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“Dios me dio otra oportunidad de vida”

CRÓNICA

VIDEO: "Dios me dio otra oportunidad"

Andrea Ceballos sobrevive al cáncer y abre su corazón con El Tiempo Latino

Andrea Ceballos sobrevive al cáncer y abre su corazón con El Tiempo Latino

Wahington, DC.- El teléfono sonó. El “hola” tembloroso de Andrea vino seguido de: “amiga… me dieron los resultados y es cáncer”. La escuché llorar.

Esa tarde del 22 de octubre de 2013 la vida golpeó a Andrea Ceballos, mi amiga argentina de espíritu alegre y convicciones fuertes, quien emigró a Estados Unidos en 1996 cuando su esposo, Gustavo Ceballos, un ingeniero civil, fue trasladado a Washington.

El viernes anterior, 18 de octubre, Andrea se había sometido a una mamografía tras haberse sentido un bulto en el seno izquierdo.

“Sentí como una bolita en el pecho, que luego desapareció. Pero una noche me desperté con un dolor que me hizo llorar y al día siguiente llamé a mi ginecólogo”, contó una tarde de marzo, sentada en el sillón de su casa en Burke, Virginia.

Por primera vez, Andrea compartía en voz alta lo sucedido.

A una nueva mamografía y sonograma le sucedió una biopsia un lunes. “Me dijeron que debía esperar por los resultados hasta el viernes, pero al día siguiente me llamaron”, narró.

Nadie está preparado para un diagnóstico como tal, menos Andrea, quien siempre había sido muy meticulosa con sus mamografías, chequeos, y cuidado de salud y no tenía antecedentes de cáncer en su familia. De ahí su impresión cuando la llamaron para comunicarle el resultado de la biopsia y la recomendación de “una cita inmediata con el oncólogo”.

“El diagnóstico que me dieron tenía un nombre largo y que ni podía pronunciar: ‘Moderetaly Differentiated Invasive Ductal Carcinoma’. Cuando me dicen la palabra ‘invasive’ y la palabra “carcinoma’ inmediatamente mi mente hace un ‘click’”, expresó al señalar que sabía que su diagnóstico era cáncer. “Me quedé casi congelada, junté mis cosas y me subí al auto. Me pregunté ¿qué es esto? ¿me está ocurriendo o es un sueño? ¿voy a la casa y le digo a mi esposo o lo llamo ahora?”, dijo.

El rostro de sus hijos se le cruzó por la mente: “Por favor, Dios, quiero ver crecer a mis nietos”, se dijo al pensar en Julieta de 23 años; Martín, de 21 y Camila de 16.


Encuentro con la verdad

Andrea y Gustavo Ceballos cumplieron 25 años de casados en enero.


           
   

Alfredo Duarte Pereira para ETL

Andrea y Gustavo Ceballos cumplieron 25 años de casados en enero.

Lo que siguió fue una avalancha de citas médicas que fueron la antesala de las quimioterapias. “Durante los primeros días del diagnóstico me sentí positiva, confiando en el avance de la ciencia y en Dios. Pero cuando me entrevisté con la oncóloga y me explicó detalles del cáncer,  yo me desmoroné. Lloré y lloré. Era como si recién cayera en la cuenta a lo que me estaba enfrentando y me sentí pequeña”, suspiró.

Para Gustavo, ese viernes 25 de octubre, sucedió algo extraño y milagroso. “Hasta entonces yo era el que había estado destrozado al ver que le persona que amo se enfrentaba a este gigante. Delante de ella me hacía el fuerte, pero al voltear, me desmoronaba”, expresó. “Mi preocupación más grande era que yo no pudiera darle la fortaleza que ella necesitaba en este tiempo. Pero oré tanto a Dios porque me diera de su paz y así fue”, recordó. El día que Andrea cayó emocionalmente, Gustavo la levantó. “Algo sucedió en mí cuando la cirujana terminó de explicar lo que seguiría”, dijo. Abrazó a Andrea, la besó y con voz firme le aseguró: “saldremos de esto”.

Bahamas, corales  y peces

Antes del tratamiento, tocaba descartar si el tumor se había expandido y determinar las posibilidades de que sus hijos también lo desarrollaran. “Gracias a Dios cada resultado fue una victoria”, dijo Andrea. Pero el proceso de las pruebas no había sido nada agradable. Frente a las máquinas de CT Scan o Bone Scan, Andrea se sentía indefensa y vulnerable. “Meterme por minutos en esas máquinas tipo cápsulas ensordecedoras y en donde casi no podía ni respirar era horrible”, expresó.

Sin embargo descubrió el antídoto perfecto para esa sensación: “Cada vez que entraba a la máquina recordaba los maravillosos corales y peces que vimos en Las Bahamas. Y se me venía a la mente alabanzas de fortaleza ”.

En agosto nuestras familias viajaron a esas islas y Andrea me retó a realizar una excursión de buceo. Tragué agua y creí ahogarme por momentos; pero ella disfrutó cada minuto en la profundidad viendo los maravillosos corales y peces multicolores.

