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Ciclista salvadoreño pedalea por una causa

Ya con un semblante más descansado, satisfecho de la misión cumplida, el ciclista José Mario Castellón, recordó la travesía que comenzó el 15 de agosto en su natal El Salvador y concluyó el 8 de octubre en la marcha y concierto por la reforma migratoria en el Mall de Washington.

“Lo que me conmovió más en el viaje fue ver a los inmigrantes que cultivan los cacahuates y el algodón, que me abrazaban y me daban las gracias por lo que estaba haciendo. Muchos niños han llorado conmigo, todo eso me dio alegría y llenó de vida, haciéndome levantar del sufrimiento”, relató.

En una entrevista con El Tiempo Latino el viernes 11 de octubre, que tuvo lugar en el restaurante salvadoreño El Migueleño, en Arlington, Virginia, el atleta de 45 años de edad, dijo que esta es su segunda y última de varias travesías que realiza desde su país.

Una vez lo hizo en 2008, con los ahorros que había reunido con su esposa par comprar una casa. Ahora renovó su promesa luego de la aprobación del programa de suspensión de las deportaciones a jóvenes que llegaron de niños a Estados Unidos, conocido como DACA, por sus siglas en inglés.

Uno de los mayores peligros que enfrentó fue cuando estuvo a punto de ser secuestrado en Tamaulipas, México, por personas que con engaños le ofrecieron agua y alimento, pero tuvo esa sospecha y aceleró hasta alejarse de ellos.

Asimismo, en el trayecto por Mississippi, atravesó un puente que no tenía un carril para ciclistas, y estuvo a punto de una de las llantas se queden atascadas en una grieta. “Todo eso es obra de Dios para que no me quedara trabado en el puente”, donde pasaban a alta velocidad grandes camiones, anotó.

En el último tramo del trayecto en Richmond, capital de Virginia, Castellón dijo que la gente que se había enterado de su hazaña en los periódicos y en los sitios web lo salieron a recibir “como un héroe”, con banderas y comida.

Sin embargo, no se quedó mucho tiempo en Richmond, así que prosiguió su camino hacia Washington, pedaleando durante la noche, entre la lluvia helada, seguido lentamente por un vehículo de un inmigrante que conducía sin licencia porque no tenía papeles.

“Al pasar por uno de los condados un carro policía prende las luces y detiene el vehículo porque iba muy despacio. Cuando el conductor informó al policía que me estaba acompañando, porque yo venía desde El Salvador por una causa, el propio policía nos acompañó”, relató.

La buena obra del policía no quedó, sino que llamó a sus colegas del siguiente condado para acompañen al ciclista, y lo mismo ocurrió en un total de tres condados para que protejan su camino. “El primer policía ni se preocupó de preguntar si el conductor tenía licencia. Desde un principio he estado con Dios, que me ha acompañado”, afirmó el deportista.

Posteriormente, con la ayuda de otro buen samaritano, el fotoperiodista Miguel Ángel Álvarez, Castellón contó que logró llegar al consulado de El Salvador en Manassas, Virginia, donde le dieron la bienvenida.

El intrépido ciclista, residente permanente en Dallas, Texas, donde trabaja haciendo gabinetes, señaló que espera la llegada de su “adorada” esposa y sus dos hijos, uno de 2 años y otro de 12 años, para reunirse y abrazarlos de nuevo esta vez en suelo estadounidense.

A las nuevas generaciones de ciclistas, el salvadoreño aconsejó que “no ocupen el talento solo para hacer dinero, también hay que ocupar el talento para ayudar a otros”.

Sobre la reforma migratoria, que sigue estancada en el Congreso, afirmó que mantiene la esperanza de que se legalicen a unos 11 millones de indocumentados, pero acusó a los políticos de “jugar con la gente” así como también  los propios latinos porque “no estamos unidos”.

“Muchas veces a los latinos se les da autobuses para que vayan a apoyar a las marchas pero no lo hacen. El día en que apoyemos todos de una sola voz, el gobierno va  actuar”, manifestó Castellón.

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