Hace rato que el fútbol dejó de ser un deporte masculino. Las mujeres también se meten en las canchas y patean duro la pelota. Son infaltables en los graderíos, forman clubs de fans o se juntan frente a las pantallas de televisión a gritar gooool. Así, cada domingo, cada temporada de ligas nacionales, regionales y cada Mundial, el fútbol ha dejado ser solo cosa de hombres.
Solo en Maryland hay más de 50 equipos de mujeres latinas y éstas mientras disputan sus partidos locales, en los entretiempos y después de sus juegos hacen quinielas sobre sus selecciones favoritas de la Copa Mundial de Fútbol.
La mayoría de jugadoras y fanáticas del fútbol son de Centroamérica y se decantan por las selecciones de este este continente.
“Nací en Virginia, soy hija de padres salvadoreños y empecé a jugar a los cinco años. Mi abuelito era el que me llevaba a la cancha. También tengo tíos y primos que eran futboleros. He jugado en varias ligas, la mayoría latinas. Lo que me gusta de este deporte es que hay mucha diversidad cultural”, dice Madai Guzmán, una futbolista de 27 años, que sus pasiones por el balón en este mundial van por Argentina.

Entre la cancha y la pantalla de televisión
¿Hablan mucho las mujeres de fútbol?, todas las consultadas dicen que sí. Torneos como el del Mundial son una fuente de distracción, diversión y motivo para reunirse entre ellas y hasta para aprender algún pase o una técnica que podría servirles en la cancha.
Ya en el campo de juego, el fútbol a ellas les sirve para dejar las preocupaciones y angustias a un lado. “Son noventa minutos donde me olvido de los problemas, me distraigo, me entretengo. El fútbol me ha dado muchas buenas amigas y no quiero dejarlo”, dice la hondureña, Ale Ramos.
Claudia García es una estrella en el fútbol del área metropolitana, juega como delantera. Una lesión de rodilla estos días la tiene en la posición de guardameta. Se diría que nació pateando la pelota. Tiene 24 años, vive en Falls Church. “Desde que tengo memoria siempre he jugado fútbol, empecé en El Salvador y aquí sigo”. Tanto ama el balón que decidió formar un equipo de futbolistas mujeres, todas latinas.
García hizo sus planes para el Mundial: los fines de semana que no tenía partidos se quedaba en casa para darle un banquete a sus ojos. La final del Mundial será una cita obligada en familia y con las amigas para apoyar al que juegue mejor, porque de eso trata, que el deporte del balompié más popular del mundo sea un motivo de celebración, jamás de división.

Selecciones para el gusto de todos
Manuel Flores, mejor conocido como profesor Coreas, es testigo de la trayectoria y la evolución a mejor del fútbol femenino y latino en el área metropolitana. Dueño de Hyattsville Soccer Academy, él ha visto a muchas de estas chicas crecer futbolísticamente. “Son muy buenas, varias de ellas bien pueden estar en copas y torneos profesionales. Hay suficiente potencial en nuestras niñas y niños, solo necesitan que los escuchen y los motiven”. Eso le hizo posible crear el primer equipo de fútbol de niñas, con las alumnas de la escuela Don Bosco Cristo Rey.
Este mes, con el pensamiento en Qatar, en casa del profesor Coreas se habla mucho de fútbol. “Lionel Messi ha ganado de todo, pero nos debe un mundial. Todo lo que es latino es motivo de alegría, Ecuador nos alegró en la apertura, aunque no avanzó nos queda el orgullo de que llegó al mejor de los torneos”.
En esta familia salvadoreña de profundas raíces futboleras, su hija, Emma Samantha Flores, también es futbolista profesional. Puestos a elegir, para esta chica, su selección favorita es la de Estados Unidos. Así queda por descontado, que en casa de los Flores están asegurados los goles para sufrir y celebrar.

Sin miedo a las patadas
“Todo le apuesto a Argentina”, dice Ale Ramos, de 18 años. Ella se entrega a las prácticas del deporte de sus amores, los miércoles, jueves y viernes y juega competitivamente los domingos. “Desde muy chiquita le perdí el miedo a las patadas. Si hay que pegar fuerte al balón, las mujeres también lo hacemos y en este mundial, además de apoyar a mi equipo favorito, seguiré haciendo rodar a la pelota en la cancha y así quiero seguir por muchos años”.
Cuando le deja tiempo el trabajo de limpieza en un diner (restaurante), Ramos se está entregando a la pasión del fútbol que se apodera cada cuatro años del planeta azul. “Voy a tratar de ver todos los partidos que faltan. Tenemos pensado reunirnos con las amigas para avivar a nuestros equipos predilectos en la final. Será igual como cuando nos damos cita para ver las ligas y campeonatos centroamericanos de fútbol. Esa es nuestra tradición”.