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Juana un ejemplo de lucha y perseverancia

Con su pequeña Heidy de cinco años, en brazos, unas cuantas cosas y en busca de una mejor vida en los Estados Unidos, Juana López Vásquez salió de su vivienda en San Martín Sacatepéquez, Quetzaltenango, un pueblo ubicado al occidente de Guatemala, a finales del 2014.

Sin saber una sola palabra en español y mucho menos inglés, la chapina afrontó su viaje, pues su lengua natal es el Mam, una lengua maya que es hablada por más de medio millón de guatemaltecos en esa zona occidental del país. Lo cual no fue obstáculo para viajar.  Asegura que no atravesó el desierto como en muchos casos les sucede a sus compatriotas y menos tener que montar el tren llamado ¨La Bestia¨.  Pero al cruzar la frontera fue detenida por migración.   ¨Me crucé la frontera con mi niña, solo crucé y migración me agarró, después de eso me pusieron el brazalete en mi pie¨.

A partir de ese momento, el brazalete de monitoreo de migración se convirtió en su fastidioso compañero por los siguientes meses. Aunque no cometió delito alguno más que buscar un mejor futuro para ella y su hija se sentía presa y perturbada por la situación. ¨Seis meses tuve el brazalete, me sentía muy triste porque en mi país no conocía eso¨ recordó ese episodio con la mirada perdida en el piso, como si hubiera sido ayer.

Aunque la frustración de no poder comunicarse con personas que entendieran su idioma la invadían, Juana se presentó sin falta a todas las citas acordadas por migración; y luego de seis meses le fue retirado el brazalete y le extendieron un permiso de dos años para estar en este país mientras su estatus migratorio es resuelto. ¨Gracias a que me dieron mi permiso, mi sueño es estar acá y aprender bien, bien, el español y el inglés¨, afirmó Juana, quien con fe espera una resolución a favor.

Esta situación la impulsó a buscar ayuda para estudiar y aprender lo que su propio país le negó. ¨Por ese motivo yo entré a estudiar español porque aquí si hay oportunidades, en mi país no las hay y por eso nunca entre a la escuela¨.

Una pequeña y humilde vivienda construida de adobe (barro) y lámina es todo el patrimonio en Guatemala de la familia López Vásquez, conformada por los padres y nueve hijos, incluyendo a Juana. ¨Mis papás son muy pobres, somos muy pobres, no había para comprar mis útiles, ni un cuaderno o un lapicero.  Somos 9 hermanos y nosotros teníamos que trabajar para comer¨. Recuerda que si eran buenos días lograban comer los tres tiempos, pero si no, solo engañaban al hambre hasta la mañana siguiente.

¨Mi casa en Guatemala no está bien construida, cuando llueve ponemos una palangana -recipiente- para que el agua caiga allí, porque si no, los chorros de agua entran a la casa y nos mojan, mojan lo poco que tenemos¨.

Juana también trae a la memoria que sus pequeños pies siempre estuvieron sucios, perdidos entre el polvo de las calles que la vieron crecer, puesto que sus primeros zapatos los obtuvo cuando tenía doce años, ¨la verdad yo no use zapatos cuando era pequeña, yo use hasta que tenía doce años. Me da tristeza haber dejado mi país, es muy lindo, pero lamentablemente allá no puedo superarme. Aquí hay más oportunidades¨ afirmó.

Hace dos años Juana ingresó al Centro de Alfabetización en Español (Cenaes) y orgullosa nos cuenta sus éxitos: ¨Cuando vine a este país no sabía hablar ni español; y ahora me siento muy feliz y contenta porque estoy avanzando, no quiero dejar el estudio porque ahora ya se leer y hablar un poco español, pero tengo que seguir mejorando hasta hablarlo bien¨.


   
   

Gabriela López para ETL

Pero los logros de esta chapina no terminan allí, Juana fue una de los tres triunfadores del onceavo concurso de deletreo en español que realiza Cenaes año con año, y que se llevó a cabo el pasado trece de junio en Washington DC.

Además, estudia inglés de lunes a viernes en una escuela pública y dos veces por semana aprende español en este centro. ¨Mi meta es seguir avanzando. Como ya se leer estoy estudiando el inglés¨.

Hace año y medio dio a luz a Franklin, su segundo hijo. Y hace seis meses se casó con el padre de sus dos retoños, el guatemalteco Leonel Romero, quien también viajó a este país hace unos años y la apoya en todo momento.  Su hija Heidy asiste a la escuela y juntas realizan sus tareas. ¨La residencia es mi deseo, ojalá que me la den así puedo trabajar y superarme con mis hijos, para no sufrir como sufrí en Guatemala¨.

El caso de Juana es un claro ejemplo del dicho ¨querer es poder¨ y aconseja a todos a perseguir y luchar por sus sueños, ¨no hay que tener miedo, sino vamos a estar estancados toda la vida¨ expresó.