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Lo prometido (con Epstein) no fue deuda

El nuevo informe del Departamento de Justicia, presentado bajo la actual administración, no encontró pruebas de asesinato, ni de una conspiración estatal, ni del famoso listado de poderosos implicados. Y sin embargo, nadie parece satisfecho.

Foto: EFE

¿Qué se dice esta semana? Que Jeffrey Epstein se suicidó y que no hay una lista secreta de clientes. ¿Qué no se dice (pero se siente)? Que muchos no están dispuestos a creerlo.

El nuevo informe del Departamento de Justicia, presentado bajo la actual administración, no encontró pruebas de asesinato, ni de una conspiración estatal, ni del famoso listado de poderosos implicados. Y sin embargo, nadie parece satisfecho.

Pam Bondi, la Attorney General, prometió más de lo que entregó. En febrero, insinuó que tenía la supuesta lista en su escritorio. Hoy sabemos que no era tal. La frustración dentro del círculo de Trump es real: no tanto porque el caso esté cerrado, sino porque la forma de cerrarlo dejó una resaca política difícil de digerir. Y más de uno en la base MAGA siente que le cambiaron el guion a mitad de la noche a la mañana. 

La idea de que Epstein fue asesinado o de que alguien importante está siendo protegido está presente (y no solo en teorías conspirativas en redes). Esto no es gracias a pruebas, sino al vacío. Porque cuando un caso involucra a multimillonarios, expresidentes y un historial de abusos impunes, la falta de revelaciones se vuelve sospechosa por sí sola. ¿El problema? Que a veces la verdad es mucho menos cinematográfica de lo que nos gustaría.

Pero el daño está hecho. El “no hay más que mostrar” suena a “algo están escondiendo”. ¿Se manejó mal la comunicación? Probablemente. ¿Hay algo más detrás? Nadie lo prueba. ¿Debería importarnos menos? Tal vez no. Porque más allá del morbo y las conspiraciones, sigue habiendo víctimas reales y un sistema judicial que parece no saber cómo recuperar credibilidad cuando la expectativa es Hollywood y la entrega es un memo… 

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