“El Teatro de la Luna es un teatro pobre pero no miserable, tenemos tanta pobreza que no tenemos cerradura, o sea la puerta está siempre abierta”, puntualizó sin tapujos el argentino Mario Marcel en una entrevista reciente con El Tiempo Latino en su local en DC.
Además, de “una cafetera siempre prendida”, están siempre el afecto y el abrazo, indicó el veterano actor, quien pidió en reciprocidad que los visitantes “no toquen el suelo” al entrar, y que se coloquen “unos centímetros más arriba”, que se atrevan a soñar
Marcel con su esposa Nucky Walder, nacida en Paraguay, fundaron hace 23 años el Teatro de la Luna. Para el actor y director “el teatro es acostarse con una derrota porque terminaste de actuar y no te queda nada. Te quedas solo, absolutamente solo” para luego “amanecer con una nueva esperanza y un nuevo proyecto”.
Marcel resume su experiencia en el teatro con el siguiente juego de palabras. “El teatro es darle un abrazo a la persona que llega a adquirir una entrada y despedirlo con el mismo abrazo. Sin ellos no somos. Y ellos saben que sin nosotros no son ellos. Dejan de ser espectador al segundo cuando un actor baja del escenario”, recalcó.
“Si alguien me dice que es feliz en el teatro, le digo que es cierto, si alguien me dice que ganó en el teatro, no solo en el dinero sino de otras cosas, no, no es cierto”, aseveró Marcel, quien antes de fundar el Teatro de la Luna, participó en proyectos con el Teatro GALA, el Centro de Arte y un elenco teatral la Organización de Estados Americanos.
Walder contó por su parte que en el local en DC se realizan los talleres actorales y las maratones de poesía, mientras que las obras se presentan en Arlington, Virginia. Su pasión por el teatro comenzó a los 8 años cuando dramatizó una poesía en la iglesia del barrio en un evento de recaudación de fondos. Después de su debut, Walder comenzó a participar en distintos eventos culturales. “Estaba comprometida con la escena, ese es un factor que nace en uno de querer comunicarse, de no querer estar solo, de querer compartir”, recalcó. A pesar de estudiar arquitectura, Walder indicó que siguió haciendo teatro, y fue así como conoció a Mario.
La “heredera” de esos talentos es Marcela Ferlito, quien se siente orgullosa de sus padres que tal vez querían que sea abogada o doctora. “Pero no, yo me iba a los ensayos, a las funciones que papá tenia en GALA”, el teatro hispano donde actuó previamente Marcel. “No me cansaba de ver la misma obra. Hasta que me las memorizaba. Tuve mi primera presentación en GALA con ‘La zapatera prodigiosa’, indicó la joven actriz, quien en la actualidad también hace teatro para niños. Marcela Ferlito consideró que se marca “una gran diferencia” en hacer teatro para niños, en su mayoría de familias inmigrantes, que no están muy familiarizadas con el teatro.