Las tasas de absentismo escolar crónico en los institutos de Washington, D.C. siguen siendo un problema crítico, a pesar de un ligero descenso durante el año pandémico.
Según un informe de la Oficina del Superintendente Estatal de Educación (OSSE), alrededor del 40% de los estudiantes de D.C. luchan contra el absentismo escolar crónico, siendo el escenario especialmente grave en los institutos, donde un escandaloso 47% de los estudiantes faltan sistemáticamente.
El informe subrayó el formidable reto que supone restablecer la escolarización a tiempo completo en la capital, señalando al instituto Ballou como el núcleo de la crisis de absentismo escolar.
El año anterior, un asombroso 90% de los alumnos de Ballou faltaron a clase de forma crónica, la tasa más alta de toda la ciudad. Pero Ballou no es un caso aislado.
El informe revela que casi un tercio de los campus escolares, lo que equivale a 75 escuelas, luchan con la mitad de su población estudiantil que falta con frecuencia a clase.
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La pandemia de Covid-19 intensificó aún más la batalla que las escuelas públicas de D.C. libran desde hace una década contra el absentismo escolar crónico. El informe de la OSSE ofrece un leve rayo de esperanza, mostrando una leve mejora para el curso escolar 2022-2023.
El absentismo escolar crónico, definido por 10 o más ausencias injustificadas, disminuyó del 42% en el curso 2021-2022 al 37% el año pasado.
El informe también destacó la disparidad racial en las tasas de absentismo escolar. Se descubrió que los estudiantes negros tienen casi diez veces más probabilidades de faltar a clase de forma crónica en comparación con sus compañeros blancos.
Danielle Robinette, abogada especializada en políticas del Children's Law Center de Washington, D.C., sugiere que la creación de entornos escolares acogedores y de apoyo puede fomentar la asistencia diaria.
Lo urgente es redoblar los esfuerzos para atender las necesidades de los alumnos, ya sea proporcionándoles ayuda para el transporte o abordando los problemas familiares.
Jahnia Franklin, una estudiante de último curso de Ballou que figura en el cuadro de honor, reconoció haber faltado ocho días este semestre. Sin embargo, cree que esta cifra no es significativa, teniendo en cuenta las presiones que soporta fuera de la escuela.
Las preocupaciones por la seguridad agravan aún más el problema del absentismo escolar. Montez Hardy, otro estudiante de último curso de Ballou, confesó que las aprensiones por la seguridad disuaden a algunos de sus amigos de asistir regularmente a clase.
El informe de la OSSE coincide, indicando que el absentismo escolar es más rampante entre las familias económicamente desfavorecidas que ya tienen que hacer frente a importantes obstáculos.
Robinette propuso un enfoque cooperativo y multidisciplinar para satisfacer las necesidades insatisfechas de estos alumnos. El informe subraya que la asistencia de los alumnos influye directamente en los resultados de las evaluaciones, lo que condiciona su futuro.
En respuesta, un portavoz de la OSSE compartió que se centran en mejorar la cultura escolar, potenciar los recursos de salud mental y poner en marcha programas de apoyo a las familias individuales. Sin embargo, expertos como Robinette consideran inadecuadas estas medidas.
Según la ley del Distrito de Columbia, una escuela está obligada a remitir a un adolescente con más de 15 ausencias injustificadas a los servicios sociales de los tribunales y, posiblemente, al fiscal general.
El año pasado, más de 7.700 alumnos entraron en esta categoría. Pero los servicios sociales de los tribunales sólo hicieron unas escasas 300 remisiones, lo que suscitó más dudas que soluciones. Tanto DCPS como OSSE declinaron hacer comentarios a cámara el pasado viernes.
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