Son jornaleros y son los invisibles de los invisibles. Su vida laboral es tan precaria que todos tienen historias de horas, días o semanas levantando o derribando paredes, instalando puertas o cargando muebles de un lado a otro a cambio de nada. Se aglomeran en el parqueadero de Home Depot en Washington DC o en las esquinas de Mount Pleasant a la espera de un “jale” (trabajo), sea en invierno o en verano.
Para proteger sus derechos hace 17 años se creó una coalición de trabajadores liderados por las iglesias y organizaciones comunitarias. A partir de 2013, los obreros temporales, en su gran mayoría latinos y afroamericanos, estaban preparados para crear su propia organización. La bautizaron como Trabajadores Unidos de Washington DC. El sueño era lograr ciertas protecciones y que les permita visibilizar su realidad.
Desde hace un año, su nuevo director es Mario Cristaldo, un agrónomo paraguayo cuya vida laboral en Washington DC ha circunvalado entre la de organizador comunitario y activista social. Para él, la realidad de los jornaleros no es ajena, antes de asumir esta posición los apoyaba como “compañero de luchas”.
Cristaldo, en 2020, fue candidato a concejal de DC. En ese entonces, Arturo Griffiths, ex director de Trabajadores Unidos, llegó a decir: “Mario es nuestro compañero de lucha desde hace 15 años. Siempre está de lado de los jornaleros defendiendo nuestros derechos. A veces las personas miramos a los que están arriba y no vemos a la gente de base que conoce mejor a la comunidad, Mario es uno de esos”.

Para los jornaleros de Washington DC hay una novedad: aunque no propio, ya tienen un centro de trabajadores que tanto han anhelado. El lugar está cerca de la plaza de Home Depot, que por oportunidades laborales es el lugar donde se concentran a la espera de un trabajo por horas.
El centro está en el área industrial del noreste de DC, en la 1235 de la calle W. Esto ha sido posible, gracias a una alianza con Ricardo Villalba, fundador de Washington Digital Media, que aceptó compartir parte de sus amplias instalaciones.
“Durante ocho años, con la ayuda de iglesias y organizaciones de base, el anterior director, Arturo Griffths trabajó para tener un centro propio para entrenamiento ocupacional, derechos laborales, seguridad en el trabajo y clases de inglés o para reunirse y celebrar el Día de Acción de Gracias y la Navidad”, dijo Cristaldo. Eso ya se está haciendo en este centro, el nuevo ciclo de clases de inglés comenzará en febrero.
Hasta ahora los costos los está pagando la organización, pero el nuevo director está empeñado en lograr apoyo del Concejo. Para eso tiene una gran aliada, la concejal Anita Bonds, de quien Cristaldo fue asesor comunitario. Bonds consiguió las donaciones para las canastillas navideñas de los jornaleros.
Talleres para evitar trabajar sin paga

El perfil del jornalero de DC, en su mayoría es la de un hombre joven, aunque algunos superan los 65, que dejaron sus familias en El Salvador, Guatemala y Honduras. Con los años se han ido sumando mexicanos, bolivianos, africanos y en el último año muchos venezolanos.
“Los venezolanos, por ser muy nuevos, son a los que más están siendo explotando con el robo de los salarios, porque no saben cómo funciona el sistema”, aseguró Cristaldo.
El robo de salarios es un problema difícil de dar solución. Trabajadores Unidos no tiene soporte legal, porque los montos de $500 o $1 mil 500 son mínimos, pero que para los jornaleros es bastante. “Si alguien va al banco y se roba $100 lo mandan a la cárcel, robarle el salario a un trabajador también es un crimen”, señaló Cristaldo.
Para prevenir, de alguna manera, el robo de salarios se están dictando talleres. Por ejemplo, se les da ideas de cómo sutilmente conseguir información del contratista. Tomarle una foto de la placa del carro, asegurarse de la dirección donde los llevaron a trabajar, de ser posible conseguir el nombre y el número de teléfono. “Lo que me duele es que un jornalero venga después de dos semanas que no le han pagado sin saber el nombre y la dirección donde lo llevaron a trabajar, eso queremos impedir”. Cuando estos casos suceden se remiten a la Oficina de Salarios de la Ciudad para que sirva de mediadora.
Un trabajador temporal de construcción o limpieza debe saber que si lo contratan por cuatro horas y al final le hacen trabajar cinco eso es un robo de una hora de trabajo, pero Cristaldo también está consciente de que es difícil reclamar, por eso la importancia de educarlos y entrenarlos para que se defiendan y se ayuden unos a otros.
Él, personalmente, cuando tiene la información del contratista lo llama a exigirle que le pague al jornalero. “Es que no es lo mismo ser Juan Pérez que el director de una organización, eso nos está dando confianza. También es bueno que nos traigan expertos del gobierno para dictar talleres de accidentes de trabajo”, dice Lenin Calix, jornalero desde hace 15 años.
“Yo mismo he sido víctima de robos del salario, pero ahora quienes están más indefensos son los venezolanos y Trabajadores Unidos está tratando de orientarlos”, aseguró Calix.
800 jornaleros con carné de identidad

El teléfono de Cristaldo no deja de sonar con llamadas y mensajes de jornaleros, mientras él atiende a Damián, a quien le robaron la camioneta de trabajo y la licencia de conducir que le dio la ciudad. “Con estos problemas tenemos que lidiar todo el tiempo, porque al no poseer documentos no tienen donde ir en busca de ayuda”.
La falta de documentos fue una de las primeras soluciones que Cristaldo logró cuando asumió su cargo. Hizo un acuerdo con DC Cares para que Trabajadores Unidos asumiera la responsabilidad de entregarles un carné identidad, eso les permitió a muchos que no podían probar que viven en la ciudad recibir las ayudas federales para los excluidos durante la pandemia.

Este carné es por cinco años, les facilita ingresar a cualquier lugar donde pidan identificación y para cambiar un cheque, ya que muchos contratistas no les pagan en efectivo.
“En nuestra base de datos -dice Cristaldo- ya tenemos 800 jornaleros que tienen su carné y van sumando, entre ellos varias mujeres. Con esto lo que les estamos dando es visibilidad”. A esas instalaciones están llegando trabajadoras temporales de limpieza y de restaurantes de comida rápida, a “quienes también las consideramos jornaleras, porque para sobrevivir dependen de un salario temporal”.
Bodega de alimentos y una radio

Damián se despide con la esperanza de que Trabajadores Unidos lo ayudará a recuperar la licencia, pero antes de que se vaya Cristaldo le pregunta “¿quiere llevarse comida?, abajo tenemos una bodega con alimentos de conserva, café, harina de maíz, frijoles”. El jornalero agradece, pero no acepta porque no tiene donde cocinar.
Durante la pandemia, Trabajadores Unidos logró un acuerdo con Foods for All para que les donen alimentos de primera necesidad no perecederos y están disponibles para todos los jornaleros y sus familias. Esto también ha facilitado descubrir que muchos viven en centros de acogida temporal o en cuartitos donde no está permitido cocinar.
Además de la bodega de comida, Trabajadores Unidos tiene la Radio Jornalera y un podcast orientado a difundir los derechos de los trabajadores, contar historias de sus vidas, hablar de inmigración y promocionar los horarios de los talleres, las clases de inglés y por qué no, las celebraciones de unos jornaleros, que Cristaldo sabe muy bien donde les aprietan los zapatos y esto es una sociedad que no les ofrece oportunidades.
