Por Olga Imbaquingo - Especial para El Tiempo Latino
¿Ya vacunó a sus niños? Esta va a ser la pregunta que, seguramente, muchos padres de familia escucharán con frecuencia, una vez que la vacuna contra el COVID-19 para los menores, comprendidos entre los cinco y 11 años, ha sido aprobada y empieza a distribuirse a las farmacias, clínicas, centros de salud y puestos de vacunación.
Las hermanas Flor y Alma Benavides son de las primeras latinas que en Washington DC pueden responder que sí, porque ya llevaron a sus hijos a una de las clínicas de Mary’s Center para que los inmunicen en presencia de la alcaldesa, Muriel Bowser.
“No dudé, llevé a Matías (seis años) llena de mucha esperanza, porque el coronavirus nos quitó a dos seres queridos muy cercanos en El Salvador. Quiero que mis hijos crean en la ciencia y en los medios de comunicación serios, por eso lo hice de forma natural. Para mí, las vacunas representan optimismo y un privilegio que otros no han tenido”, comentó Flor. Su hija Valeria de 12 años fue una de las primeras que ofreció su bracito cuando llegaron las dosis para el grupo entre los 12 y 18 años.
De un sentir parecido es su hermana Alma, apenas supo que ya había la vacuna para los niños se alegró y lloró, porque pensó en sus familiares que no tuvieron esa suerte y el coronavirus se los llevó y casi ocurre lo mismo con su madre. “Mi hijo Gael de siete años fue el primer niño en vacunarse en la ciudad y estuve tan emocionada y agradecida que quería que todo el mundo se entere”. Con sus testimonios estas dos madres aspiran que otros padres se animen a vacunar a sus pequeños.
María Márquez, pediatra y directora médica de Mary’s Center, explica que la vacuna “es la misma que para los adultos, solo en una dosis más pequeña (un tercio menos) y ha demostrado que tiene suficiente inmunidad”. Unos 28 millones de niños, entre cinco y 11 años, son elegibles para recibirla.
Esta profesional insistió que la vacuna para los niños también pasó por rigurosos procesos de investigación y ensayos y está aprobada por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) y la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA).

Razones de peso
Las dosis para los niños mayores de cinco años empiezan a distribuirse en el área metropolitana y lo ideal sería que los padres no esperen tanto para hacer una cita, más cuando 46.7 millones de personas se han contagiado y más de 757 mil han fallecido en Estados Unidos. El coronavirus también ha sido cruel con los niños, unos dos millones dieron positivo y 150 han muerto. “Esa es una cifra altísima para este grupo”, asegura Márquez.
Hay más en las estadísticas que podrían inclinar a los padres a favor de la vacuna para ellos y sus hijos: dos mil niños han desarrollado un síndrome severo de inflamación de sus órganos y un año después todavía siguen afectados con miocarditis y pericarditis. Estas son las consecuencias físicas de la pandemia, pero hay otras que son incuantificables y emocionalmente dolorosas.
“Unos 140 mil niños son huérfanos de padre y madre por culpa del coronavirus. Esa es una pérdida abrupta, abismal y hay que decirlo porque afecta a los pequeñitos. Otros miles han perdido a uno de sus progenitores, a sus abuelitos o sus tíos y ahora que tenemos una herramienta muy efectiva para prevenir hay que aceptarla”, señala Márquez.
Otra de las consecuencias es que un año y medio fuera de las escuelas, jardines de infantes y guarderías, el cerebro de los niños
perdió la oportunidad de aprender y desarrollarse a través de la socialización. El aislamiento empieza a cobrar su factura, tanto que la Asociación Nacional de Pediatría acaba de declarar que este es un asunto de emergencia de salud mental.
“Es aún temprano para dar cifras, pero estamos viendo problemas de sociabilización, comportamiento, ansiedad y depresión, debido a la falta de estimulación temprana de sus cerebros y eso es muy grave”, asegura Márquez, quien una y otra vez antepone a la ciencia y sus resultados: “Cuando se vacuna a un niño o a un adulto, se protege al 61% de los miembros de ese hogar, si son tres o cuatro los vacunados, ese porcentaje sube hasta un 90%. De tener un familiar con enfermedades crónicas eso es una compensación y una demostración de empatía y cariño”.
Gratis y para todos
Por ahora la única vacuna aprobada para los niños es de Pfizer. En pocas semanas habrá suficientes y se administrarán sin hacer cita. Mary’s Center recibió sus primeras 900 para inmunizar con la primera y segunda dosis a 450 niños, en los centros de Adams Morgan, Petworth y Fort Totten.
Por ahora, Mary’s Center está vacunando solo a los pequeños que están bajo su cobertura. Este centro tiene en su agenda el vacunar a unos ocho mil niños. A partir del 15 de noviembre empezó a ofrecer citas para los comprendidos entre los cinco y 11 años. La atención será los sábados entre 9:00 am y 12:00 pm, en Fort Totten, Silver Spring y Adelphi. Para hacer una cita llame al (844) 796-2797 Al igual que para los adultos, los centros de vacunación del área metropolitana ofrecerán las vacunas sin costo para los niños, no demandarán el número de seguro social ni el estatus migratorio. “Solo pediremos el nombre y un número de teléfono para llamarlos por la segunda dosis en los siguientes 21 días después de la primera”, señaló Márquez.
Gael y Matías apenas tuvieron dolor del brazo, ni siquiera perdieron un día de escuela después de su primera dosis. Márquez pide a los padres “monitorear la temperatura si tienen algo de fiebre o dolor de cabeza darles acetaminofén (Tylenol), pero si pasa de los 40 grados llame al pediatra, porque pese a que la vacuna es muy segura y efectiva nada es al cien por cien”.
Para Alma tener la certeza de que si su niño se contagia no terminará en un hospital, le da paz mental y saber que está dando un ejemplo le causa satisfacción. Su pequeño fue corriendo a su aula a contarles a sus amiguitos que ya está vacunado y que hasta habló al micrófono frente a la alcaldesa.
“Mi nombre es Gael y estoy en la escuela Creative Minds y pienso que todos los padres deberían vacunar a sus niños y también que todos los niños del mundo deberían recibir su vacuna”. Su aplomo le mereció un aplauso.