Mientras en la Franja de Gaza aumenta la crisis humanitaria, en Washington surge una alarma: el conflicto se podría extender a una guerra regional si Irán y sus aliados siguen mostrando interés.
Mientras Hamás persiste en sus ataques, los militantes de Hezbolá, apoyados por Irán, se enfrentan regularmente a Israel en intercambios de cohetes a través de su frontera septentrional con Líbano.
Los últimos combates se han saldado con más de 40 víctimas de Hezbolá y siete soldados israelíes, según han informado ambas partes.
La semana pasada, la situación dio un giro grave cuando Irán aludió a un posible ataque con misiles contra Haifa, ciudad portuaria del norte de Israel, en caso de que Israel iniciara un asalto terrestre a gran escala contra Gaza.
Al mismo tiempo, las milicias afiliadas a Irán han lanzado una serie de ataques con drones y cohetes contra bases militares estadounidenses en Irak y Siria, lo que llevó a Estados Unidos a desplegar dos grupos de portaaviones en el Mediterráneo e iniciar ataques aéreos contra depósitos sirios de armas y municiones.
El presidente iraní Ebrahim Raisi expresó su descontento por el continuo apoyo de Estados Unidos a Israel, haciendo caso omiso de los llamamientos a la moderación. Afirmó que las comunicaciones de Estados Unidos a los apoderados de Irán, el Eje de la Resistencia, fueron respondidas con firmeza en el campo de batalla.
Irán apunta a una escalada real
Sanam Vakil, director del programa para Medio Oriente y Norte de África de Chatham House, declaró a NBC News que ni Irán ni Hezbolá buscan una guerra más amplia. Sus amenazas podrían ser más bien una maniobra estratégica para disuadir una invasión terrestre israelí en toda regla.
Sin embargo, la imprevisibilidad de las milicias financiadas por Irán, que funcionan con cierta independencia de Teherán, introduce un elemento de incertidumbre.
Los habitantes cercanos a la frontera entre Israel y Líbano temen que se repita la guerra de 2006, que provocó importantes pérdidas civiles y una devastación generalizada en Líbano.
Estos temores han llevado a muchos, entre ellos la familia Bitton de Shtula e Hiba Andrawos de Rmaych, a desalojar sus hogares. Sin embargo, las limitaciones económicas y la falta de espacio han obligado a algunos a regresar.
El tamaño del arsenal de Hezbolá, mucho mayor que el de Hamás, es otro posible motivo de preocupación. En 2010, el exsecretario de Defensa estadounidense Robert Gates observó que Hezbolá tiene más cohetes y misiles que la mayoría de los gobiernos, un arsenal que no ha hecho más que aumentar desde entonces.
Estados Unidos e Israel, oponentes tradicionales de Irán, comparten la preocupación por el posible desarrollo de armas nucleares por parte de Teherán.
Mientras tanto, en Haifa, se están llevando a cabo los preparativos para un posible ataque con misiles. En el hospital Rambam, el mayor hospital subterráneo fortificado del mundo, se pondría en marcha un plan de evacuación a gran escala si la amenaza se hiciera real.
A pesar del avanzado sistema de defensa israelí Cúpula de Hierro, el director del hospital, Michael Halberthal, prevé unas pocas horas de antelación para prepararse ante una posible tormenta de cohetes. Mientras crece la sombra de un conflicto más extenso, la región espera ansiosa, preparándose para lo que pueda deparar el futuro.