
ESTADOUNIDENSE. Nikki Lester, de VA, tiene un novio indocumentado.
En medio de la multitud que se concentró el miércoles 10 de abril frente al Capitolio para impulsar la reforma migratoria, Prem Konatham, de la India, resaltaba con su traje negro, decorado con monedas de centavos formando la frase “Now Freedom” (Libertad Ahora).
El inmigrante narró una odisea teñida de abuso laboral y separación familiar. “Llegué a este país con muchas ilusiones. Me trajo mi ‘maestro’ para trabajar”, contó. “Pero lo que viví fue una esclavitud moderna, apenas me pagaba $1,50 la hora y no tenía ningún tipo de privilegio”, añadió.
Dejó a ese empleador y trabajó con otro que “me trató peor, hasta me hizo cambiar de nombre”, señaló al derramar una lágrima.
Finalmente cuando pensó que había conseguido el trabajo perfecto y con una visa en proceso tipo H1B por especialización, y cuando tenía a su esposa pronto a dar a luz, fue despedido.
“Eso complicó los trámites migratorios y mi esposa tuvo que regresar a la India. Ya llevamos varios meses separados, sin poder estar con mi bebé recién nacido. Y no sé cuándo podamos reunirnos de nuevo”, lamentó Konatham, quien reside en Michigan y llegó a la manifestación de Washington junto a la agrupación Alliance for Immigrants Rights & Michigan Organizing Project.
“Por eso estoy aquí para que haya una ley de inmigración que dé libertad y permita la reunificación familiar”, señaló.
Si bien el tema más crítico de una reforma migratoria integral es legalizar a 11 millones de indocumentados —y permitirles una vía a la residencia permanente y por ende la ciudadanía— también es una necesidad mejorar el sistema migratorio legal.
Hay una urgencia para agilizar los trámites y cubrir los vacíos que existen en el sistema actual.
El plan del Grupo de los Ocho en el Senado, dado a conocer el martes 16, eliminaría la lista de espera para las solicitudes de residencia en base a una petición familiar y de trabajo, que en algunos casos hoy se prolonga hasta dos décadas.
Para el estadounidense Gerard Sehrer, de Falls Church, Virginia, esa espera se ha convertido en seis años. El ciudadano americano se casó con una inmigrante hondureña. Pero debido a que ella estuvo más de seis meses indocumentada en este país, tuvo que salir de Estados Unidos para esperar sus papeles en Honduras.
“Mi mamá pagó por un perdón para que pudiera venir antes pero al parecer hubo un error y tuvo que tramitarlo de nuevo. Mientras tanto todavía sigue esperando”, contó a El Tiempo Latino, Mario, de 16 años, quien vive con su padrastro en Falls Church.
Nikki Lester, también ciudadana estadounidense que vive en Woodbridge, espera una reforma migratoria que permita legalizar a su novio, un indocumentado salvadoreño.
Los senadores proponen ampliar el número de visas para las peticiones de familiares directos.
“Incluso se pondría a los residentes permanentes en la misma categoría de los ciudadanos. Es decir que no tendrían que esperar más tiempo como lo hacen ahora si piden a un familiar”, dijo la abogada Claudia Flower, de Virginia.
Pero a cambio el proyecto pide eliminar las peticiones de hermanos de ciudadanos ni bien pasen 18 meses de la puesta en vigor de la legislación. También pide erradicar la de la lotería de visas.