ir al contenido

Chef venezolano Orlando Amaro: “Aún es posible lograr el sueño americano”

Un colchón inflable de Walmart en el suelo de su habitación en Miami, la soledad de dos años sin ver a la familia y jornadas de hasta 18 horas en la cocina, marcaron los inicios de un inmigrante venezolano que llegó a EEUU graduado de licenciado en gastronomía e incluso, “consagrado” en la cadena Hilton Hispana de su ciudad natal, Barquisimeto.

Sin embargo, desde aquel piso tropical en el que dormía, muchas veces lleno de pánico y ataques de ansiedad, renació un chef exitoso que hoy día hace vida profesional en el Distrito de Columbia, mientras que a lo largo del tiempo ha cocinado a políticos, artistas y personalidades.

“La soledad te mata, te consume. Si me hubiese pasado algo y amanecido muerto, nadie lo habría notado. Nadie estuvo pendiente de mi, ni me dieron la mano. Vivía solo con la computadora para poder ver a mi familia por internet”.

La historia de Orlando Amaro Farías en búsqueda del sueño americano inició con $500 en su bolsillo, ese día en el que una persona lo dejó en el Mall CityPlace Doral. “Bueno, aquí te dejo, camina y aplica. Busca trabajo”, fueron las palabras que recuerda le dijeron a aquel muchacho que apenas sabía el verbo “To Be” y presentarse en inglés, pero su determinación era muy grande.

“El primer restaurante al que llegué se llamaba Brasero’s Steak House, era de carnes, de un venezolano. Ahí empecé, porque acababan de despedir al chef. Fue difícil, pues era una cocina donde todos hablaban inglés y tenían un sistema muy diferente al de Venezuela, México o Europa”.

Ya había logrado muchas cosas, pero pisar suelo americano te hace empezar desde ahí: abajo. Él lo hizo, literalmente desde su colchón inflable.  En su país de origen la carrera que deseaba no existía en ese entonces, así que sus padres lo ayudaron para que estudiara en Yucatán, México. Una vez graduado regresó a Venezuela en donde laboró cuatro años como chef en el Hotel Hilton de su ciudad de origen, luego abrió un restaurante junto a un amigo inversionista y llegó a trabajar en la cocina del mejor chef del mundo en España.

Amaro: “Nunca desconfié de mí, ni de mis manos. Tengo un trabajo espectacular. Hago lo único que sé hacer en esta vida”.


   
   

Ricardo Sánchez-Silva

Amaro: “Nunca desconfié de mí, ni de mis manos. Tengo un trabajo espectacular. Hago lo único que sé hacer en esta vida”.

Cuando pasó por la famosa cadena hotelera tuvo muchas frustraciones, pero salió victorioso. “Ese puesto lo estaba buscando gente que tenía 30 años en la empresa y no se lo habían dado. Solo los jefes me apoyaban, pero yo no convivía con ellos a diario, sino con los empleados de la cocina. Me tocó ganármelos, trabajando duro, lavando platos, como cocinero. Nunca me puse el título, siempre fui un humilde cocinero. Empecé de abajo hasta que ellos mismos llegaron a llamarme chef”.

“Tuve la oportunidad de irme a Europa, trabajé con con Ferran Adrià. Fui parte de su equipo, empecé como pasante sin ganar un euro, en la primera temporada de seis meses, pero la segunda fui contratado. Millones de personas quisieran tener esa oportunidad. Mandé correos todos los días por seis meses hasta que me respondieron, me dieron la bienvenida y una fecha. Era una cocina molecular – perfecta -,  con un margen de error de 0%”.

Antes de tomar la decisión de venirse a USA, después de haber vivido en España, regresó a Venezuela, pero Amaro se dio cuenta de que la situación política y económica había cambiado. El expresidente fallecido, Hugo Chávez estaba en el poder y le advirtieron que “lo que venía era una dictadura – tal cual Cuba -. Yo no fui como la mayoría de los venezolanos que decían que eso no iba a pasar. Me anticipé, me fui del país y pedí un asilo político”.

Apenas empezaba la situación difícil, grupos de invasores habían tomado tierras propiedad de su familia. “Estaban apoyados por el gobierno, hacían grafitis en las paredes de la casa con amenazas de muerte y llamadas diciendo que nos secuestrarían, me mandaron a robar mi carro. Nos perseguían y chocaban para que nos paráramos.  Aún tenemos los documentos de propiedad en pergaminos bellísimos, que vienen de la Colonia. Algún día tomaremos esas tierras de vuelta”.

“Dejé a mi hija de dos años y llegó de cuatro a EEUU. Eso fue impacto familiar muy fuerte, porque tenía una vida muy americanizada, mi esposa entró en depresión, ya que nunca me veía. Llegaba en horas cuando mi hija dormía y me iba igual. Mi pareja compartía conmigo entre las 11 pm a las 3 am, demolido. Solo libraba un día a la semana” y era de “terapia intensiva”.

