No solo sorprende la magnitud de las ganancias, sino también la capacidad de la industria para superar los escándalos y seguir prosperando.
Malick Diop sintió que algo estaba cambiando en Wall Street.
Se había incorporado a Morgan Stanley en los sombríos días de 2009, cuando los grandes bancos intentaban devolver los rescates de los contribuyentes y desviar la furia de la gente. Sin embargo, cuatro años después la ira se desvanecía y la ambición estaba a la orden del día.
"Por primera vez, sentí que el trabajo y la carrera no estaban definidos por el contexto de la crisis financiera", indicó Diop. "Ya la superamos. Y ahora es el momento de hacer nuevas operaciones". En los años siguientes, su ascenso a la nivel de director-gerente marcó un nuevo auge. Ayudó a orquestar un acuerdo multimillonario con SoftBank Group, cuyas inversiones vertiginosas definieron una época, y luego cerró una enorme fusión a través de una empresa especial para adquisiciones (SPAC por sus siglas en inglés) en el punto álgido de esa euforia.
Diop no lo sabía, pero estaba desempeñando un pequeño papel en algo increíblemente lucrativo: la primera década en la cual los seis gigantes de la banca estadounidense generaron un millón de millones de dólares ($1tn en términos estadounidenses). No son $1tn en ingresos totales, sino en rentabilidad neta.
Semejante botín no parecía posible al acercarse el 2012, cuando Wall Street era el blanco de un movimiento de protesta mundial y los políticos de ambos extremos del espectro se enfurecían por los rescates o pretendían acabar con prestamistas que eran demasiado grandes para quebrar.
En cambio, crecieron y superaron a las empresas estadounidenses de tal manera que JPMorgan Chase, Bank of America e incluso la debilitada Wells Fargo están a punto de obtener más beneficios en los últimos diez años que todas las empresas estadounidenses que cotizan en bolsa, salvo unas pocas, según datos recopilados por Bloomberg. Citigroup, Goldman Sachs Group y Morgan Stanley no se quedan atrás. Y juntos, los seis están en condiciones de ganar aún más el año que viene.
Mientras gran parte de la atención mundial se centraba en las riquezas acuñadas por Silicon Valley, los bancos tomaron impulso. No hay un único factor que explique cómo lo lograron: la volatilidad disparó los beneficios de Wall Street, los banqueros de inversión como Diop aprovecharon el auge de las fusiones y adquisiciones entre empresas y Donald Trump impulsó las ganancias al reducir los impuestos. Del mismo modo, no hay una única reacción en todo el sector ante el hito.
"A veces existe esta sensación de que el hecho de que hayan generado tanta ganancia es terrible de alguna manera, y simplemente no creo que ese sea el caso", expresó Betsy Duke, exgobernadora de la Reserva Federal que presidió la junta de Wells Fargo hasta 2020. "En los últimos 10 años se ha arrojado sobre el sistema financiero casi todo lo que se podía arrojar. Estos bancos no solo han sobrevivido, sino que han prosperado".
En una década de ira pública contra los bancos, normas más estrictas, estragos geopolíticos, la pandemia y algunos vaivenes traicioneros del mercado, los bancos "fueron capaces de hacer frente a todo eso, y de generar 1tn de dólares", afirmó Duke.

Según estiman los analistas, los seis bancos se están acercando rápidamente a esa hazaña ($1tn en un periodo de 10 años) y, si no alcanzan la meta a finales de este mes, lo harán en algún momento de las primeras semanas de 2023. Pero no es solo la magnitud de las ganancias lo que resulta tan sorprendente, sino la capacidad de la industria para superar los escándalos y prosperar de nuevo.
Hace diez años, JPMorgan, actualmente el banco estadounidense más rentable y de mayor valor en bolsa, tenía grandes problemas tras el fracaso de la operación London Whale. Wells estaba a la cabeza de los seis grandes, tenía la mayor valoración y era el único miembro del grupo que ganaba más de $20.000 millones. Aunque sus ganancias se vieron afectadas más tarde por las revelaciones de abusos a los consumidores, los analistas pronostican que volverá a acercarse a ese nivel en 2023.
Lo que no se transformó en esos años fueron las líneas generales del negocio: los bancos venden acciones y bonos, negocian instrumentos financieros, asesoran sobre adquisiciones de empresas, gestionan patrimonios, procesan pagos y conceden préstamos. En 2013, algunos operadores ya lamentaban la asunción de riesgos al estilo de los casinos que amenazaba la Ley Dodd-Frank de 2010, aunque Washington aún estaba elaborando las normas exactas.
