Washington ya no vive solo del poder político. En 2025, también se vende —y carísimo— como el nuevo patio exclusivo de multimillonarios con agenda. Altos funcionarios trumpistas, banqueros de peso, titanes tech y uno que otro magnate excéntrico tomaron la ciudad por asalto... a golpe de mansiones. En esta capital donde se cierran tratos entre susurros, las casas dejaron de ser simples viviendas: ahora hablan de poder, pertenencia y ambición silenciosa.
Bienvenidos a la nueva meca de las mansiones
Las cifras hablan solas. Las ventas de viviendas que superan los $5 millones aumentaron un 39% en lo que va del año, pasando de 28 a 39. Las propiedades por más de $10 millones subieron de 2 a 5, según registros compartidos por agentes locales a Axios. La frase de moda entre agentes:
“Este es el momento ideal para vender tu mansión”, lo dijo sin vueltas Michael Rankin, uno de los corredores más solicitados de la ciudad.
Compradores con poder y billetera amplia
Los nombres que aparecen en los papeles de propiedad tienen peso. Howard Lutnick, secretario de Comercio y CEO de Cantor Fitzgerald, rompió todos los récords con la compra de una mansión en Foxhall por $25 millones. Piscina interior, sala de cine y vistas de escándalo incluidas.
Otro que no se quedó atrás fue Scott Bessent, secretario del Tesoro, quien se llevó una propiedad en Georgetown por $12.5 millones. En Kalorama, una casa se vendió por $6.7 millones sin siquiera llegar al mercado abierto.
Elon, Trump y la fiebre por influir
Los rumores vuelan entre corredores: Elon Musk podría estar tanteando la compra del hotel Line en Adams Morgan. La idea, dicen en voz baja, sería convertirlo en un club social con cenas privadas y una vibra conspirativa chic. Según Axios, el magnate busca instalarse en el corazón social de DC, al estilo Gilded Age pero con batería de litio.
El regreso de Trump también trajo consigo a su círculo íntimo. Exfuncionarios como Steve Mnuchin ya habrían preguntado por propiedades con vista al Potomac. Lo que antes parecía una mudanza ocasional ahora se ve como una oleada estratégica.
Las ventas secretas mandan
En este universo de lujo, la discreción cotiza alto. Los acuerdos se cierran fuera del MLS —la base de datos pública— y muchas compras se hacen mediante LLCs, fideicomisos o efectivo. Nada deja rastros. Heidi Hatfield, veterana del mundo inmobiliario de elite, lo dejó claro en entrevista con Washingtonian:
“Muchos compradores ni quieren que su nombre aparezca. Usan LLCs, fideicomisos o compran en efectivo para mantener el perfil bajo”.
Los mejores tratos ni siquiera salen a la luz. El "Speakeasy Club", una red clandestina de agentes y compradores con millones en el banco, organiza visitas privadas a propiedades que no llegan nunca al mercado abierto. Para entrar, hay que ser parte del círculo, firmar acuerdos de confidencialidad y tener chequera suelta.
Zonas calientes y cifras que queman
Las joyas inmobiliarias se concentran en Georgetown, Kalorama, West End y Central Northwest. Pero McLean, en Virginia, también subió de nivel: en abril, el precio promedio de venta tocó los $1.8 millones.
Y no todo se compra para vivir. Muchos buscan estas propiedades como bases de operaciones: lugares para agasajar donantes, cerrar tratos o simplemente estar a minutos de la Casa Blanca... pero con valet privado y cava personal.
En la Washington de hoy, el lujo no necesita alfombra roja ni titulares. Las grandes decisiones ya no solo se toman en despachos oficiales, sino también en jardines privados con esculturas minimalistas y salones donde fluye el whisky de 30 años. Las propiedades dejaron de ser solo dirección postal: ahora funcionan como vitrinas de poder, centros de estrategia y templos del estatus.
Mientras las cámaras apuntan al Capitolio, las verdaderas jugadas ocurren tras fachadas sobrias y puertas blindadas. En esta nueva era dorada, quien controla la mansión... controla la narrativa.