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La inflación de hoy es diferente. Nos lo dicen estos cuatro gráficos.

Richard Clarida, vice chairman of Federal Reserve System, speaks during a Bloomberg Television interview in New York on Nov. 1, 2019. MUST CREDIT: Bloomberg photo by Kholood Eid.

(c) 2021, The Washington Post - Alyssa Fowers, Rachel Siegel

WASHINGTON - La accidentada recuperación económica tiene a los legisladores, a los economistas y al pueblo estadounidense lidiando con aumentos cada vez mayores en los precios de los alimentos, la gasolina, los automóviles, el alquiler y un sinfín de otras cosas.

Durante meses, los funcionarios de la Reserva Federal de EEUU (Fed) y de la Casa Blanca han argumentado que la inflación de la era del Covid es temporal o "transitoria" y que los precios volverán a bajar lentamente a medida que la economía tenga tiempo de recuperarse. La esperanza era que la inflación ya hubiera comenzado a aliviarse.

Pero la variante delta del coronavirus y los persistentes retrasos en las cadenas de suministros han mantenido los precios al alza. Nadie sabe cuándo habrá un cambio en esto, y mientras tanto los estadounidenses sienten la tensión en sus bolsillos.

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Les presentamos un desglose de cómo llegamos hasta aquí.

Los responsables de la formulación de políticas se sintieron alentados cuando los precios de agosto bajaron ligeramente, rompiendo una racha de ocho meses consecutivos de inflación al alza. Pero septiembre cambió de rumbo, situándose en un 5,4% en comparación con el año anterior, en gran parte debido al azote de la variante delta contra la recuperación.

Los economistas advierten que no es bueno llegar a conclusiones con los datos de un solo mes, sean buenos o malos. Pero el panorama general sugiere cada vez más que la inflación se ha mantenido más tiempo de lo que esperaban los responsables de las políticas económicas de la Fed y de la Casa Blanca hace unos meses. El presidente de la Fed, Jerome Powell, dijo al Congreso el mes pasado que las restricciones a la oferta en la economía "en algunos casos, empeoraron", y agregó que "necesitamos que esas restricciones a la oferta se alivien y disminuyan antes de que la inflación pueda bajar".

Un funcionario de la Fed incluso está descartando la palabra "transitoria" por completo, diciendo que le da al público una falsa sensación de esperanza de que esto pasará en un período corto de tiempo.

Entretanto, la administración Biden anunció el inicio de operaciones 24/7 en un importante puerto de EEUU esta semana y está trabajando con los principales importadores para despejar el aglutinamiento de carga antes de la temporada navideña.

Los formuladores de políticas a menudo alegan que los aumentos de precios se limitan a las industrias golpeadas por la pandemia, como las aerolíneas, los hoteles y los automóviles usados. Pero los datos federales del miércoles señalan que los costos de alimentos y alojamiento aumentaron en septiembre y, en conjunto, contribuyeron a más de la mitad del aumento mensual de todos los artículos, cuando se ajustan estacionalmente.

Las preocupaciones sobre el aumento de los alquileres y el alza de los precios de las viviendas preocupan particularmente a los economistas en cuanto a la duración de los aumentos de precios, incluso pensando que seguirán después de que la pandemia haya finalizado en términos generales. Un mercado inmobiliario congestionado ha hecho que sea mucho más difícil comprar una casa para los compradores primerizos, o para aquellos que no tienen dinero en efectivo o un crédito sólido. Mientras tanto, el aumento de los alquileres en las principales áreas metropolitanas está afectando cada vez más personas que ahora se preguntan si podrán o no quedarse en sus actuales hogares.

Sumado a todo esto, una crisis energética ha repercutido en las cadenas de suministros ya afectadas. Según AAA, el promedio nacional del galón de gasolina el jueves fue de $3,29, frente a $3,17 hace un mes y $2,18 hace un año.

A lo largo de la pandemia, los autos nuevos y usados han sido una especie de prueba de fuego para detectar los problemas en las cadenas de suministros del país y los aumentos de precios relacionados.