Quimioterapias

El oncólogo recomendó un tratamiento combinado para atacar al tumor: seis ciclos de quimioterapia, seguido de una cirujía y entre 18 y 30 sesiones de radiación.

Las quimioterapias hicieron estragos en Andrea. La mujer vibrante y llena de energía que yo conocía, se venía abajo. En la iglesia donde se congrega era un pilar. De lunes a viernes trabajaba como maestra y algunos fines de semana decoraba tortas por encargo.

“Después de la quimo mi energía se iba, tenía un cansacio extremo y  náuseas”, expresó.

Pronto entendió que debía aprender a conocer su cuerpo y sus limitaciones post terapia. Hubo momentos que no podía levantar una taza o pelar un mango. Y la impotencia se apoderaba de ella. En esos instantes, un abrazo o permitirle llorar sobre el hombro era lo más reconfortante.

Sin embargo, al quinto o sexto día, Andrea salía de su “burbuja” para ir a trabajar con sus niños. “Yo no quería quedarme en casa y me exigía para ir a trabajar con mis chiquitos”, contó. Pero antes de regresar a su hogar, por la tarde, Andrea se acostaba en la alfombra del salón de clases durante unos 30 minutos para recobrar la energía y poder manejar.


Acción de Gracias, nuevo look

La señal más evidente de la quimioterapia es la caída del cabello. “Al principio tenía la esperanza que no lo iba a perder, pero después fue impactante ver cómo se me caían los mechones”, recordó.

El Día de Acción de Gracias, un mes y seis días después del diagnóstico, Andrea usó por primera vez una pañoleta en su cabeza. En la sobremesa, mientras jugábamos “charada”, Andrea se fue al ‘basement’ con la novia de su hijo, quien es estilista: “Le pedí que me rapara el cabello. Fue un momento muy duro. Las dos lloramos y nos abrazamos”, recordó.

Al regresar a la sala, sus ojos  delataban que había llorado, pero con una amplia sonrisa nos dijo: “OK, ¿a quién le toca? ¡Sigamos!”, concentrándose en el juego.

Padres, amigos y consejos

Uno de los momentos más difíciles para Andrea fue comunicar la noticia a sus padres quienes viven en Argentina. “¿Cómo les dices, a la distancia, que tienes cáncer?… Lo hice por Skype”, contó.  A los días su madre ya estaba en Virginia.

“Yo tuve la fortuna de poder contar con mami en los días más difíciles de este proceso. También mi suegra, quien vive en Argentina vino y fue de gran apoyo”, añadió.

El cáncer caló en la parte emocional de Andrea.“Por un tiempo me pregunté ‘dónde están mis amigos’ ‘qué se hicieron’. Pero luego entendí que cada quien estaba procesando mi enfermedad a su manera y no sabían cómo actuar”, señaló Andrea.

Algunos consejos de Andrea para los amigos de una paciente:

–“A veces no hay fuerzas para hablar pero sí para escuchar o leer un saludo, unas palabras de ánimo aunque sea por texto”.

—“Por favor no le cuente de sus experiencias sino que actúe”.

–Preparen cena: “Los padres de mis niños en la escuela habían hecho un calendario para traerme comida. Algunas amigas también me preparaban sopas y algo de comer”.

–Ayuden en el hogar: “A pesar que para mí era muy difícil aceptar ayuda, sentía un gran amor por parte de los que lo hacían”. Unos le limpiaron la nieve de los autos en forma anónima, otros se llevaron la ropa para planchar y unos terceros pagaron para ayudar a limpiar la casa.

Bodas de Plata sin viaje a Grecia.

En enero Andrea y Gustavo cumplieron 25 años de casados. “Mi ilusión era que cuando llegara esa fecha, mi esposo y yo viajaríamos a Grecia. Pero Dios permitió esta vez que fuéramos a otro viaje, un viaje por la ruta del cáncer en donde nos unimos más”, dijo.

El viaje sigue en pie. Sus hijos decoraron una botella de vidrio con paisajes de Grecia en la cual escribieron: ‘Fondo para Grecia’.

“Algún día viajaremos”, sonrió.


Cierre de un capítulo

El 28 de febrero, Andrea recibió su última quimoterapia del ciclo. A la 1:12pm la enfermera le desconectaba la máquina. Nos abrazamos y lloramos. Ese día se cerró un capítulo intenso y duro.

Los médicos dicen que no hay rastros del tumor. Pero aún debe someterse a una quimoterapia simple por varios meses y radiaciones.

Hoy viernes 4 de abril, Andrea entrará al quirófano para hacerse una lumpectomía: extirparán los ganglios y sólo una parte del tejido del seno. “Dios me dio una nueva oportunidad de vida. Y lo que haga en adelante no será igual”, dijo y me entregó una sonrisa dulce y llena de esperanza.

NOTA: Si alguien quiere escribirle a Andrea puede hacerlo a: Teamandrea2013@gmail.com


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