Por Olga Imbaquingo | Especial para El Tiempo Latino
No aparecen en los datos oficiales y se ven forzados a identificarse como latinos, aunque no se consideran como tal. Ellos son mayas y se desconoce exactamente cuántos viven entre Virginia, Washington DC y Maryland.
La Liga Internacional Maya estima es que en esta área habitan entre 20 mil y 25 mil personas de origen maya, venidos desde Guatemala y pertenecen al menos a cinco pueblos distintos y hablan cinco o más idiomas diferentes.
Durante la pandemia comprobaron que, si los latinos pobres están marginados, ellos están aún más. “La falta de información es una de las barreras que impide que reconozcan nuestra presencia y que también necesitamos recursos y servicios”, dijo Juanita Cabrera López, directora ejecutiva de la Liga Maya.
En las estadísticas, los pueblos mayas se mezclan con los latinos y la información solo está en inglés y español. Los líderes mayas han pedido entrenamiento para llenar los formularios de vacunación y que se les dé alguna recompensa por ese trabajo. Hasta ahora no hay respuesta.
La presencia de población maya en Langley Park (Maryland), Arlington y Centreville (Virginia), empezó a ser más notoria hace unos 20 años. Trabajan en construcción, restaurantes, jardinería, limpieza y muy pocos en la industria de servicios.

“Nos están dejando atrás”
“A nosotros nos tocó vivir la parte fea de la pandemia. El sistema salud nos excluye por falta de documentos. El desempleo obligó a juntarnos con otras familias y vivir 14 o 16 personas en una casa para aguantar esta crisis”, dijo Mercedes Say, una indígena maya quiche, miembro del consejo comunitario de la Liga Maya.
A su entender fue una contradicción que durante la pandemia les pidieran acudir al doctor. “Nos decían si tiene síntomas llame a su médico ¿Cómo vamos a llamar al médico si no tenemos seguro? A nosotros nos está costando más esfuerzo y sacrificio salir adelante”.
Gerónimo Ramírez, miembro del consejo comunitario de la Liga Maya, tampoco encuentra sentido en hablar de la post-pandemia. “Nos están dejando atrás. No están analizando el trauma sicológico y económico”. En Centreville donde él vive muchas familias mayas tienen hasta cuatro y cinco meses de atraso en el pago de la renta, no tienen empleo y les falta información sobre el virus y la vacuna en sus lenguas. “No podemos declarar victoria, porque nuestra recuperación no está a la vista”.
Cabrera coincide con la apreciación de Ramírez, “dicen que el 60% ya está vacunado, pero nuestras comunidades todavía no tienen acceso a las vacunas, fuimos excluidos y no estamos saliendo del hoyo”.

Solos, pero solidarios
Durante una conversación entre la Liga Maya y El Tiempo Latino, Say habló los desafíos de las comunidades maya: “Tenemos poco conocimiento del español y el no hablarlo bien dobló y hasta triplicó las barreras. Imagínese lo que fue la educación virtual para nuestras familias, sin idioma, sin computadora, sin internet”.
En medio de la incertidumbre y la ausencia de información en los idiomas mayas, apelaron a su solidaridad ancestral. Si alguien caía enfermo se organizaron para que nos les faltara unos frijolitos y tortillitas. “Es que somos de esos que piensan que donde entran tres facilito entran cuatro”, aseguró Say, quien se gana el sustento limpiando casas y no logra comprender por qué trabajadores como ella son llamados esenciales “si cuando íbamos al doctor nos dejaban tres o cuatro horas esperando por no tener seguro”.
La acción simbólica de resistencia de muchos descendientes mayas es escribir junto a los formularios el pueblo al que pertenecen. “Antes por ignorancia ponía que era hispano, ahora cuando lleno un documento me aseguro que diga que soy maya-ixil”, cuenta Alejandro Santiago, voluntario de la Liga Maya.

Vídeos sobre la vacuna
Para contrarrestar la falta de información durante la pandemia, la Liga Maya elaboró vídeos informativos en cinco idiomas. “La mayoría de nuestra gente no habla español y los vídeos llegaron tarde porque no teníamos los recursos. Me sentí mal porque sin saber sobre el virus algunos se enfermaron y murieron”, contó Santiago.
Para la fase de vacunación están mejor preparados y ya tienen un equipo digital para llegar, a través de las plataformas sociales, en cinco lenguas. “Informaremos dónde vacunarse en Maryland y Virginia y enfatizaremos en las dosis de Pfizer porque abarcan a los menores de hasta 12 años. Nuestra limitación siempre ha sido la falta de fondos”, insistió Cabrera.
La primera clínica de vacunación con un objetivo más focalizado en los pueblos mayas de Centreville se realizará el próximo 20 de junio. “La información la estamos difundiendo de boca en boca, ayudaremos a registrarse al instante, serviremos de intérpretes y lo haremos con gusto para que este sufrimiento se acabe”, aseguró Ramírez.
Para Say, la pandemia está siendo un dolor traumatizante y de doble carga, una emocional y otra económica. Nos ponen formularios para la vacuna sin darse cuenta que muchos no saben leer ni escribir español, luego dicen que nosotros y los hispanos no queremos la vacuna. Sí la queremos, pero no sabemos cómo llenar esos documentos”.

Sus idiomas, su resistencia
Ante la urgencia de contar con intérpretes acaban de lanzar el programa de derechos de lenguaje de los pueblos indígenas para ofrecer servicios de interpretación. Seis intérpretes están entrenados para asistir en asuntos relacionados con la pandemia y la crisis humanitaria en la frontera. El área metropolitana es una donde más se esperan a menores de edad sin la compañía de sus padres.
Los intérpretes están capacitados hacer traducciones entre el español y el K’iche’, Ixil, Q’anjob’al, Q’eqchi’ y Mam. “Hay una crisis humanitaria en la frontera y la interpretación no es un derecho que nos dan a los pueblos indígenas. Nos han hecho invisibles y ser un intérprete en mi lengua, el Ixil, es la forma de resistencia que he encontrado”, dijo Ramírez.
El servicio de interpretación se ofrecerá de forma virtual. Para requerir el servicio se recomienda enviar un email a interpreters@mayanleague.org o a interpretation@thecifva.org. Es un grupo pequeño, pero es histórico porque estamos haciendo esto primera vez. No somos pueblos extintos, estamos vivos y sabemos cuáles son nuestros derechos”, señaló Cabrera.