CONTEO. Washington DC durante el 2020 hizo un trabajo para contabilizar a las personas que estaban viviendo en las calles. | FOTO: Cortesía Julia Pinney - Street Sense Media

Este artículo es parte de nuestra contribución al D.C. Homeless Crisis Reporting Project en colaboración con otras mesas de redacción locales. Los trabajos de esta colaboración serán publicados durante el día en: DCHomelessCrisis.press

Por Olga Imbaquingo | Especial para El Tiempo Latino

Era una noche otoñal de 1993 y daba un paseo por primera vez en la capital de Estados Unidos. De aquel viaje no me llevé grabado en la retina ni la solemnidad del Capitolio y menos la desangelada fachada del Watergate, epitafio del legado político de Richard Nixon. Lo que sí me quedó en la memoria fue ver tantos hombres afroamericanos durmiendo en las calles.

“¿Qué tal es Washington?”, preguntaron mis colegas a mi regreso a Ecuador. “Hay muchísimos hombres afroamericanos que duermen en las calles, pero tienen un colchón y un carrito lleno de plásticos”. Hablando del país más poderoso y rico del mundo, mi respuesta les sonó desconcertante e inverosímil a los ecuatorianos, pero era cierta.

Los colchones parecían surreales, si se comparaban con el cemento desnudo e indolente de los sin techo de mi ciudad, Quito, que ni siquiera consiguen un cartón para cobijarse. En aquel entonces no tenía idea de lo gélidas que son las noches invernales en DC.

¿Cuántos sin techo dormían en las calles de la capital en ese otoño?, Google no lo dice. Lo que sí se sabe es que para unas cinco mil 111 personas las aceras, los bajos de un puente, o el portal de un edificio son sus dormitorios en este 2021.

Según The Community Partnership for the Prevention of Homelessness, el 86.5% de los desamparados es de raza negra. También hay latinos, lo que pasa que ese 4.9% (unos 250) queda empequeñecido frente a la desproporción de los afroamericanos. Una demostración de que las condiciones económicas y sociales -pobreza, alquileres costosos, enfermedades mentales, desempleo, soledad o abuso de substancias- siguen siendo factores crónicos.

CARPAS. Pequeñas carpas de personas sin techo en el área de Dupont Circle, junto al anuncio de que la ciudad limpiará el área y cualquier pertenencia no empacada será removida. | FOTO: Cortesía Sarah Watson - Street Sense Media


Sin documentos y sin idioma

A la hora del desayuno, almuerzo o la cena, en Shepherd’s Table nadie presta atención a la línea imaginaria que separa a DC de Silver Spring, Maryland. “Con la pandemia hemos visto a más latinos que vienen desde DC y no les negamos un plato de comida, un abrigo o un examen de los ojos”, dice Evert Vargas, director de servicios sociales de esa organización.

Puesto a enumerar los problemas de los latinos sin techo, Vargas enlista a la falta del idioma en segundo lugar. “Siempre hay alguien que les auxilia con el español, pero lo que más les afecta, les aterra y los cohíbe de buscar ayuda es su estatus migratorio. Viven en constante miedo de ser deportados”.

Fausto Gabriel Fabre, sicólogo de Thrive DC, organización que sirve a los sin techo en el área de Columbia Heights, dice que debido a la falta de documentos es imposible que les den un hogar, más cuando la lista de espera es inmensa. “A uno de mis pacientes latinos, que es ciudadano estadounidense y además veterano, le dieron una vivienda cuando se infectó con el coronavirus. Esa ventaja no existe para los indocumentados”.

Hablando de los sin techos, los programas locales y federales siempre están estrechos de fondos, esa es la apreciación de Manuel Celaya, presidente de la junta directiva de Neighbor’s Consejo.

“En el sistema federal uno de los requisitos es ser ciudadano para ser elegible para una vivienda, la residencia no es suficiente. La ciudad no exige esa prueba, pero está superada por la demanda”.

Vargas, al igual que Celaya, cree que las inhóspitas condiciones que les toca vivir los empuja al abuso de sustancias, y en el caso de los latinos es el alcohol. “Sin trabajo, solos y con compañeros en las mismas condiciones, caen en profundas depresiones y se refugian en el alcohol. Los latinos no son de usar el crack, la marihuana o la heroína”, asegura Vargas.

La suma es cruel pero nunca falla: sin techo y sin trabajo, el resultado es depresión y alcoholismo. “A veces llegan pacientes hispanos que sí consiguen trabajo y logran dejar el alcohol, pero el gravitar en el mismo medio, en condiciones de mucha fragilidad laboral y en estado de soledad los hace recaer”, asegura Fabre, para quien las enfermedades mentales, como esquizofrenia, bipolaridad y depresión, también afectan a los hispanos sin techo, pero no buscan ayuda por miedo al estigma.

SOPORTE. Los estudiantes de Gonzaga Peace Club entregando alimentos y productos de higiene a las personas que están viviendo en las calles. | FOTO: Cortesía Athiyah Azeem - Street Sense Media

Entre un cobijo y la calle
El mapa de DC este 2021 muestra que la población hispana sin techo se concentra sobre todo en Columbia Heights, Mount Pleasant, Adams Morgan, la calle 16 con dirección hacia Maryland y Brentwood.

Alicia Horton, directora ejecutiva de Thrive DC, cuenta que debido a la pandemia aumentó el número de personas en busca de alimentos. “Antes del COVID-19 entregábamos unas 100 fundas semanales, después llegamos a distribuir más de 400. La mayoría de nuestros clientes eran latinos, con los que hasta entonces no habíamos tenido ningún tipo de relación”. Otro grupo no tiene donde cocinar ni calentar su comida, ellos antes comían en el amplio comedor, pero por prevención hoy se les entrega porciones preparadas.

Thrive DC fue creada para auxiliar a los sin techo. Además de comida y ayuda sicológica, se les ofrece servicios como lavado de ropa y una ducha. Sin embargo, se dan muchos casos en los que sí tienen donde vivir, pero su situación es muy precaria, porque, como dice Horton, “sin un ingreso están al filo de la calle y tienen que decidir entre comer, pagar la renta o comprar medicinas”.

Celaya teme que los desalojos pongan a muchos a caminar sobre esa fina línea y terminen del lado de la calle. Ese es el miedo de Mario Monasterios, jornalero boliviano de 74 años. Debe tres meses de renta y no puede acogerse a ninguna ayuda, porque el dueño del diminuto cuarto en donde vive no quiere darle una prueba que demuestre que es su inquilino. “Vivo buscando trabajo, que me cojan afuera de Home Depot es como ganarme la lotería. Los patrones prefieren solo jovencitos”.

Monasterios consigue un plato caliente en Miriam’s Kitchen. “Los de Miriam me ayudaron que el doctor me vea la rodilla. Me agarro de donde sea y no sé hasta cuándo podré remendarme para no terminar como mi compatriota, que ya tiene 80 años y vive en las calles. Ese es mi miedo de terminar como el pobrecito de mi paisano”.

Pese a que las cifras han bajado, DC está entre las 10 ciudades (ocupa el noveno lugar) con más adultos sin techo. Hay algunos logros, el número de familias con niños sin casa ha disminuido. Así como en aquella noche otoñal de hace 28 años, mucho ha cambiado para un gran sector de la población, pero casi nada para los hombres adultos que tienen a la calle por hogar, con o sin colchón.

DORMITORIO. Una carpa de una persona sin techo en el paso subterráneo de la calle K, en el noreste de la ciudad. | FOTO: Cortesía Rodney Choice - Street Sense Media


El equipo de Street Sense Media aportó las fotos para este reportaje

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