tiene que ver su pasión por el fútbol y veo bien que les trasmita eso a nuestros hijos”. En casa, dijo Iglesias, los días que haya tiempo para mirar un partido lo más probable que lo celebren con carne asada, tacos o un buen cebiche salvadoreño.
Gámez dirige un grupo de trabajadores de la construcción especializado en impermeabilización de techos para que no se filtre el agua por las ventanas o los techos. Entre descanso y descanso aprovechará para ver los resultados de los partidos en su celular. “Lo bueno es que ahora hay muchas plataformas para no perdernos los mejores momentos”.
Lo que sí tiene seguro es que los cuartos y semifinales no se lo perderá por nada del mundo. “Vamos hacer horarios, madrugamos a trabajar o nos vamos más temprano. Iremos al restaurante La Vega o a Buffalo Wings”, Owins Mills, Maryland.

Los Cerritos tendrán mucho de qué hablar
Brenda Cerritos también viene de una familia de tradición futbolera, está casada con Ronald Cerritos, quien jugó como delantero en la liga mayor de fútbol de El Salvador y en el equipo San José Earthquakes. Su hijo Alexis es jugador profesional del equipo Fuego.
“Soy la mayor de mis hermanos, mi papá me llevaba al estadio, así empecé a enamorarme del fútbol y cosas del destino me enamoré y me casé con un futbolista y poco a poco he ido aprendiendo más sobre el mundo del balón”.
La familia Cerritos es dueña de la Academia de Fútbol del mismo nombre en Greenbelt, Brenda es la administradora de operaciones. “Para el Mundial tendremos que organizarnos. Mi hijo vendrá de California, nos reuniremos en casa. Yo voy por Argentina porque allá hay una tradición de buenos jugadores como Messi, mis hijos prefieren Portugal. En casa, cada uno tiene su equipo, eso hará más emocionante los debates del campeonato”.