Washington- Líderes conservadores, entre ellos el ex secretario de Comercio Carlos Gutiérrez, pidieron el 17 de enero que el Congreso no desaproveche este año la oportunidad para aprobar una reforma migratoria integral y progresiva que conduzca a la “ciudadanía”.
“Esta es la primera vez desde 2007 que tenemos la oportunidad de hacer algo con sustancia, no una reforma que motive la lucha política por el puro intento de quedar por encima”, dijo Gutiérrez, quien defendió que el proceso de legalización sea progresivo y permita optar a “un camino hacia la ciudadanía”.
Gutiérrez confió en que el Congreso y la Casa Blanca negocien la reforma migratoria con las bases del debate de 2007 en el que “uno de los principios fue la ciudadanía”, aunque matizó que no de forma automática “por las sensibilidades de aquellos que han esperado años y años” para ser legalizados.
“El primer paso, el más importante, es legalizar a los que están aquí y luego, si deciden ser ciudadanos, habrá un proceso para ello”, una propuesta que además de Gutiérrez defienden otros líderes republicanos como el senador Marco Rubio.
Gutiérrez recordó que él y otros miembros del Partido Republicano han creado un grupo de presión independiente (Super-PAC) “Republicans for Inmigration Reform” para recaudar fondos y promover apoyos a las posturas de los conservadores sobre la legalización de inmigrantes.
El que fuera secretario de Comercio durante la administración de George W. Bush defendió que en el debate migratorio se cuente con la opinión de los empresarios y dijo que es necesario “un flujo estratégico futuro” de inmigrantes legales, ya que en caso contrario en varios años EE.UU. se enfrentará a otro problema migratorio.
El presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, Thomas Donohue, defendió la necesidad de que se establezca un camino hacia la legalización que tenga en cuenta la opinión de los empresarios, mientras que la concesión de visados para nuevos inmigrantes “esté vinculada a la demanda del mercado”.
Donohue, presidente de la principal patronal de empresas de Estados Unidos, defendió un proceso de legalización “progresivo y por fases”, ya que la economía del país no puede seguir adelante sin los inmigrantes indocumentados que llevan años residiendo en el país y viven con el temor de ser deportados.
Tanto Donohue como Gutiérrez coincidieron en que es necesaria una reforma consensuada por demócratas y republicanos que “saque de la sombra” a los alrededor de 11 millones de inmigrantes ilegales que residen en el país, muchos ellos pagando impuestos, pese a que no pueden acceder al sistema de seguridad social.
Para Donohue el primer paso de una reforma migratoria deber de sacar a los inmigrantes indocumentados “de las sombras” para que paguen sus impuestos y puedan consumir, y a partir de ahí “establecer consenso sobre cómo pueden alcanzar la ciudadanía”.
“Sería terrible que les digamos que pueden ser legales y luego que no tengan oportunidades hacia la ciudadanía”, explicó Donohue.
Según Gutiérrez, el debate migratorio que prevé iniciar la Casa Blanca y que el presidente, Barack Obama, expondrá en el discurso del Estado de la Unión en febrero, deberá tener en cuenta que las posturas excluyentes e inflexibles harán que el proyecto de reforma fracase.
En la conferencia, organizada por el Foro Nacional de Inmigración, estuvieron presentes también líderes religiosos como Barrett Duke, vicepresidente de la Comisión de Ética y Libertad Religiosa, y Johnny Young, director ejecutivo de la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU.
Según Duke, la Biblia deja claro que no se puede condenar a los inmigrantes ilegales a vivir en la pobreza y formar parte de una “subclase” y aseguró que las organizaciones religiosas se implicarán más en el debate migratorio.
En opinión de Young, la reforma migratoria es un paso necesario que debe tener en cuenta “que la unidad de la familia es una piedra angular de la sociedad estadounidense”.