Los científicos advierten de que un gran terremoto y un tsunami amenazan el noroeste del Pacífico, por lo que instan a prepararse de inmediato.
La zona de subducción de Cascadia, una falla de 700 millas frente a la costa del norte de California hasta la isla de Vancouver, está a punto de desencadenar una catástrofe que recuerda al desastre de Japón de 2011.
Diego Melgar, sismólogo de la Universidad de Oregón, destaca un cambio significativo en la comprensión. "Hace 30 ó 40 años, ni siquiera sabíamos que eran posibles grandes terremotos en el noroeste del Pacífico".
Los conocimientos actuales, reforzados por recientes investigaciones de "Science Advances", afirman la naturaleza segmentada de la falla, cada parte con características geológicas únicas.
Especialmente preocupante es el segmento situado frente a la costa de Washington, listo para desencadenar un terremoto y un tsunami devastadores.
La realidad es cruda: la región sigue lamentablemente desprevenida. Corina Allen, geóloga jefe de riesgos del Servicio Geológico de Washington, señala que las infraestructuras anteriores a 2005 no estaban diseñadas para terremotos tan potentes.
"Tenemos puentes, edificios, hospitales, escuelas, todos situados donde podría llegar un tsunami", subraya Allen. Ninguno puede resistir las fuerzas sísmicas que se avecinan.
Tsunami devastador podría afectar al noroeste del Pacífico, según expertos
Yumei Wang, asesora principal de la Universidad Estatal de Portland, expresa su preocupación sin rodeos. "Lo que me quita el sueño es que no estamos tomando las medidas necesarias, tan rápido como deberíamos, para proteger a nuestra gente".
La vulnerabilidad de los edificios de ladrillo, mampostería y entramado de madera añade urgencia. "Basta con imaginar el agua empujando sobre una casa típica", añade Wang.
Los datos históricos revelan que tales megaeventos azotan la región aproximadamente cada 500 años. Las predicciones indican que se repetirán en los próximos 200 años, si no antes. Se necesitan urgentemente medidas proactivas.
El reequipamiento de las comunidades será un proceso largo y costoso, pero Melgar defiende su necesidad. "Puede que mis hijos no vean dividendos, puede que mis nietos tampoco. Nos jugamos mucho si lo hacemos bien".
El reto para los residentes y visitantes de la zona costera del noroeste del Pacífico reside en una rápida evacuación.
Un tsunami podría llegar minutos después del seísmo. Por desgracia, muchos residentes carecen de terrenos elevados accesibles. Allen subraya la importancia de las estructuras verticales de evacuación, probadas como salvavidas durante el tsunami de Japón de 2011.
¿Existen estructuras de evacuación en las zonas de alto riesgo?
En la actualidad, sólo existen tres estructuras de este tipo en el noroeste del Pacífico, con cuatro más en proyecto. Allen calcula que Washington necesita al menos 50.
Estos edificios, diseñados para soportar terremotos y tsunamis importantes, ofrecen refugio a entre 400 y 1.000 personas cada uno.
El coste es considerable. El Centro de Ciencias Marinas de Oregón, el más caro hasta ahora, cuesta $62 millones.
Wang explica su diseño: "Los cimientos son más profundos que la altura del edificio, como un iceberg. Y la propia estructura es un poco como el parachoques de un coche, para que puedan golpearla escombros muy pesados y grandes".
Melgar destaca los conocimientos existentes sobre códigos de construcción, alertas tempranas y estrategias de evacuación.
"Sabemos lo suficiente sobre códigos de construcción. Sabemos lo suficiente sobre alertas tempranas. Sabemos lo suficiente sobre las zonas de evacuación en caso de tsunami como para que no sea tan grave".
¿Se invertirá para mitigar una catástrofe que podría no producirse hasta dentro de siglos?
Allen insiste en el dilema: "Quizá tengamos más tiempo y podamos poner en marcha los sistemas que necesitamos para sobrevivir a este acontecimiento".
Lo que es seguro es la imprevisibilidad del tiempo, lo que subraya la necesidad de actuar de inmediato para proteger vidas e infraestructuras de una catástrofe natural inevitable.