Por Giovanni A.
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Cada 28 de julio, el Perú celebra con fervor su independencia. Pero para comprender la magnitud de esta fecha, debemos mirar más allá del acto fundacional de 1821 y reconocer una historia más profunda: el Perú, como entidad institucional, nace en 1542 con la creación del Virreinato del Perú por el rey Carlos I de España. Desde ese momento, Lima se convirtió en capital virreinal y centro de poder administrativo, económico y cultural en Sudamérica. Esta estructura consolidó por siglos una identidad territorial, jurídica y simbólica que, tras la independencia, no fue destruida, sino transformada.
Una transformación, no una ruptura
La independencia del Perú en 1821, proclamada por José de San Martín, no fue la creación de un país desde cero, sino la continuación histórica de un cuerpo político que evolucionó. De hecho, la verdadera “fundación” del Perú suele fecharse en 1542, cuando Carlos I promulgó la Real Cédula que creó el Virreinato del Perú. Abarcando vastos territorios desde el actual Ecuador hasta el norte de Argentina, el virreinato estableció a Lima –la “Ciudad de los Reyes”– como epicentro del poder colonial, cimiento político y administrativo de la futura nación. Las estructuras coloniales, muchas de ellas inspiradas en el derecho castellano y principios del buen gobierno, fueron adaptadas progresivamente al nuevo régimen republicano. Como señalan varios historiadores, la República del Perú heredó y reformuló muchas instituciones virreinales, gracias a figuras que supieron encarnar esa transición con inteligencia y visión.
Hipólito Unanue: el puente entre dos eras
Una de las figuras más emblemáticas de esta transición fue José Hipólito Unanue y Pavón (1755–1833): médico, científico, político e ilustrado. Su vida representa el tránsito de la sociedad colonial a la república, con todas sus continuidades y contradicciones.El historiador Manuel Burga lo resume con claridad: “Unanue fue un ilustrado que evolucionó del leal servidor de la monarquía al colaborador de las repúblicas modernas cuando las circunstancias históricas hicieron viable la independencia.” Esa capacidad de adaptación le permitió contribuir significativamente al nacimiento del Perú independiente.Unanue fue secretario del virrey Pezuela, promotor del conocimiento científico y editor del influyente Mercurio Peruano. También participó en las conversaciones con San Martín y, tras la proclamación de la independencia, aceptó el cargo de Ministro de Hacienda del nuevo gobierno. En 1822, presidió el Primer Congreso Constituyente y colaboró con el gobierno de Bolívar como Ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores.Su trayectoria refleja la continuidad reformista del pensamiento ilustrado, clave para modernizar al Perú sin borrar su legado institucional. Por eso, Unanue no es solo un prócer: es símbolo de madurez política, evolución ideológica y visión de país.
El legado histórico de un país extraordinario
Desde sus orígenes, el Perú ha sido un centro gravitacional en Sudamérica. Durante la época colonial, fue la joya del Imperio español en el continente. Su riqueza minera, saberes ancestrales y redes comerciales lo convirtieron en un eje de poder.Hoy, esa centralidad se renueva con fuerza. Su patrimonio cultural milenario –desde Caral hasta Machu Picchu, pasando por Chavín, Nazca, Kuelap, y la civilización de Caral, la primera de América– se combina con una proyección económica y geopolítica de primer nivel.
Un Perú en transformación: proyectos que redefinen su lugar en el mundo
En las últimas dos décadas, el Perú ha firmado tratados de libre comercio con las principales economías del mundo: Estados Unidos, Unión Europea, China, Japón, Canadá, Corea del Sur, y varios países latinoamericanos. Estos acuerdos han permitido al Perú diversificar exportaciones, atraer inversión extranjera y modernizar su aparato productivo, posicionándolo como actor estratégico en la región.Además, el país avanza en proyectos de infraestructura que lo perfilan como eje logístico hemisférico:
- Puerto de Chancay: megaproyecto al norte de Lima con capital chino. Reducirá en más de dos semanas el tiempo de envío marítimo entre Sudamérica y Asia.
- Tren Interoceánico Perú–Brasil: conectará el Pacífico con el Atlántico a través de una línea férrea moderna, haciendo del Perú un corredor bioceánico estratégico.
- Tren de la Costa: recorrerá más de 2,000 km de costa, uniendo Tumbes con Tacna, y reactivando económicamente las regiones costeras.
- Puerto Espacial en Piura (propuesta con NASA): por su cercanía al ecuador, el Perú es ideal para lanzar satélites. Este proyecto podría integrarlo al mapa aeroespacial global.
- Chavimochic y Majes-Siguas: proyectos de irrigación que amplían la frontera agrícola, consolidando al Perú como potencia agroexportadora.
- Puerto de Corío (Arequipa): propuesta para desarrollar un polo logístico en el sur del país con capacidad aún mayor que Chancay.
- Ampliación del Puerto del Callao: modernización para recibir buques de gran calado y reforzar su rol como hub del Pacífico.
- Ampliación del Aeropuerto Jorge Chávez: nueva pista y terminal internacional para convertir a Lima en centro de conexión aérea regional.
- Nuevo Aeropuerto Internacional de Chinchero (Cusco): mayor conectividad directa con el corazón turístico del país.
- Metro de Lima: red ferroviaria moderna en expansión que mejorará la movilidad y el desarrollo sostenible de la capital.
Una nación llamada a liderar
La historia del Perú no es solo gloriosa, es relevante. Su legado cultural ha influenciado profundamente a países vecinos, desde la literatura hasta la gastronomía. Su economía emergente, respaldada por estabilidad macroeconómica, recursos naturales abundantes y apertura comercial, le da una proyección internacional creciente.Hoy, más de 200 años después de su independencia, el Perú vuelve a asumir un papel clave en el panorama geopolítico y económico del hemisferio occidental. Pero lo hace sin olvidar su pasado. Como enseñó Unanue, el progreso auténtico se construye con conciencia del pasado, valentía en el presente y visión para el futuro.