Los autos y camiones usados han impulsado la inflación este año y han aumentado un 52% desde septiembre de 2019, antes de la pandemia. El mercado depende en gran medida de los intercambios y de las piezas de repuesto de automóviles, que se agotan en medio de una escasez mundial de microchips. Ese elemento ha hecho que sea más costoso para los concesionarios obtener cualquiera de sus modelos de autos, y mucho más difícil aún repararlos. Y todos esos problemas también están afectando la oferta de automóviles usados, que dependen de los intercambios y de los inventarios de las empresas de alquiler de automóviles.

Mientras tanto, la pandemia desencadenó una escasez masiva de autos de alquiler luego de que una gran cantidad de empresas importantes vendieran cientos de miles de autos que estaban inactivos al comienzo de la pandemia, cuando los estadounidenses dejaron de viajar. En mayo, más de uno de cada tres autos de alquiler que habían estado en servicio antes de la pandemia ya no lo estaba.

Sin embargo, a medida que más personas se vacunaron y empezaron a tener viajar de primavera y verano, la demanda de los clientes aumentó. Las empresas no pudieron hacerse con los automóviles lo suficientemente rápido, lo cual hizo subir los precios a medida que la gente se apresuraba a hacer reservaciones y las empresas buscaban reabastecer sus flotas de autos.

Los carros nuevos ahora también están experimentando un aumento en los precios gracias a la actual escasez de chips. Los cierres relacionados con el Covid han afectado a las fábricas de todo el mundo. Por ejemplo, la producción de automóviles en América del Norte se ha visto frenada por los cierres en Malasia y Vietnam.

Las familias de todo el país también se enfrentan a precios más altos en las tiendas de comestibles, que hacen que la gente tenga que esforzarse mucho más para poder comprar productos lácteos, frutas y verduras, así como productos horneados y carnes.

Los precios de la carne, las aves de corral, el pescado y los huevos se han disparado por encima de otras categorías de comestibles. La Casa Blanca ha apuntado a una consolidación generalizada en la industria de la carne, diciendo que las grandes empresas tienen cierta responsabilidad en el alza de los precios.

Los grupos industriales no están de acuerdo, argumentando que los mismos problemas del lado de la oferta que abundan en el resto de la economía se aplican a las proteínas: cuesta más transportar y empaquetar productos, mientras que la escasez de mano de obra ha frenado la producción de carne.

Mientras tanto, las categorías de alimentos con un aumento menor siguen viendo alzas a medida que las cadenas de suministros se quedan rezagadas. El índice de precios al consumo de septiembre mostró que, en comparación con agosto, las manzanas subieron un 3,8%, la mantequilla de maní subió un 3% y las papas un 2,4%.

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¿Qué sigue a todo esto?

Otro gran desafío para los gerentes de políticas se vislumbra en segundo plano: ¿cómo controlar las expectativas de inflación? Hay un aspecto psicológico inherente a la inflación: si los consumidores o las empresas esperan que el costo de los bienes y servicios siga aumentando, podrían cambiar su comportamiento actual. Por ejemplo, los vacacionistas pueden apresurarse a reservar habitaciones de hotel con antelación exagerada. O las empresas pueden abastecerse con de manera anticipada, lo que aumenta los precios y retroalimenta esas mismas expectativas.

Los líderes de la Fed dicen que no están preocupados y que responderían si comienzan a ver señales de alarma. Pero algunas medidas sugieren que la ansiedad es alta. Una encuesta de consumidores de la Fed de Nueva York sobre las expectativas de inflación llegó a un máximo en septiembre. La confianza del consumidor también se desplomó en agosto en línea con la expansión de la variante Delta, según una encuesta marcadora de la Universidad de Michigan.

"No hay duda de que el resurgimiento de la pandemia debido a la variante Delta ha sido afrontada con una mezcla de raciocinio y emoción", revelaron los resultados de la encuesta.

Laura Reiley del Washington Post contribuyó con este reportaje.

Información de los Autoras:

Alyssa Fowers es reportera gráfica del Washington Post.

Rachel Siegel es reportera de economía que cubre la Reserva Federal. Anteriormente cubrió noticias de última hora para la sección financiera del Post y política local para la oficina Metro del Post. Antes de unirse al Post en junio de 2017, Rachel colaboró con The Marshall Project y The Dallas Morning News.

Lea el artículo original aquí.