Los incendios forestales no solo destruyen viviendas y paisajes, también dejan huellas permanentes en la salud de quienes los viven de cerca. En Los Ángeles, las llamas arrasaron vecindarios completos, dejando al menos 16 muertos, miles de desplazados y más de 10,000 estructuras reducidas a cenizas. Mientras los bomberos luchan para controlar el avance implacable, psicólogos y médicos advierten sobre otra crisis que muchos no están viendo: los efectos psicológicos duraderos que estas catástrofes causan.
Efectos inmediatos y duraderos en la mente
Según The Guardian, el aire contaminado y el estrés aumentan problemas de salud mental, desde ansiedad crónica hasta trastorno de estrés postraumático (TEPT).
El impacto en la salud mental comienza incluso antes de evacuar. El Dr. David P. Eisenman, director del Centro de Salud Pública y Desastres de UCLA, explicó cómo el miedo a perderlo todo destruye emocionalmente.
“La pérdida de un hogar, la dificultad para reconstruir y vivir con la ansiedad de que vuelva a suceder combinan elementos que afectan psicológicamente de forma profunda”.
Los problemas no se limitan al momento de la tragedia. Estudios demuestran que TEPT, ansiedad y depresión persisten durante años después de los incendios. Algunas personas sufren pesadillas recurrentes, problemas de concentración y un constante sentimiento de inseguridad.
Según un reportaje de CNN, muchas víctimas sienten una incapacidad de enfocarse porque todo parece representar una amenaza, desgastando sus capacidades cognitivas.
Los más afectados por los incendios
Mientras más tiempo una persona esté expuesta al humo y el estrés, mayores serán las consecuencias mentales. El Dr. Yang Liu, experto en salud ambiental de la Universidad de Emory, aseguró que inhalar humo agrava síntomas de ansiedad y depresión, especialmente en mujeres, niñas y adultos mayores.
Su investigación encontró un aumento del 21% en diagnósticos de demencia con cada microgramo agregado de partículas emitidas por incendios forestales.
Pero no solo los individuos vulnerables sufren. Aunque los niños pueden parecer resilientes, ,a Dra. Sabrina Renteria, psiquiatra infantil en Cedars-Sinai, señaló que ellos perciben el estrés de sus padres, lo que puede desestabilizarlos emocionalmente.
“Los niños imitan las emociones de sus padres. Si se deprimen o no manejan bien el estrés, esto se refleja directamente en el comportamiento infantil”.
Como reportó The New York Times, comunidades enteras, incluso aquellas que no perdieron viviendas, cargan con un peso emocional al ver cómo todo cambia a su alrededor. Esa sensación de pérdida, conocida como solastalgia, daña tanto como el fuego en sí.
Humo tóxico, un enemigo invisible
El impacto ambiental de los incendios tampoco se limita a lo visible. El humo producido libera partículas finas que afectan el cerebro y los pulmones. Investigadores encontraron que estas toxinas pueden causar neuroinflamación, lo que aumenta el riesgo de enfermedades como Parkinson, Alzheimer y deterioro cognitivo.
El aire en áreas incendiadas también puede llevar compuestos orgánicos volátiles, provocando ciertos tipos de cáncer, defectos congénitos y deterioro cognitivo.
Un estudio de la Universidad de Washington analizó cómo la exposición prolongada al humo de incendios disminuye habilidades cognitivas en estudiantes y trabajadores. Encontraron que estas partículas afectan la capacidad de concentración, el aprendizaje e incluso el rendimiento académico. Los puntajes promedio de pruebas importantes bajaron un 0.6% en días de alta exposición al humo.
The Guardian destacó que esta contaminación prolongada puede reducir hasta en $1.7 mil millones las ganancias futuras de estudiantes afectados en 2016 debido a su disminución en productividad.
Soluciones y esperanza
Aunque los efectos emocionales de los incendios parecen devastadores, los expertos insisten en que algunas estrategias pueden marcar la diferencia:
- Escuchar música o realizar ejercicios de respiración profunda genera respuestas físicas que ayudan a calmar la ansiedad.
- Mantener rutinas diarias, como llevar a los niños a la escuela, estabiliza la mente en momentos de caos.
La resiliencia también cobra un papel importante. La Dra. Jyoti Mishra, psiquiatra de UC San Diego, recomendó fomentar conexiones sociales y familiares. “Quienes sienten una fuerte red de apoyo enfrentan mejor las crisis”, comentó.
CNN subrayó, además, la importancia de integrar ejercicios de conciencia plena durante la recuperación. Practicar mindfulness y concentrarse en el momento presente ayuda a limitar los efectos traumáticos.
Los costos de no actuar
Sin embargo, los recursos personales no resuelven el problema estructural. Los gobiernos deben dar prioridad a la salud mental y ambiental. Además de invertir en prevención de incendios, como quemas programadas y manejo forestal, deben financiar servicios de salud mental accesibles para sobrevivientes.
Finalmente, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero parece imprescindible para evitar incendios más destructivos. Los expertos coinciden que el cambio climático potencia estos desastres, intensificándolos año con año.
“No solucionar el problema ahora significará un alto costo emocional, ambiental y económico en el futuro”, concluyó Mishra. Porque si bien no todos ven físicamente cómo arden los bosques, las llamas dejan huellas profundas que no siempre son visibles.
No atender el impacto mental de los incendios ni combatir el cambio climático deja una deuda enorme para todos. Proteger la salud emocional exige más que atención individual; exige redes comunitarias, recursos accesibles y políticas que prioricen tanto a las personas como al ambiente. Afrontar esta crisis de frente no solo previene tragedias futuras, también construye comunidades más fuertes y resilientes.