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ELN combina todas las peores formas de lucha

El plan pistola que el ELN puso en marcha en contra de la Policía es la última muestra de que esa guerrilla está combinando todas las peores formas de lucha. En lo que va del año, no solo perpetraron uno de los peores atentados en la historia de Bogotá, sino que generaron una tragedia ambiental en Catatumbo, secuestraron la tripulación de un helicóptero y ahora emprendieron una de las peores estrategias de guerra: el sicariato a traición de uniformados.

Cuatro policías han sido asesinados en las últimas horas. Dos patrulleros fueron abaleados este martes por un desconocido mientras almorzaban en un restaurante en El Tambo, Nariño. El matón escapó en una moto. El día anterior, dos sicarios abordaron a dos policías de la Policía Fiscal y Aduanera que estaban en un puesto de control sobre el puente José Antonio Páez, en Arauca. Les dispararon y huyeron por una trocha hacia un municipio venezolano.

Guillermo Botero, el ministro de Defensa, confirmó este miércoles que el ELN decretó un plan pistola y le ordenó a los policías de todo el país que estén alerta, incluso cuando no vistan el uniforme, ante posibles ataques de los guerrilleros.

No es la primera vez que el ELN hace uso de esa estrategia de terror, y menos si se tiene en cuenta que uno de sus objetivos más recurrentes es la Policía. El año pasado hubo indicios, por interceptaciones telefónicas, que se había ordenado un plan pistola en el Magdalena Medio. Y en 2016, pasó algo similar en Cúcuta. Sin embargo, esas acciones ocupaban apenas una región de acción de los elenos, y esta vez la ubicación de los crímenes en dos extremos del país podría demostrar un alcance nacional en la estrategia.

Con esta arremetida, el ELN completa un comienzo de año en el que ha puesto en marcha los más bajos mecanismos de guerra. Apenas la semana pasada, el Catatumbo vivía una emergencia ambiental luego de una voladura del oleoducto Caño Limón – Coveñas. El derrame de petróleo alcanzó el río Catatumbo, a través de una quebrada que es su afluente, y amenazaba con contaminar incluso el lago Maracaibo, en Venezuela. Solo este año, los elenos han perpetrado al menos siete ataques contra ese oleoducto, que terminan siendo también atentados contra el medioambiente.

La arremetida del ELN, según Botero, es una respuesta al levantamiento de la mesa de diálogos de La Habana, que le presidente Iván Duque sentenció hace un mes, justo después de que la guerrilla cometiera uno de los peores ataques terroristas que ha padecido Bogotá. El carro bomba contra la Escuela Militar de Cadetes de la Policía causó la muerte de 22 uniformados, y la guerrilla se lo atribuyó.

A raíz del ataque, el presidente le pidió a Cuba que capturara a los jefes guerrilleros que actuaban como negociadores en La Habana, pero esa petición no ha sido acogida. Entre tanto, las autoridades señalan la dificultad de combatir a la guerrilla, pues los cabecillas que no están en la isla, están refugiados en territorio venezolano, donde no los alcanza el brazo de la Fuerza Pública colombiana.

Precisamente, Botero dijo que la orden del plan pistola podría haber llegado del otro lado de la frontera. En el caso de los dos policías asesinados en Arauca se cree que fue una represalia por recientes incautaciones de contrabando que manejaban los elenos. Los sicarios, que se refugiaron en Venezuela, fueron enviados por Gustavo Giraldo, alias Pablito, el jefe del frente Domingo Laín, una de las estructuras más poderosas de la guerrilla, cuyo paradero también está en el país vecino.

“El Código de Policía no está por encima de la estabilidad social de una ciudad”: alcalde de Cali

El mandatario Maurice Armitage catalogó de absurdas las multas que están imponiendo a los ciudadanos por comprarles a los vendedores ambulantes. Dijo que es una mala interpretación del Código de Policía y defendió el trabajo informal.

Maurice Armitage, alcalde de Cali, se ha hecho reconocer por su sensibilidad social. De ahí que para muchos es normal y coherente que frente a la polémica desatada por cuenta de la multa de 834.000 pesos que la Policía le impuso a un ciudadano bogotano por comprar una empanada en una venta callejera, se inclinara por defender a los vendedores ambulantes y sus clientes.

En su administración, Armitage se fue en contravía de lo que dice el Código de Policía y dio instrucciones a las autoridades locales para que no apliquen la norma y así frenar lo que él considera “una persecución contra los vendedores ambulantes”. SEMANA lo entrevistó.

¿En Cali no se aplican los numerales 4 y 6 del artículo 140 del Código de Policía?

Maurice Armitage: No se trata de no aplicar el Código de Policía, aquí lo que se trata es de convivir. Primero está la estabilidad social de la gente (…) eso está por encima de cualquier código. Una ciudad como Cali que tiene todos los problemas sociales, hay casi 80.000 personas que se acuestan con hambre, tenemos que dejarlos trabajar, tenemos que darles oportunidades de trabajo. Y a esos vendedores ambulantes poco a poco los vamos organizando; yo tengo la certeza de que los caleños venimos tomando conciencia social de que tenemos que darle trabajo e ingresos a la gente.

¿Quiere decir que el tema de los vendedores ambulantes es uno de los más importantes en Cali?

