Washington, DC.- Después de siete años de no ver a su madre y 11 de no estar con su padre, el adolescente Brandon Terríquez, de 14 años, los pudo abrazar nuevamente en mayo cuando fue enviado desde un centro de detención en Texas hasta Virginia.
Brandon había sido detenido por las autoridades de Inmigración al intentar cruzar la frontera de México a Estados Unidos tras un viaje de más de 20 días desde su natal Guatemala.
“Por fin estamos juntos después de tanto sufrimiento”, manifestó Trinidad Ramírez.
El menor es uno de los 53.000 niños que —desde octubre a la fecha— han sido detenidos por la patrulla fronteriza al cruzar la frontera sur con México, una situaciónde proporciones dramáticas y que ha sido calificada como una crisis humanitaria por el Gobierno. Las cifras casi triplican el número de niños que emigran ilegalmente sin compañía, en comparación al año anterior.
Tras la odisea del cruce, los Terríquez se enfrentan a un futuro incierto. El Gobierno busca acelerar el proceso de deportación de los niños que no califican a un tipo de asilo o leyes de protección.
El presidente Barack Obama pidió al Congreso que considere los cambios a una ley de 2008 para acelerar la deportación de los niños que llegan a la frontera con México. La ley exige que la mayoría de niños detenidos por la patrulla fronteriza entregue a los menores al Departamento de Salud para que vele por su bienestar.
El tema levanta las protestas de ambas partes. En California, un grupo impidió el paso de los autobuses federales que transportaban a niños. “Que los deporten”, dijeron. En el área metropolitana de Washingtron activistas proinmigrantes condenan la respuesta del Gobierno. El lunes 7 realizarán una manifestación cerca de la Casa Blanca.
La familia Terríquez hará escuchar su voz en la protesta. “Sería terrible que ahora deporten a mi hijo”, dijo la madre.