Para salir de la sombra de la crisis mundial, los bancos tuvieron que pagar. En 2014, Bank of America logró un acuerdo récord de $16.700 millones para poner fin a las investigaciones sobre prácticas hipotecarias dudosas, superando los $13.000 millones de JPMorgan. Para entonces, algunos bancos estaban extrayendo nuevas fuentes de ganancias que los metieron en problemas.
Los empleados de Wells Fargo, presionados para cumplir los objetivos de ventas, crearon millones de cuentas para clientes que no las habían solicitado, el más famoso de una serie de escándalos que acabaron afectando a la mayoría de sus negocios. Y en Malasia, Goldman Sachs terminó de recaudar miles de millones de dólares en 2013 para un fondo de inversión estatal conocido como 1MDB, que luego fue saqueado por un grupo que incluía al ex primer ministro.
"De lo que más me arrepiento en la última década es de no haber detenido la operación 1MDB", admitió el ex socio de Goldman Robert Mass, ejecutivo encargado de cumplimiento. "Se examinó cada cuestión, en algunos casos varias veces, pero al final las respuestas que recibimos nos satisficieron". Mass, que ahora enseña filosofía en el Hunter College de Nueva York, explicó que la empresa fue víctima del "engaño de nuestra propia gente, que estaba implicada en el soborno, pero de quienes no teníamos motivos para dudar o refutar en ese momento". No está seguro de haber aprendido alguna lección, "aparte de ser menos confiado".
La magnitud de las ganancias hace que esos errores parezcan un contratiempo. Una persona a la que la industria puede agradecer, Trump, se burló de los bancos en la campaña electoral antes de poner a dos exfuncionarios de Goldman a cargo de una reforma fiscal que ayudó a transformar las ganancias corporativas. Los bancos que se habían acostumbrado a pagar $3 de cada $10 al gobierno se encontraron con que tenían que desembolsar menos de $1 de cada $5 para 2018. A partir de ahí, pagaron menos en impuestos.
Ese año el crecimiento de Wall Street adquirió un nuevo ritmo. Los bancos que habían ganado menos de $70.000 millones en 2017 ganaron $120.000 millones en 2018 gracias a los recortes de impuestos, un repunte de las tasas de interés y el crecimiento de la banca minorista y el negocio de las fusiones y adquisiciones de empresas. Sus activos combinados, que durante años rondaron los $10tn, empezaron a dispararse.
Desde el punto de vista del abogado de Wall Street H. Rodgin Cohen, todo esto no debería ser una sorpresa. "Se puede considerar que los bancos siempre ganan, con un par de excepciones, debido a su papel en la economía", aclaró Cohen, que ahora es presidente sénior de Sullivan & Cromwell LLP. "Son intermediarios. Piden prestado y prestan".
La década fue una época próspera para ser banquero. Los gastos en personal de las seis empresas, que habían rondado los $148.000 millones al principio de la era antes de caer durante unos años, se dispararon a $154.000 millones en 2019, sin importar que su número total de empleados en realidad había caído. Jamie Dimon, el jefe de JPMorgan que ya se había convertido en multimillonario, acabaría recibiendo un paquete salarial tan grande que una empresa de asesoramiento bursátil indicó a los accionistas que no aprobaran su acuerdo de remuneración.
"Uno de los objetivos de una buena sociedad es que todos, incluidos los de abajo, tengan lo suficiente para sobrevivir y prosperar", afirma Mass, ex socio de Goldman que ahora estudia ética. "Me parece correcto que esté bien paga la gente que produce bienes y servicios que aumentan el nivel general de riqueza de la sociedad, pero solo cuando combinemos eso con una fiscalidad adecuada y una seguridad social suficiente para que los de abajo puedan prosperar". Añadió que no es lo suficientemente experto como para decir si los impuestos y las redes de seguridad actuales tienen el tamaño adecuado.
Pocas cosas transformaron tan profundamente el panorama de Wall Street como la llegada de la pandemia en 2020. Para evitar el cataclismo económico, el gobierno puso en marcha programas de ayuda a consumidores y empresas, y la Reserva Federal compró millardos de dólares en activos. El caos del mercado trajo de vuelta la volatilidad que tanto encanta a los pisos de operaciones. Las empresas hacían filas para pedir préstamos, ampliar capital o comprar competidores debilitados.
Las cosas también estaban cambiando dentro de los bancos. Cuando la policía asesinó a George Floyd en mayo del 2020, Diop se vio inundado de mensajes de compañeros y colegas.
