Después de horas intensas de discusiones y divisiones internas (entre republicanos), el Senado aprobó el martes el megaproyecto de ley impulsado por el presidente Trump: el Big, Beautiful Bill.
La votación estuvo al límite: 51-50, y solo se logró gracias al voto de desempate del vicepresidente J.D. Vance.
La ley es gigantesca, la mires por donde la mires: fiscalmente, políticamente y en cuanto al drama que generó. ¿Qué hay en ella? Recortes de impuestos (especialmente para los ricos), cambios fuertes a Medicaid, mucho dinero para defensa y frontera, y algunas sorpresas sobre inteligencia artificial.
Y sí, todo esto podría agregarle más de $3.3 billones a la deuda nacional en los próximos 10 años, según la Oficina de Presupuesto del Congreso.
Lo que pasó en el Senado: votos cruzados, insomnio y tensión
Todo arrancó el sábado en la noche con una maratón de debates y enmiendas. Lo que siguió fue un voto-a-rama de más de 24 horas que dejó senadores exhaustos y alianzas medio rotas.
Tres republicanos votaron con los demócratas en contra del proyecto: Rand Paul (KY), Thom Tillis (NC) y Susan Collins (ME), lo que forzó a J.D. Vance a usar su poder como vicepresidente para romper el empate.
Uno de los momentos más intensos fue el caso de la senadora Lisa Murkowski (R-AL), quien mantuvo el suspenso hasta el final. Después de pasar horas negociando tras puertas cerradas. Finalmente, votó a favor.
Y aunque muchos intentaron modificar el proyecto con enmiendas, casi todas fracasaron. Una de las pocas que sobrevivió fue la que eliminó una prohibición de 10 años sobre regulaciones estatales de inteligencia artificial.
El Senado votó 99-1 a favor de dejar que los estados puedan regular tecnologías como deepfakes o vehículos autónomos.
Qué contiene el Big, Beautiful Bill
Este proyecto es una especie de remix de viejos sueños conservadores con nuevos toques trumpistas. Aquí lo más destacado.
- Impuestos. Hace permanentes los recortes fiscales de 2017 y agrega nuevas exenciones: propinas, horas extra y beneficios del Seguro Social estarán libres de impuestos.
- Medicaid. Endurece los requisitos para acceder al programa y reduce gradualmente los impuestos para proveedores médicos.
- Deuda. Sube el techo de la deuda en $5 billones.
- Defensa y frontera. Destina $150 mil millones al gasto militar y $175 mil millones a seguridad fronteriza.
- Deducciones SALT. Aumenta temporalmente el tope de deducciones estatales y locales a $40,000, pero solo por cinco años.
Lo que se intentó cambiar (y no se pudo)
Durante la jornada maratónica, varios senadores intentaron introducir cambios que no prosperaron.
Susan Collins propuso duplicar los fondos para hospitales rurales, pero la enmienda fue rechazada. John Cornyn quiso recortar aún más Medicaid (otros $313 mil millones!), pero no convenció ni a sus colegas republicanos.
John Kennedy intentó que los maestros pudieran deducir $600 por materiales escolares. Fracasó. Michael Bennet buscó ampliar el crédito tributario por hijos. También cayó.
¿Y ahora qué?
El balón está en la cancha de la Cámara de Representantes. El orador Mike Johnson llamó a sus colegas de vuelta del receso para votar el miércoles y así cumplir con el deadline simbólico de Trump: tener la ley firmada antes del 4 de julio.
Pero no será fácil. Los republicanos están divididos. Algunos temen que el paquete aumente la deuda demasiado; otros, que sea políticamente tóxico por los recortes sociales. Las encuestas no ayudan: entre el 23% y el 38% del público apoya la medida, lo que deja un margen muy estrecho para convencer votantes.
¿Triunfo o tiro en el pie?
La Casa Blanca dice que, combinado con otras medidas de crecimiento, este plan reducirá el déficit en $5 billones. Pero el análisis independiente de la CBO cuenta otra historia.
Además, se estima que casi 12 millones de personas podrían perder cobertura médica en la próxima década debido a los cambios en Medicaid.
Los demócratas no se quedaron callados: Chuck Schumer, líder de la minoría, declaró que “el Senado se ha cubierto de vergüenza” y que este voto “perseguirá a los republicanos por años”.
Después de tanto, Trump tiene su Big, Beautiful Bill más cerca que nunca de convertirse en ley, pero lo hizo a costa de fracturar su propio partido, generar polémica pública y poner patas arriba el sistema de salud para millones.
Y aún falta ver si el Congreso logra aprobarlo a tiempo para que Trump lo firme mientras suenan los fuegos artificiales del 4 de julio.