La sociedad está enferma. La cura pasa por una ineludible voluntad política de reconocer que la salud es un derecho humano y a la par dar acceso a un seguro médico a todos. Ese el mensaje y el diálogo que quiere propiciar la campaña “Salud sin Barreras” de la Clínica del Pueblo, la misma que se extenderá hasta noviembre de 2022.
El guantazo del coronavirus continúa aporreando a todos, pero el virus siempre golpea más duro a los pobres e inmigrantes. Aunque DC es una ciudad con un alto índice de población asegurada (entre 96 y 97%), unos 7 mil habitantes están al margen, casi todos inmigrantes latinoamericanos, según Catalina Sol, directora ejecutiva de la Clínica del Pueblo.
Parafraseando a Sol, este es el objetivo de la campaña: crear conciencia alrededor del acceso a la salud para los inmigrantes en DC y en el condado de Prince George’s, donde la Clínica da atención. La pandemia inyectó altas dosis de urgencia para poner en práctica el concepto de que la salud es un derecho que va más allá de las barreras de un estatus inmigratorio.
“Como Clínica llevamos 38 años trabajando por ese derecho. DC se ha esforzado para ofrecer un seguro -Alliance cubre a unas 15 mil personas- para todos, sin mirar la condición migratoria; en Prince George no existe esa posibilidad y hay que trabajar para que esto cambie”, dice Sol.

Alliance amplió el plazo
El proceso de inscripción y renovación semestral para este seguro es extenuante y estresante. Debido a una falla del sistema, miles de inmigrantes estuvieron en riesgo de quedarse sin cobertura, pero, según Sol, “esto ya se corrigió”. La nueva fecha límite de recertificación es hasta el 31 de diciembre. Si hasta finales de mes quedan solicitudes pendientes se extenderá ese plazo.
La proyección de la campaña Salud sin Barreras quiere ir más allá de esas cortapisas y busca atraer la atención de quienes no tienen idea de lo que es vivir sin seguro médico para que unan sus voces a favor del acceso universal a la salud. “Que se sepa -dice Sol- que la atención de salud mental está negada para los inmigrantes en DC aún con el seguro. Que se conozca que nuestros pacientes de Prince George’s creen que los de DC tienen más beneficios de salud, pero la vivienda y los servicios son más caros. Nadie debería tomar decisiones salomónicas de quedarse o irse porque tienen o no tienen un seguro médico”.
El condado de Prince George's no ofrece seguro médico a los indocumentados. Durante la pandemia esa municipalidad amplió el acceso a los servicios de salud para realizar pruebas, sin embargo, el número estimado de residentes no elegibles para un seguro es de casi 60 mil.

Vivir con diabetes
El lanzamiento de Salud sin Barreras empató con el Día Mundial de la Diabetes y los 100 años del invento de la insulina, precisamente porque esta es una de las enfermedades que sin seguro, los pacientes no pueden costear sus cuidados. Entre los latinos, la diabetes adquiere proporciones de emergencia; por lo tanto, el derecho a la salud que promueve esta campaña es una cuestión de vida o muerte. Si no que lo cuente Bessie Anaya, residente de DC desde 1995. Ella es una paciente con diabetes y sin el seguro de Alliance, su situación sería más agobiante para su salud y su bolsillo.
“Tengo acceso a mi doctora y a la insulina, pero llevo dos años comprando otras medicinas y haciéndome otros exámenes que el seguro no me cubre. Tengo pendiente revisiones de mis huesos y de cáncer que el seguro me negó. Me gustaría que con mi testimonio escuchen la voz de la comunidad y vean las barreras que pasamos”, se lamentó Anaya, durante un conversatorio virtual, organizado por La Clínica del Pueblo. Según, el Journal of the American Medical Association, 22 de cada 100 hispanos tienen diabetes, casi del doble de la minoría blanca.
Para Monica Peek, codirectora de Bridging The Gap Reducing Disparities on Diabetes Care, historias como las de Anaya quitan la dignidad reducen la esperanza de vida. “Una parte del país queremos ayudar a los más vulnerables, pero la otra crea políticas y construye barreras burocráticas para que se rindan y no busquen ayuda”.
Obamacare aproximó la aspiración del derecho a la salud universal, pero faltan más esfuerzos para ampliar la cobertura. “Sin el compromiso en pos de este empeño la salud de la sociedad es como la úlcera en el pie de un diabético, solo empeorará”, ese el vaticinio de Peek. Visto así no es errado inferir que la alta incidencia de la diabetes entre los latinos no es una coincidencia, sino, como dice Peek, “el resultado de esas inequidades estructurales que impiden la creación de un sistema universal”.

Insulina: centenaria y cara
Una de las barreras es la falta de voluntad, aunque para Peek, hay más muros que saltar para los pacientes con enfermedades crónicas, entre ellos: el costo de las medicinas, la discriminación, ausencia de centros que promuevan el bienestar, elección entre la renta y la comida, precariedad económica y de vivienda, carencia de un seguro y estatus inmigratorio.
La diabetes, a los ojos de Sol, es un microcosmos de los problemas de salud que enfrentan los latinos. Sin medicinas, atención y alimentación adecuadas, lo que se les espera es ceguera, deficiencia renal, amputaciones y la muerte. Es posible prevenir este final con atención primaria, educación, terapia mental para reducir el estrés y acceso fácil a la insulina, pero todo se complica cuando no tienen servicios ni facilidades con el idioma.
Un siglo después de que dos jóvenes científicos canadienses, con el descubrimiento de la insulina, cambiaron para siempre el pronóstico de muerte inminente de los pacientes diabéticos, este sigue siendo un medicamento costoso en Estados Unidos (casi 300 dólares el frasquito para quienes no tienen seguro). “Es un indignante monopolio que nadie quiere regularlo. Desafortunadamente, la gente a la que más se le prescribe insulina es a aquella que menos tiene para costearla. Esa es la gran paradoja de este país”, dijo Peek, no sin un dejo frustración.
“Haremos una campaña educativa y de concientización, con la ayuda de nuestros promotores de salud, para propiciar el diálogo y pasar a la acción. Tenemos experiencia, antes hemos hecho campañas sobre la importancia de la salud mental, prevención de VIH-sida y en contra la homofobia. Usaremos las redes sociales, nuestras clínicas y alianzas como con CASA Maryland”, así es como Sol describe su estrategia.