Como muchos inmigrantes, el dinero atrajo a Kazi Mannan a Estados Unidos. Hacer lo suficiente para mantener a su padre y a sus nueve hermanos en Pakistán significó no sólo hacer los trabajos que muchos estadounidenses evitan, sino también trabajar las horas en las que muchos estadounidenses no lo harán.
Así que al día siguiente de su llegada a Washington, DC, en 1996, Mannan comenzó a trabajar en el turno de la noche -de 6 de la tarde hasta las 8:00 de la mañana – como un cajero de una gasolinera, siete noches a la semana por 2.50 dólares la hora.
La experiencia de Mannan se repite hoy entre los 5,5 millones de trabajadores nacidos en el extranjero en Estados Unidos que trabajan noches, noches y fines de semana, representando una cuarta parte de los inmigrantes en la fuerza de trabajo.
Los inmigrantes son 15,7 por ciento más propensos a trabajar estas horas que los trabajadores nacidos en Estados Unidos, según un estudio que se publicará esta semana. Son 25,2 por ciento más propensos a cubrir los turnos de fin de semana – en comparación con los trabajadores nativos con características demográficas similares, tales como nivel de educación, ubicación y si están casados o tienen hijos.
El informe de New American Economy, una coalición de negocios nacional fundada por el ex alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, utilizó la Oficina de Estadísticas Laborales y datos censales para analizar las horas de trabajo de los inmigrantes en comparación con sus contrapartes nacidas en Estados Unidos.
Los inmigrantes son considerablemente más propensos a trabajar horas inusuales en una variedad de ocupaciones, tanto en los extremos de baja calificación como en los de alta calificación del espectro laboral, según el informe.
Toma (como ejemplo) a un fabricante que opera una fábrica 24 horas al día, siete días a la semana, dijo Jeremy Robbins, director ejecutivo de New American Economy.

Marvin Joseph — The Washington Post
Desde que Kazi Mannan llegó a EEUU de Pakistán en 1996, él ha trabajador como cajero en una gasolinera, recolector de muestras de orina, chofer de autobús del aeropuerto, y despachador de piezas de autos. Estos trabajos le permitieron empezar su propio negocio de servicio para vehículos y su restaurant.
“Necesitan trabajar durante la noche”, dijo Robbins. “Si usted no puede conseguir que la gente trabaje durante la noche, esos trabajos del día no van a existir, tampoco.”
El informe llega en un momento políticamente cargado en el debate sobre la inmigración. El presidente Trump ha abrazado una retórica “Contrate estadounidenses”. El Congreso está revisando los méritos de varias visas.
Muchos trabajadores nacidos en Estados Unidos también trabajan horas inusuales. Pero tienden a gravitar hacia sectores que requieren fluidez en inglés y altos niveles de interacción con el cliente, tales como camareros de restaurantes, ventas al por menor y/o bartending, según el informe. Los inmigrantes en turnos de noche o de fin de semana son más propensos a trabajar como conserjes y criadas o como trabajadores de construcción y agrícolas.
Entre los trabajadores altamente calificados, los inmigrantes desempeñan un papel importante llenando puestos de trabajo en horarios inusuales en los servicios de salud, educación y bibliotecas.
Esto es especialmente cierto entre las mujeres. Las mujeres son 24.2 por ciento más propensas que las mujeres similares nacidas en Estados Unidos para trabajar esas horas.
Los inmigrantes que son profesionales del sector salud, como médicos, farmacéuticos y enfermeras, tienen un 20,6 por ciento más de probabilidades de trabajar durante la noche y los fines de semana, mientras que los inmigrantes que trabajan en áreas de de apoyo a la salud, como asistentes de enfermería, ayuda en el hogar y obreros de hospitales, son 16.8 por ciento más propensos a tomar tales turnos.
Mannan tenía 26 años cuando llegó a Estados Unidos. Después de seis meses de trabajo durante la noche como un cajero de gasolinera, fue recompensado con un horario de día, pero continuó trabajando en las noches para conseguir pagos extra. En un año, manejaba tres gasolineras para su empleador, quien también lo entrenó como mecánico y patrocinó su visa de trabajo.
“Ellos confiaron completamente en mí. Todo el día y la noche, lo que necesitaban, yo estaba allí”, dijo Mannan. “Estaba desesperado por ganar suficiente dinero, provenía de la extrema pobreza, quería cambiar mi situación y no había otra forma de cambiarla sino trabajando”.
Comenzó su propio servicio de autos y en 2013 abrió Sakina Halal Grill, un restaurante pakistaní-indio en el centro de Washington, DC, con el nombre de su difunta madre. Sus dos empresas proporcionan puestos de trabajo para más de 30 personas.
El padre de 47 años de edad, de tres hijos, continúa trabajando largas horas, como cocinero, mesonero – cualquier papel que tenga que llenar cuando sus empleados renuncien, enferman o tomen vacaciones.
“Ahora soy parte de esta sociedad americana como un inmigrante que contribuye a este país”, dijo Mannan. “La mayoría de los inmigrantes tienen los mismos objetivos: trabajar duro y traer prosperidad a sus familias. Mantengan la inmigración si quieren hacer grande a Estados Unidos”.
(Traducción El Tiempo Latino/El Planeta Media)