"Provenían de buenas personas y con buenas intenciones, pero al mismo tiempo recibes veinte de esas llamadas porque eres la única persona disponible". Fue "agotador ser el ‘amigo negro’ de todos en ese momento".
Aquel septiembre, la noticia de que Jane Fraser se convertiría en la primera mujer en dirigir uno de los grandes bancos de Estados Unidos fue recibida por sus colegas con entusiasmo, pero también con frustración por lo mucho que había tardado.

"Intenté cambiar el sector desde adentro en los tres principales bancos y fracasé. Tengo fragmentos de cristal en la cabeza que lo demuestran", señaló Anne Clarke Wolff, ex ejecutiva de Citigroup, JPMorgan y Bank of America, que fundó Independence Point Advisors el año pasado. "En diez años en un gran banco, el presidente ejecutivo no me dedicó ni diez minutos, y eso que yo era una de las mujeres con mayor jerarquía".
A principios de 2020, los analistas escribían esquelas a la racha de ganancias récord de Wall Street. Pero en cambio, los bancos ayudaron a desencadenar el auge de las empresas de cheques en blanco conocidas como SPAC. Más tarde, cuando los reguladores se inquietaron y los precios se desplomaron, los inversionistas se quedaron con las manos vacías.
Las ganancias de 2021 también se vieron favorecidas por un movimiento contable: Gracias a la intervención del gobierno, los bancos se sintieron lo suficientemente confiados en la economía como para liberar parte de las reservas que habían apartado en caso de que los préstamos se deterioraran. Los seis grandes obtuvieron más ganancias en 2021 que en 2013 y 2014 juntos. Incluso cuando Rusia invadió Ucrania este año, el caos ayudó a los operadores a desafiar las expectativas de tiempos difíciles.
El recuento de ganancias de los últimos diez años eclipsa el de la década anterior, incluso si se tienen en cuenta la inflación y las grandes fusiones bancarias durante la crisis financiera.
Sin embargo, a otros titanes empresariales, especialmente en Silicon Valley, les fue demasiado bien como para que Wall Street reivindique el monopolio del éxito. Apple generó ganancias de más de quinientos millardos de dólares. Microsoft, Berkshire Hathaway y Alphabet superaron a JPMorgan, seguidos de Exxon Mobil Corp. que superó a Bank of America y Wells Fargo.
Los bancos atribuirían parte de sus ganancias a la innovación, después de que invirtieran en plataformas tecnológicas y mejoraran sus ofertas, incluidas las recompensas de las tarjetas de crédito. También han ayudado a las empresas a acceder a los mercados de capitales para hacer crecer la economía. Y se han aferrado a parte de las ganancias, añadiendo más de dos cientos mil millones a sus reservas de capital durante la última década para que sea menos probable que se repita lo que ocurrió en 2008.
Los críticos dirían que los bancos no lo hicieron solos. Muchos de ellos no habrían sobrevivido a 2008 si no fuera por la ayuda de los contribuyentes, y esos colchones son el resultado de normas de capital más estrictas, a veces promulgadas a pesar de las estridentes objeciones de los banqueros. Además, fue otra intervención gubernamental la que apuntaló la economía durante la pandemia, disparando esas ganancias récord. Entre otras críticas: algunos bancos se han centrado en un segmento más reducido de clientes, lo cual ha limitado las oportunidades de muchas comunidades, y han tardado en trasladar las subidas de las tasas a los ahorristas, apostando a que los clientes no huirán hacia rivales más pequeños.
En última instancia, la fortuna de los bancos depende de la salud de sus clientes, explicó Cohen. Sus épicas ganancias caerán "si la economía sufre una verdadera recesión", aseguró.
La carrera de Diop muestra las posibles trampas. Dos importantes empresas hipotecarias que él ayudó a salir a bolsa durante la pandemia han caído más de un 50 por ciento, afectadas por la subida de las tasas de interés y las preocupaciones económicas.
Incluso cuando los mercados estaban eufóricos, a Diop le preocupaba cómo se verían las cosas cuando cambiara el entorno. "Pero no se puede estar al margen de todos los negocios", explicó. Este año dejó Morgan Stanley para convertirse en ejecutivo de Hoorae, la empresa de medios de comunicación dirigida por su hermana, la actriz y productora Issa Rae.
"En realidad ya lo echo un poco de menos", admitió. "Echo de menos evaluar y decidir qué es lo próximo que se podría hacer".
Washington Post - Max Abelson, Hannah Levitt
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