El gobierno, por decisión del secretario de Salud Robert F. Kennedy Jr., acaba de cortar el acceso de inmigrantes indocumentados a programas como Head Start —que ofrece atención médica y educación preescolar— y centros comunitarios de salud. La decisión afecta potencialmente a millones de personas, incluidos niños ciudadanos de padres sin papeles.
La idea, según dijeron desde la Casa Blanca, es simple: “restaurar la integridad” de los servicios y enfocarlos en los “verdaderos” contribuyentes.
Los departamentos de Salud, Educación, Justicia, Agricultura y Trabajo se alinearon con esta orden, que promete ahorrar $40,000 millones. Pero más allá de la cifra, el impacto humano no está del todo claro. ¿Qué pasará con niños que recibían vacunas, controles médicos o clases gratuitas? ¿Y con las clínicas que, por ley, deben atender a toda persona en su zona sin preguntar por su estatus migratorio?
Aunque los indocumentados tienen prohibido el acceso a la mayoría de los beneficios federales, el Departamento de Salud y Servicios Humanos está tomando decisiones más fuertes al rescindir una medida de 1998 que definía ciertos programas financiados con fondos públicos, como la educación preescolar gratuita y las clínicas de salud accesibles, de manera que permitiera a los inmigrantes indocumentados utilizarlos.
Lo que se dice es que este nuevo recorte a los indocumentados garantiza el uso responsable de los recursos públicos. Lo que no se dice es que muchas de las personas afectadas también pagan impuestos, aunque nunca vayan a cobrar un centavo del Social Security. ¿Los datos? Aquí: los inmigrantes indocumentados pagaron $55.8 mil millones en impuestos federales en 2023, según el Consejo Americano de Inmigración.
¿Lo que tampoco se dice? Que cuando no se atienden enfermedades a tiempo, el sistema igual paga —pero más caro, más tarde y con peores resultados.
¿Lo complicado? Es que ambas cosas pueden ser ciertas. Que un país quiera cuidar sus recursos no debe ser escandaloso. Pero también lo es que ese mismo país dependa, en parte, de la fuerza laboral y los hijos de quienes hoy está dejando fuera. Las preguntas llueven, pero como casi siempre, las respuestas son escasas.