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Consumir leche, quesos, mantequilla, helados y yogurt, podrían ser la causa de algunas de tus dolencias

Descubre cómo dejar de consumir lácteos puede mejorar tu bienestar. Aprende sobre los beneficios y los peligros de los lácteos

Lácteos roncar ronquidos
El vínculo entre el consumo de lácteos y el ronquido. Foto: imagen de referencia de congerdesign en Pixabay

Existen testimonios de personas que aseguran que, en poco más de un mes, han notado importantes mejoras en su bienestar al dejar de tomar lácteos.

Los lácteos (la leche y los productos derivados) se encuentran muy presentes en nuestra dieta. Los quesos, yogur, mantequilla, helados…, son productos que podemos encontrar en una infinidad de platos y recetas aunque, en muchas ocasiones, no nos demos cuenta de ello.

Es cierto que siempre han gozado de buena fama, y se han considerado necesarios para mantener una dieta saludable que colme todas nuestras necesidades nutricionales. Sin embargo, en los últimos tiempos existen algunas voces que señalan que esa visión tan idílica no se ajusta a la realidad.

De hecho, hay estudios que señalan que el consumo de leche y lácteos en la edad adulta puede estar relacionado con algunas dolencias y generar algunos efectos secundarios no deseados. Un estudio publicado en el British Medical Journal aportó evidencias de que las personas que beben tres vasos o más al día (680ml) eran dos veces más propensos a morir antes.

Testimonios de personas que han dejado de consumir lácteos

Existen testimonios de personas que aseguran que, en poco más de un mes, han notado importantes mejoras en su bienestar al dejar de tomar lácteos. Por ejemplo, la actriz australiana Margot Robbie, señaló en una entrevista que evitarlos ayuda a mejorar su piel: "Si como o bebo muchos lácteos, se me irrita la piel. Me encantan los lácteos y los tomo todo el tiempo, pero si estoy filmando o si mi piel está realmente estropeada, trato de reducir".

En esta misma línea, también encontramos a la chef neoyorquina Julia Chebotar, que contó su experiencia en la revista especializada Healthline, donde señala que además de reducir el acné, también perdió peso, mejoró la digestión, ha reducido la inflamación del tiroides y del tracto digestivo y ha ganado en energía y vitalidad. Estos testimonios son coherentes, al menos parcialmente, con algunas evidencias científicas.

En “Men's Health" han hecho un experimento para comprobar qué ocurre en el cuerpo de una persona que decide de pronto eliminar los lácteos de su vida. El “conejillo de indias" ha sido Rebecca Straus, quien narra en primera persona cómo fue el proceso.

"El helado es una de mis pasiones, seguido del queso y de la leche con té de cada mañana. He vivido en una burbuja durante años consumiendo grandes cantidades de lácteos, hasta que empecé a leer informes que aseguraban que este hábito alimenticio podría estar matándome. Si has navegado por Internet seguro que has leído numerosos artículos que relacionan el consumo de estos productos procedentes de las vacas con acné crónico, hinchazón constante, obesidad, artritis, desequilibrios hormonales, párkinson e incluso cáncer", cuenta Rebecca.

Pero, ¿Qué hay de malo en la leche? Aquí se enumeran tres argumentos al respecto:

1.- Muchos somos intolerantes a la lactosa, sin saberlo.
De acuerdo al Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales de Estados Unidos (NIDDK, por sus siglas en inglés), de 30 a 50 millones de personas en su país son intolerantes a la lactosa: el azúcar presente en la leche y sus derivados. Datos de la facultad de Medicina de Harvard, indican que hasta el 70% de la población mundial es intolerante a la lactosa.

2.- Nuestro cuerpo no puede absorber el calcio contenido en la leche.
Cuando hablamos de leche, el primer nutriente que nos viene a la mente es el calcio. Pero precisamente una proteína de la leche, la caseína, es la que impide que podamos absorber el calcio que contiene. Esto ocurre porque al consumir proteínas animales, el pH de la sangre se vuelve ácido y el organismo, como reacción, saca parte del calcio que tenemos en los huesos para poder neutralizar esa acidez.

3.- Su consumo aumenta el riesgo de alergias y asma.
La leche de vaca tiene tres veces más proteína que la leche humana. La caseína, una de sus proteínas, es una sustancia muy espesa que nuestro organismo no puede eliminar. En algunas personas se adhiere a los vasos linfáticos del intestino, impide la absorción de nutrientes y ocasiona así problemas inmunológicos, alergias y asma.

Evitar el consumo de lácteos no es solamente una herramienta para bajar de peso, sino un aliciente para la salud. En un principio puede ser difícil acostumbrarse a vivir sin estos productos, pero las mejoras son notorias en la digestión, la piel, los niveles de colesterol y el rendimiento a lo largo del día.

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