M.A.: Sí, pero no solo de Cali, sino en muchas partes de Colombia. Pero en Cali la cosa es muy seria; nosotros tenemos mucha gente aquí que está con problemas y fuera de eso nos caen 40.000 venezolanos que los tenemos que acomodar. ¿Y dónde están esos venezolanos? No están en las 350 carpas por las que hacían alboroto, están ya acomodados en Cali, sobreviviendo, moviendo la economía, consumiendo, trabajando. Puede que la gente se queje de los vendedores ambulantes, pero la economía se está moviendo.

¿Y qué hace su administración por esos vendedores ambulantes?

M.A.: Los estamos ordenando, y ya empezamos con los vendedores ambulantes que trabajan en el MIO (Sistema de Transporte Masivo), les estamos dando instrucciones, aprendizaje, carnetizando. Eso vamos a seguir haciendo con la gente. Mientras tanto, no puedo aplicar un Código de Policía porque esa norma no está por encima de la estabilidad social de la ciudad.

¿Cuántos vendedores ambulantes y estacionarios tiene Cali?

M.A.: No tengo la menor idea, ahí si me corchás, no hay censo, estamos en eso. Mire, usted coge Cali, porque no es el centro nomás, y en el sector del distrito de Aguablanca hay miles de vendedores ambulantes, en el centro de Cali hay miles, en todas partes hay. ¿Eso qué ha creado? Una convivencia sana donde los caleños estamos viéndolos no como un estorbo si no como un problema que tenemos que asumir, tenemos que ayudar para salir adelante con esa realidad.

¿Y qué le dice el comandante de Policía cuando usted le da instrucciones precisas de no aplicar ese numeral del código?

M.A.: Es que esa orden no la he dado ahorita; desde hace tres años mandé a esconder una cosa que se llamaba ‘El lobo‘, unos vehículos con los que la Policía y la Alcaldía perseguían a los vendedores ambulantes; eso ya no existe en Cali, ese problema no lo tenemos y espero que ese ejemplo de lo que ha pasado en Bogotá, no se produzca en Cali.

Explíquenos, ¿qué era El lobo?

M.A.: Eran cuatro camiones con un mundo de policías recogiendo a los vendedores ambulantes. Eso se acabó, se prestaba para chantajes, para corrupción, para diez mil cosas y por eso lo acabé.

Pero insisto, ¿qué le dice el jefe policial frente a esa directriz de no aplicar el código?

M.A.: “Eso es una filosofía social, el comandante de la Policía me conoce y sabe cuál es mi mentalidad en eso.

¿Entonces en Cali no existen comparendos por violar los numerales 4 y 6 del código?

M.A.: Ahí me corchás, porque yo no voy a decir mentiras; pero puedo decir que hay una convivencia con los vendedores ambulantes desde hace tres años. Es que esto que están hablando ahorita no es nuevo para Cali, desde el día en que llegué a la alcaldía hice dos cosas fundamentales para generar empleo: quité la Ley Zanahoria y después dije ‘quiten el famoso lobo‘.

¿Sirvió la estrategia?

M.A.: Pues les dije convivamos en el centro de Cali, en el distrito de Aguablanca, en cualquier parte de la ciudad; usted va a cualquier espectáculo y los vendedores ambulantes se han ido acomodando con respeto; es decir, tenemos que tener sentido común para darle trabajo y posibilidad de ingreso a mucha gente y eso ha movido la economía. No tenemos que pensar que la solución es que los andenes estén totalmente libres, ojalá eso ocurra algún día, cuando tengamos pleno empleo y no se acuesten con hambre 80.000 personas.

¿Y qué le dicen los comerciantes y empresarios caleños?

M.A.: Le puedo decir a usted que hay varios comerciantes del centro de Cali que ya se hicieron a la idea y les ha ido bien, a todos les está yendo bien. Mire, la industria está vendiendo más, más helado, más chontaduro, más arepas, más ropa, la gente tiene con qué comer.

¿Qué mensaje envía a los alcaldes de otras ciudades donde sí se aplica estrictamente el Código de Policía?

M.A.: No les digo porque cada cual es dueño de su propia plaza. Yo estoy viviendo la situación de Cali de acuerdo a mi mentalidad social.

¿Pedirá ayuda a los congresistas vallunos para que se aclare ese punto del código?

M.A.:Pero por supuesto; esto de los vendedores ambulantes no se los he podido porque nosotros no teníamos problemas, pero este viernes lo haré.

¿Usted cree que en el fondo se trata de una mala interpretación del Código de Policía?

M.A.: Anoche vi y escuché a la ministra (Justicia) en la televisión y me acosté muy tranquilo porque dije: ‘¿Será que el equivocado soy yo?‘, y vi que no, sencillamente es una mala interpretación del código. Yo lo que interpreto es el hambre y la necesidad de la gente.

¿Y qué piensa de multar al comprador y no al vendedor ambulante?

M.A.: Me parece una cosa absurda, eso no lo pueden hacer en una ciudad como Cali y espero que no lo hagan. Una cosa es perseguir al delincuente y otra muy distinta que persigan al que está tratando de ganarse la vida decentemente.

¿Pero qué pasa si en Cali un policía multa a un ciudadano por comprarle a un vendedor ambulante?

M.A.: Espero que ese policía no lo aplique; espero que el policía tenga la misma sensibilidad social e interprete el código como lo hago yo. Que primero está la estabilidad social y la comida de la gente.

Fuente: Semana

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