Nadie dijo que mantener un movimiento unido fuera fácil, pero Trump al menos lo había logrado... hasta Epstein. La teoría era clara: Epstein no murió por suicidio y tenía una lista. Así lo creía buena parte del movimiento MAGA, alimentado por años de promesas, filtraciones selectivas y silencios cómodos. Pero el Departamento de Justicia publicó un memo negando ambas cosas, y todo se desordenó: ¿la traición viene desde dentro?
La fractura es incómoda: el presidente defiende el informe, pero su base quiere otra versión, una más escandalosa, una con nombres, tal y como se prometió. Mientras tanto, figuras leales como la Attorney General Pam Bondi se convierten en blanco de las críticas. ¿Prometiste documentos? ¿Los tienes o no? Esa es la pregunta, y decir la verdad parece ser el peor lugar para estar ahora mismo.
Y los comentarios en redes sociales no arreglaran el descontento MAGA por cómo terminó el caso Epstein. "No creo que simplemente publicar una publicación en Truth Social vaya a resolver este problema", dijo Laura Loomer, activista de MAGA con gran influencia en el círculo íntimo de Trump.
Esta tensión dice más del futuro de MAGA que del pasado de Epstein. ¿Qué pasa cuando la verdad contradice las expectativas de quienes te siguen? ¿Qué pasa cuando la narrativa deja de servir al relato? Trump intenta calmar la rebelión que provocó la decisión del DOJ sobre los Epstein Files, pero no es claro si todavía puede. ¿Y si el movimiento ya no gira solo en torno a él?
En el fondo, lo que se está peleando no es solo sobre Epstein, sino sobre el control del discurso. ¿Quién decide qué es verdad en MAGA: el líder o la base? Es una pregunta incómoda, sí, pero inevitable. Porque si ni siquiera entre ellos se ponen de acuerdo sobre la historia, ¿cómo sabrán cuándo terminó?