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Con pistolas de agua y gritos: residentes de Barcelona protestan contra el turismo

La vivienda y los servicios de Barcelona se han visto sometidos a una inmensa presión debido a la afluencia de casi 26 millones de visitantes que pernoctarán en 2023

protestas barcelona
El grupo presentó 13 propuestas destinadas a reducir el número de visitantes y remodelar el modelo turístico de la ciudad. | Foto: Captura video La Vanguardia / Youtube,

Manifestantes en Barcelona protestaron contra el turismo en masas lanzándole agua a los viajeros este fin de semana.

Con pistolas de agua en sus manos manifestaron cánticos que decían “turistas, marchaos a casa” y portaron pancartas que decían "Barcelona no está en venta" resonaron por las bulliciosas zonas turísticas de la ciudad.

Se calcula que unas 2.800 personas se unieron a la manifestación, reflejo del creciente descontento por el impacto del turismo de masas en el coste y la calidad de vida locales. Esta protesta refleja acciones similares llevadas a cabo recientemente en las Islas Canarias y Mallorca.

La vivienda y los servicios de Barcelona se han visto sometidos a una inmensa presión debido a la afluencia de casi 26 millones de visitantes que pernoctarán en 2023.

¿Por qué protestan contra el turismo en Barcelona?

Los ingresos generados por estos visitantes ascendieron a 12.750 millones de euros (13.800 millones de dólares).

Sin embargo, los barceloneses consideran que estas ganancias financieras no se distribuyen de forma equitativa, lo que provoca un aumento de la desigualdad social.

A la vanguardia de este movimiento se encuentra la Assemblea de Barris pel Decreixement Turístic (Asamblea de Barrios por el Decrecimiento Turístico), una coalición de más de 100 organizaciones locales.

El grupo presentó 13 propuestas destinadas a reducir el número de visitantes y remodelar el modelo turístico de la ciudad.

Las medidas clave incluyen el cierre de las terminales de cruceros, el endurecimiento de la normativa sobre alojamientos turísticos y el cese de la financiación pública para la promoción del turismo.

Las recientes iniciativas municipales del alcalde Jaume Collboni reflejan una oposición al turismo de masas. Collboni introdujo medidas para mitigar el impacto del turismo, como el aumento de la tasa turística nocturna a 4 euros (4,30 dólares) y la limitación del número de pasajeros de cruceros.

Además, se fijó un importante cambio de política para 2028, poniendo fin a las licencias de alquiler a corto plazo de más de 10.000 apartamentos turísticos para hacer más accesibles las viviendas a los residentes de larga duración.

Descontentos

El alcalde destacó el fuerte aumento del 68% de los alquileres y del 38% de los costes de compra de vivienda en la última década.

A pesar de estas medidas, Collboni se enfrentó a críticas por permitir que se celebren eventos de alto nivel como un desfile de moda de Louis Vuitton en el Parc Güell y la próxima Copa América, argumentando que exacerban los mismos problemas que las nuevas políticas pretenden abordar.

El descontento observado en Barcelona resuena en toda España. En abril, los residentes de las Islas Canarias protestaron contra los efectos adversos del turismo de masas, citando el aumento de los costes de la vivienda y los daños medioambientales.

A nivel mundial, muchos destinos populares se enfrentan a conflictos similares. La industria turística ha resurgido con fuerza tras la tregua de la pandemia, trayendo consigo ruido, contaminación y tráfico. Este resurgimiento pone a prueba los recursos locales y deteriora la calidad de vida de los residentes, al tiempo que merma las experiencias de los turistas.

En respuesta, muchas ciudades han puesto en marcha diversas estrategias para frenar el turismo excesivo. Entre ellas se incluyen impuestos turísticos nuevos o aumentados, campañas que disuaden de los comportamientos problemáticos de los visitantes y la limitación de la asistencia a atracciones clave.

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