
El chef José Andrés recibe la medalla del Congressonal Hispanic Caucus de manos de su presidenta, la congresista Linda Sánchez, y de la precandidata presidencial demócrata, Hillary Clinton. El 8 de octubre de 2015 en Washington, DC.
Aunque los numerosos asistentes aplaudieron el discurso de Hillary Clinton durante la gala del Congressional Hispanic Caucus Institute (CHCI), la noche del 8 de octubre en Washington, DC, un joven indocumentado de 22 años, Juan Carlos Ramos, al fondo de la sala, trató de interrumpir con gritos a la exsecretaria de Estado.
Ramos levantó primero una pancarta en la que se leía que Clinton apoyaba a las cárceles privadas que detienen inmigrantes, luego se puso a gritar durante el discurso de la precandidata demócrata a la presidencia y, poco después, fue escoltado hasta la salida por agentes del servicio secreto.
“La comunidad inmigrante le quiere dar el recordatorio de que no confiamos en ella (…) Es hipócrita”, dijo Ramos, que llegó a Estados Unidos de forma ilegal hace siete años desde El Salvador y tiene una orden de deportación.
El joven protestaba porque Clinton supuestamente recibe dinero para su campaña de una de las compañías carcelarias más importantes el país, Corrections Corporation of America, que se beneficia del encarcelamiento de la gente de color, según denunció en un comunicado la organización “United We Dream”.
Cuando Clinton finalizó su discurso, la maestra de ceremonias de la gala del CHCI, la actriz Roselyn Sánchez comentó que no sabía cómo los politicos eran capaces de seguir hablando mientras les gritan.
“Fue muy intenso, mi temperamento puertorriqueño no lo hubiera soportado”, dijo Sánchez.
Juan Carlos Ramos hizo público poco después un comunicado a través de United We Dream:
“Our message to Hillary Clinton is simple: immigrant youth do not trust you. It is time to drop the prison money and stand with our community — you can’t have it both ways… Each dollar of private prison money accepted by the Clinton campaign undermines her pro-immigrant policy promises, and our community will not be fooled.”
Por su parte, la directora para medios hispanos del Comité Nacional Republicano (RNC), Ruth Guerra, consideró que cada vez que Clinton se dirige a una audiencia latina hace “las mismas promesas vacías” que el presidente Barack Obama y que, como él, “no podrá mantener”.
Clinton asistió a la gala del CHCI para condecorar a su amigo el chef José Andrés con el “2015 Medallion of Excellence Award”.
“Agradezco a José su valentía por enfrentarse a la retórica del odio al inmigrante… también le agradezco sus margaritas”, dijo Clinton quien se refirió así, sin nombrarlo, a la referencia contra los mexicanos de Donald Trump, a la demanda legal por $10 millones que éste le puso a Andrés cuando el chef rompió su contrato con el magnate después de los insultos antiinmigrates, y a la contrademanda que el chef acaba de presentar contra Trump.
Protestas en la Gala del CHCI
La joven activista Blanca Hernández, quien interrumpió al presidente, se mostró escéptica con las promesas.
“A Obama no se le cree ahorita, las acciones cuentan más que promesas”, puntualizó a El Tiempo Latino la joven “dreamer” de origen mexicano. Hernández dijo que no se puede esperar más para tener una conversación, sino que “ahora es el momento de hacerlo” para evitar que más familias sean divididas por las deportaciones. Hernández llevaba consigo peticiones de familias inmigrantes para una reforma urgente.
Los agentes del Servicio Secreto solamente la cuestionaron y la dejaron libre. “No hice nada, sólo estaba cumpliendo mis derechos constitucionales a la libertad de expresión”, explicó. La joven señaló que al principio del primer periodo de Obama los demócratas controlaban ambas cámaras del Congreso, pero “no pasó nada porque el mandatario puso todos sus esfuerzos en la reforma de salud”. Hernández, de 31 años y de origen mexicano, es graduada en Estudios Chicanos y beneficiaria del programa DACA, rechazó las críticas de dirigentes latinos sobre su acto de protesta.