Honda informó este martes que lanzó una amplia llamada a revisión de 750.000 vehículos en EEUU, motivada por un defecto en la bolsa de aire que puede provocar su activación imprevista durante un accidente.
Este hecho salió a la luz el martes, generando aprensión entre los propietarios de vehículos y los observadores de la industria automovilística.
El fallo fundamental radica en el sensor de peso del asiento del pasajero delantero, señalado por la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en Carretera (NHTSA).
La bolsa de aire podría fracturarse y provocar un cortocircuito, dejando de controlar el airbag en caso de colisión como estaba previsto. Como parte del proceso de llamada a revisión, los concesionarios Honda están preparados para sustituir estos sensores defectuosos.
La llamada a revisión incluye modelos seleccionados de Honda Pilot, Accord y Civic de 2020-2022, junto con modelos específicos de CR-V y Passport de 2020 y 2021.
Esta acción preventiva de seguridad es la respuesta de Honda al fallo detectado, con el objetivo de evitar accidentes asociados al mismo.
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Honda, en su comunicación con el regulador de seguridad, afirmó que recibió 3.834 reclamaciones de garantía relacionadas con este fallo del sensor.
Sin embargo, el fabricante de automóviles aclaró que desde junio de 2020 no se habían registrado lesiones ni víctimas mortales asociadas al problema de la llamada a revisión.
Para dilucidar el origen del defecto, Honda informó a la NHTSA de que un desastre natural había perturbado la planta de fabricación de un subcontratista, lo que requirió una alteración temporal en el material base de la placa de circuito impreso del sensor de peso.
El material de sustitución añadió tensión a la placa de circuitos, lo que provocó los problemas señalados.
No se trata de un hecho aislado en la industria del automóvil. En diciembre, Toyota retiró 1,12 millones de vehículos en todo el mundo debido a un cortocircuito similar en el sensor que podía interferir en el despliegue la bolsa de aire.
Al mismo tiempo, Honda retiró 4,5 millones de vehículos en todo el mundo por problemas con la bomba de combustible, de los cuales 2,54 millones se encontraban en Estados Unidos.