José y Margarita Benavides decoraron su casa con el árbol de Navidad, nacimiento, guirnaldas y luces en su jardín ni bien pasó el Día de Acción de Gracias.
La familia salvadoreña compuesta por la pareja, dos hijos adolescentes y el pequeño Fernandito, de 7 años, vive en Burke, Virginia y se prepara para recibir la Navidad con amigos al estilo latinoamericano: reunida durante la Noche Buena el martes 24 de diciembre y esperando la medianoche para darse el abrazo y abrir los regalos.
“Nos quedamos despiertos hasta muy tarde en la madrugada y a veces algunos de nuestros amigos se quedan a dormir”, expresó Margarita el lunes 16 al abrazar a su hijo Fernandito, quien tiene síndrome de down.
La celebración típica de los estadounidenses es el propio 25 de diciembre por la mañana, cuando se espera que Santa Claus haya traído los regalos.
Si bien los Benavides intercambian obsequios, especialmente con los niños, dicen que no enfatizan en ellos y se enfocan más en el sentido espiritual. “Para nosotros el principal motivo de celebración es el regalo que Dios nos dio cuando se hizo hombre”, manifestó Margarita.
“La Navidad es un tiempo muy especial por ese motivo y no tanto por lo que uno pueda recibir de regalo”, manifestó Margarita, quien ha invitado a su casa a amigos que se encuentran solos sin familia en este país.
“Pero lamentablemente cada vez más la Navidad va perdiendo su verdadero sentido y lo material supera lo espiritual”, añadió.
La época navideña es la más lucrativa para los negocios. En Estados Unidos se estima que en 2013 las familias gastarán un promedio de $704 en la compra de regalos, según el portal statista.com. En 2007 los hogares gastaron $866 en promedio, señaló el sitio de internet.
Óscar Funes no tiene dinero para comprar regalos. El inmigrante hondureño que vive solo en este país, usualmente obtiene los obsequios que envía a sus hijos, en una iglesia. “Pero este año llegué tarde a la repartición y no tengo que regalarles”, expresó.
Sin trabajo y sin familia para festejar, la Navidad se convierte para Funes en una época de nostalgia y soledad. “Antes tenía a mi hermano, pero lo deportaron. Ahora estoy solo y lo único que hago ese día es llamar temprano a mi familia y ver programas de televisión”, comentó.
“El año pasado recibí la Navidad debajo de este árbol, con un café en la mano”, contó apuntando al árbol ubicado frente al 7-Eleven de la Ruta 7 en Culmore.
El sentimiento de tristeza acompaña en esta época a miles de personas. Ya sea porque estén solos o porque hayan perdido a un ser querido o sufrido un cambio drástico en sus vidas. Una encuesta de la Asociación Estadounidense de Psicología en 2008 mostró que 8 de cada 10 personas anticiparon estrés durante las fiestas.
Los que no creen en Jesús como hijo de Dios viven la Navidad desde una perspectiva distinta, alejada de la religión.
“Nosotros no celebramos, pero respetamos”, dijo Yasmeen Sarwar Mustafa, quien es musulmana, nacida en Pakistán.
Los Mustafa, residentes en Annandale, Virginia, viven el 24 de diciembre como un día cualquiera. “El 25 por la mañana la tradición es ver películas. Usualmente vamos al cine porque no hay nadie en la sala”, sonrió Myriam Mustafa, de 18 años.
Los judíos reemplazan la actividad religiosa con Hanukkah, “Fiesta de Luces”.