El chef le ha cocinado a la familia Clinton, Richard Gere, Shaquille O'Neal, Daddy Yankee, Luis Fonsi, entre otras personalidades.


           
   

Ricardo Sánchez-Silva

El chef le ha cocinado a la familia Clinton, Richard Gere, Shaquille O'Neal, Daddy Yankee, Luis Fonsi, entre otras personalidades.

Hace diez años, el chef venezolano tuvo la oportunidad de abrir un restaurante español en Louisiana junto a restauradores locales, con quienes viajó al país europeo para traer un pedazo de esa tierra a Lafayette. Fue todo un éxito, pero cuando alcanzó la cima, quería ir más arriba aún.

“En New Orleans hacen los toros de San Fermín anualmente, al igual que en Pamplona. Iban a más de 100 restaurantes de todos los EEUU a esas corridas y hacían el Festival de la Paella, la mía quedó como la primera”, afirma con orgullo y satisfacción. Su actitud así lo demuestra.

Un amigo, de esos con poder económico, que iba a comer al restaurante donde trabajaba en Miami hace un buen tiempo, le decía “te voy a robar. Te vas a ir conmigo a Washington”, a lo que Orlando le respondía que si su oferta estaba acorde con sus aspiraciones lo haría. Sin embargo, no fue sino hasta una década después cuando esa propuesta informal se concretó.

“El destino nos unió, llegó el momento indicado. Hasta el sol de hoy, queda mucho negocio por delante, estamos abriendo dos restaurantes por año y el que viene inauguramos dos más”. Amaro es el chef corporativo de Tunnicliff’s, Lupo Verde y Station 4, los tres en DC y el último es su “epicentro”, donde trabaja la mayoría del tiempo, en South West.

A lo largo de su carrera, ha cocinado para Bill Clinton, Hillary Clinton y familia, Daddy Yankee, Luis Fonsi y su esposa, José Luis Rodríguez, Richard Gere, Shaquille O’Neal, Chino y Nacho, Miguel Cabrera, Gloria y Emilio Estefan (en su casa), Paulina Rubio, Chayanne, entre otras personalidades, dentro de las cuales se encuentra la actual alcaldesa del Distrito de Columbia, Muriel Bowser. “Jamás les cociné lo del menú, sino lo que ellos querían”.

Sentado en una silla, en el balcón de su hogar en Virginia, el chef vuelve al pasado y reafirma que si tuviera la oportunidad de empezar de nuevo, su elección sería la misma vida que ha llevado. No se arrepiente. Se nota firme, las marcas en su piel, las várices en las piernas, las dolencias en la columna dan fe de la pasión y entrega de este hombre. Con sus sacrificios y logros, “no cambiaría ni un segundo”. Su familia también es testimonio vivo de esta historia.

Orlando “cocina” en DC un proyecto de gastronomía venezolana, único en los EEUU.


           
   

Ricardo Sánchez-Silva

Orlando “cocina” en DC un proyecto de gastronomía venezolana, único en los EEUU.

“Todos fueron retos, nunca desconfié de mí, ni de mis manos. Tengo unos padres felices y casados por 45 años, la esposa soñada de todo hombre, profesional, digna de sus hijas y su marido. Hay salud, ¿qué más quiero? Tengo un trabajo espectacular. Hago lo único que sé hacer en esta vida”.

Está claro en que no recuperará cumpleaños perdidos de sus tres hijas y esposa, navidad, día de la madre, fin de año e incluso una Primera Comunión, pero la vida se compone de etapas. Hoy día, “Yayo” – como le dicen sus más allegados -, está dispuesto a disfrutar este nuevo ciclo con sus “cinco mujeres”, pues, recientemente se convirtió en abuelo de una niña. “Aún es posible lograr el sueño americano”, dice con propiedad.

“Lo primero que tienes que entender al llegar a este país es que debes lavar tu cerebro. Aquí hay leyes. Mantener tus raíces y la unión familiar, la comida, pero no tenerle miedo a este monstruo que es EEUU. Los trabajos más duros son para los que no hablan inglés. En DC hay mucha ayuda gratuita, así que no hay excusa para decir ‘no se puede’. El cielo es el límite”, concluye, mientras que lanza una perla: “se está cocinando un proyecto vinculado con la gastronomía venezolana, único en todo el país, justo aquí en Washington”. Por ahora no dará más detalles. Todo a su tiempo.

El sol no dejó de iluminar el balcón donde hicimos la entrevista. Ese fuerte calor después de una hora de conversación, marcaba el final del verano y quizás el inicio de otra etapa para este exitoso latino.

Últimas Noticias