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Sorprendentemente, el evento de toma de posesión de Trump es de relativo bajo perfil

Las primeras festividades inaugurales del presidente Barack Obama se extendieron por cinco días. Las de Donald Trump son de apenas tres.

Bill Clinton organizó 14 eventos oficiales el día en que se juramentó. Trump planea sólo tres apariciones.

Y mientras otros presidentes han tenido desfiles que se han extendido por más de 4 horas, el paseo de Trump a lo largo de Pennsylvania Avenue se espera que dure sólo 90 minutos -el más corto del que hay récord.

En una palabra, las actividades inaugurales del presidente número 45  de Estados Unidos serán “laboriosas”, dijo Boris Epshteyn, director de comunicaciones del Comité Presidencial Inaugural, cuyo personal tiene unas 350 personas que luchan por seguir los procedimientos desde el segundo piso de un edificio justo al sur del National Mall.

La idea de un evento inaugural de relativamente bajo perfil puede resultar una sorpresa, si tomamos en cuenta el talento del presidente electo para el espectáculo y sus credenciales como estrella de televisión. Pero Epshteyn dijo que Trump prefirió un enfoque menos llamativo, que incluye mantener los precios de los boletos al evento en $50 cada uno para que los americanos de la clase trabajadora que ayudaron a su sorpresiva victoria puedan participar.

Los organizadores también esperan un número inusualmente alto de manifestantes, dada la reñida victoria de Trump sobre la candidata demócrata Hillary Clinton. Y a partir del lunes por la tarde, casi tres docenas de legisladores demócratas habían asegurado no asistir a las festividades, después de las revelaciones de la supuesta interferencia de Rusia en el resultado electoral y de la descarga de Trump contra el icono de los derechos civiles John Lewis, el sábado.

“Los eventos inaugurales tienden a reflejar el carácter, la personalidad y las aspiraciones de la persona que se prepara para ocupar 1600 Pennsylvania Avenue”, dijo Timothy Naftali, un historiador presidencial de New York University. “No sería ‘trumpeano’ si no hay algún espectáculo”.

Al principio se habló de algo más llamativo. Trump se reunió con Mark Burnett, productor de su antiguo show “The Apprentice” para discutir la idea de desfilar por la Quinta Avenida en Nueva York, donde se encuentra Trump Tower, para luego viajar en helicóptero a Washington con la nación entera pegada a las pantallas de televisión. Otros sugirieron otras extravagancias, como un gran despliegue de banderas ceremoniales a medida que Trump pasa por su hotel en Pennsylvania Avenue durante el desfile.

Algunos ex presidentes han intentado dar una personalidad a su presidencia con sus eventos inaugurales. John F. Kennedy tuvo mucho estilo y elegancia, una declaración de que el glamour había retornado tras los años simples del presidente Dwight D. Eisenhower.

Jimmy Carter, por otro lado, presionó la idea de una “toma de posesión popular”, e incluso señaló en un momento que la nueva primera dama había optado por usar el mismo vestido de raso azul que se puso en su investidura en Georgia seis años antes.

Ronald Reagan, un actor de Hollywood, optó por el glamour y el pizazz. Bill Clinton abrazó su estatus de baby boomer con un concierto gratuito que incluyó una serie de estrellas y un reformado Fleetwood Mac para interpretar su éxito “Do not Stop”, que se había convertido en su himno de campaña.

Con tu tema de campaña “Hope and Change”, la primera inauguración de Obama estableció un récord de asistencia, ya que los funcionarios abrieron la totalidad del Mall para la ceremonia de juramentación.

En su conferencia de prensa la semana pasada, Trump prometió una inauguración que sería “muy, muy especial, muy hermosa”, y predijo “masivas multitudes”.

Hay señales mezcladas. Muchas de las fiestas no oficiales organizadas por delegaciones estatales y otras entidades se agotaron hace semanas. Las reservas de hoteles parecen estar a la par con la inauguración de Obama en 2013, de acuerdo con Robin McClain, vicepresidente de Destination D.C.

Mientras tanto, funcionarios de la ciudad han indicado que hay más autobuses que han buscado permisos de estacionamiento para el sábado, cuando está programada la protesta Women’s March on Washington, que para el día de la inauguración el día anterior.

Thomas Barrack, un financista internacional quien dirige el comité inaugural de Trump, dijo a los periodistas la semana pasada que el presidente electo está tratando de evitar una “atmósfera circense” con sus festividades.

