El ejército alquiló exclusivamente una instalación de rehabilitación equina mientras intenta renovar el programa ecuestre de los soldados y los caballos que llevan a las tropas fallecidas a sus tumbas en el Cementerio Nacional de Arlington.
El programa se suspendió durante lo que debía durar seis semanas en abril de 2023 después de que la muerte de cuatro caballos del ejército pusiera de relieve las condiciones de vida negligentes en los establos del ejército.
La pausa temporal en el transporte de caballos en Arlington propició una completa renovación de la unidad de cajones. Las autoridades militares solicitaron la colaboración de expertos en equitación, tanto del ámbito público como privado, incluyendo a un jinete ganador de medalla de oro en los Juegos Olímpicos y a la Real Policía Montada de Canadá.
Su objetivo es entrenar a los caballos y a los soldados, mientras se busca un nuevo lugar y se establece un programa de mantenimiento renovado. Entre las iniciativas se encuentra la compra de una granja valorada en 8 millones de dólares, aunque no será la ubicada en Aldie que alquilaron, así como el desarrollo de un nuevo programa de descanso y acondicionamiento para los caballos estén allí.
Programa ecuestre del ejército de Arlington
La reforma generó costos, tanto financieros como de otras índoles. Algunas familias decidieron aplazar sus planes funerarios hasta que la unidad retome sus funciones ceremoniales.
En mayo, un medio de noticias militar informó sobre 66 familias que esperaban por el entierro. Sin embargo, otras han comenzado a utilizar los carros fúnebres; hasta el viernes, solo 29 servicios pendientes estaban registrados, según un portavoz del cementerio.
Los críticos argumentan que, aunque se puedan implementar mejoras temporales en el cuidado de los caballos, existen dudas sobre la capacidad del Ejército para mantener unida a la unidad en el futuro.
El mantenimiento de caballos bien entrenados es costoso y, junto a los soldados inexpertos asignados a ellos, requieren un extenso programa de capacitación que solo un número limitado de personas puede proporcionar, según especialistas en la materia.
Para establecer un programa efectivo, se necesitaría una financiación sostenida por parte del Pentágono, que sobrepase los más de 30 millones de dólares solicitados en un lapso de cinco años para mejorar el bienestar de los caballos.
Esto se complica aún más en un contexto en el que el ejército enfrenta la necesidad de reparar instalaciones deterioradas y garantizar que algunos de sus soldados reciban alimentación adecuada. Sin embargo, la unidad no se disolverá, ya que el Congreso prohibió al ejército su disolución el año pasado.