El gobierno de EEUU anunció el lunes que se otogarán $6.400 millones a Samsung para la construcción de fábricas de chips de computadora de última generación en Austin, Texas.
Esta importante inversión es una parte fundamental de los esfuerzos por devolver la producción de chips a suelo estadounidense, y Samsung está dispuesta a aportar otros $40.000 millones.
El proyecto incluye la modernización de una planta existente, además de la construcción de nuevas instalaciones y un centro de investigación y desarrollo para finales de esta década.
Este avance se anunció poco después de que se concediera una subvención similar de $6.600 millones a Taiwan Semiconductor Manufacturing Co. (TSMC) para su expansión en Arizona.
Estas inversiones son componentes de la Ley CHIPS 2022, de mayor envergadura, que asigna $39.000 millones para potenciar la fabricación de chips semiconductores en Estados Unidos.
Para ello, ya se destinaron unos 23.000 millones de dólares a diversos proyectos.
Durante una reciente rueda de prensa, la secretaria de Comercio, Gina Raimondo, resaltó la importancia estratégica de estas inversiones.
EEUU y la construcción de fábricas de chips de Samsung
Destacó las vulnerabilidades actuales de la cadena de suministro estadounidense, que depende en gran medida de un puñado de instalaciones asiáticas.
Raimondo declaró que estas inversiones son vitales para que EEUU recupere el liderazgo mundial en la fabricación de chips.
La necesidad de mejorar la capacidad de producción de semiconductores de EEUU es más urgente, impulsada por el rápido crecimiento del sector de inteligencia artificial, que depende de estos sofisticados chips.
Aunque empresas estadounidenses como Intel y Nvidia están a la vanguardia del diseño de chips, la producción se externalizó en gran medida a países como Taiwán y Corea del Sur.
Las tensiones geopolíticas que afectan a Taiwán, junto con la compleja naturaleza de la fabricación de semiconductores, subrayan la importancia de estas inversiones estadounidenses.
Estas fábricas, cuyo desarrollo puede llevar una década y $20.000 millones, funcionan continuamente y requieren entornos altamente especializados e ingenieros cualificados para supervisar los complejos procesos de producción.
Históricamente, las empresas estadounidenses subcontrataban la producción para beneficiarse de unos costes laborales más bajos en el extranjero.
Sin embargo, a medida que los fabricantes de Asia avanzaban, EEUU se encontró a la zaga en este ámbito tecnológico crítico.
Planes de expansión
Los planes de expansión de Samsung incluyen la construcción de unas instalaciones de "embalaje avanzado", una planta especializada que integra componentes electrónicos para una amplia gama de dispositivos, desde automóviles y aviones hasta smartphones y electrónica de consumo.
Esta iniciativa estratégica no sólo aumenta la capacidad de producción, sino que también refuerza la resistencia de la cadena de suministro tecnológico estadounidense frente a posibles interrupciones.