Los participantes no han sido enteramente elegidos por él. Durante semanas, Trump ha sido perseguido por titulares sobre su lista-A de artistas que han rechazado ofertas para unirse a la celebración. Hasta el viernes, los únicos actos que se habían anunciado eran el Coro del Tabernáculo Mormón y Radio City Rockettes – ambos veteranos de eventos inaugurales anteriores – y Jackie Evancho, un finalista de “America’s Got Talent” en 2010.

El viernes, Trump anunció un puñado de artistas que participarán en la ceremonia “Make America Great Again! Welcome Celebration” el jueves por la noche. Entre ellos se encuentran las estrellas country Toby Keith y Lee Greenwood y los rockeros 3 Doors Down.

La actriz de Broadway Jennifer Holliday fue anunciada el viernes y abandonó la idea el sábado, diciendo que había escuchado las preocupaciones de la comunidad gay sobre el mensaje que su participación enviaría. Holliday se unió a una larga lista de celebridades que han dicho públicamente que rechazaron invitaciones, incluyendo a Elton John, Celine Dion y la banda de rock KISS.

Epshteyn minimizó los informes de tales rechazos, ofreciendo una analogía: “Para algunos de ellos, eso es como que yo diga: ‘No voy a jugar base para los Wizards de Washington’. Bueno, nunca me preguntaron”.

Una cosa que el comité inaugural de Trump ha hecho particularmente bien es recaudar dinero. El comité asegura que ha logrado reunir más de $90 millones en dinero privado para las festividades, mucho más que los $53 millones que Obama levantó en 2009 para su primera inauguración. Las contribuciones fueron solicitadas a través de contactos personales con corporaciones y donantes ricos, a los que se les pidió entre $25.000 y $1 millón, con recompensas personalizadas para cada nivel.

Roy Bailey, un financiero de Texas que co-preside los esfuerzos de recaudación de fondos, dijo que un número sustancial donó $1 millón o más. En ese nivel, los donantes obtendrán beneficios especiales durante el fin de semana de inauguración, incluyendo ocho entradas para una “cena a la luz de las velas” que contará con “apariciones especiales” de Trump y su esposa, Melania, y el vicepresidente electo Mike Pence y su esposa Karen, según el folleto de donantes obtenido por The Washington Post.

Aún así, no está claro cómo el comité inaugural va a gastar todo lo que ha recibido.

“Con un evento de bajo perfil, no sé en qué podrían usar 90 millones de dólares”, dijo Steve Kerrigan, presidente ejecutivo del comité inaugural de Obama en 2013 y jefe del personal del comité en 2009.

Una parte significativa del costo de las festividades -incluyendo el juramento y el desfile- está cubierta por el Congreso y los militares. Las fiestas oficiales y otros extras han sido tradicionalmente suscritos por fondos privados.

Los extras incluyen centenares de mantas térmicas con el sello presidencial y la fecha de la toma de posesión de Trump, ordenadas para ser distribuidas a embajadores y a los que están en el estrado en la ceremonia de toma de posesión. No está claro si las mantas serán muy útiles: Se prevé una temperatura de entre 50 y 60 grados Fahrenheit para el viernes.

Los ayudantes de Trump han adelantado poco sobre lo que él planea decir en sus palabras después de ser juramentado. Es un discurso que podría establecer el tono para un presidente que está entrando en la oficina con calificaciones de aprobación históricamente bajas. A fines del mes pasado, Trump dijo a varios visitantes de su resort Mar-a-Lago en Florida que está buscando inspiración en Reagan y Kennedy.

Miembros del congreso están distribuyendo cerca de 250.000 boletos para la ceremonia de juramentación, mientras que el National Mall puede albergar a cientos de miles de espectadores más.

Después de un almuerzo en el Capitolio, Trump planea formar parte de un tradicional desfile inaugural – aunque un más corto que de costumbre.

The participants announced so far include an array of high school and college marching bands and bands from all branches of the military. But the short scheduled time and lack of more hoopla has surprised some observers, including Charlie Brotman, who has served as the announcer at every inaugural parade since Eisenhower’s second one in 1957. Brotman, 89, has been relieved of his announcer duties this year despite continued interest in serving.

Los participantes anunciados hasta ahora incluyen una serie de bandas de música de escuelas secundarias y universitarias, y bandas de todos los departamentos militares. Pero el corto tiempo programado ha sorprendido a algunos observadores, incluyendo a Charlie Brotman, quien ha sido el locutor oficial en cada desfile inaugural desde 1957. Brotman, de 89 años, ha sido relevado de sus deberes este año a pesar de su continuo interés en servir.

“El desfile es en realidad una extensión de la personalidad del presidente”, opinó Brotman. “Pensé que sería espectacular, como un desfile del Día de Acción de Gracias de Macy’s”, dijo.

(Traducción El Tiempo Latino / El Planeta Media)

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